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Dudamel no quiso perder su referendo revocatorio en la Vinotinto

Se esperaba con ansias el debut del nuevo estratega nacional, y la primera presentación ante Galicia no deja grandes lecturas. Rafael apostó por un equipo de líneas muy juntas que igual cedió ante el mejor trato del balón del rival. La conclusión, sin embargo, sigue siendo la misma de procesos anteriores: el universo futbolístico venezolano es muy corto.

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Si hoy se hiciera una votación para preguntar si le darían un voto de confianza a Rafael Dudamel, después del empate ante la improvisada selección de Galicia, que se reunió luego de siete años de inactividad, el técnico ganaría por paliza. El 1-1 fue un resultado mentiroso para todas las heridas que abrió la selección local. Afortunadamente los cortes no fueron profundos. Sin embargo, de cara la Copa América, sabemos que los contrarios no tendrán tanta contemplación.

También, debemos estar claros que este tampoco será el 11 abridor en Estados Unidos. Existe una diferencia abismal entre la oferta del torneo local y el foráneo. De hecho, lo de hoy fue una oportunidad de última hora, como el quiz que nos dan para ganar el 0,5 que nos falta en alguna materia. El estratega, ayudado por su colaborador Marcos Mathías, seguro tiene desde hace tiempo resuelto este enigma. A nosotros, simple mortales, aceptémoslo, nos gusta elucubrar. En esa línea, pareciera que el único que salió bien librado contra Galicia, después de Rómulo Otero (debe ser un fijo en la selección), fue Jeffren Suárez.

El ex del Barcelona, que tanta pasión genera en detractores y adversarios, demuestra siempre lo que ha dejado su formación por el actual campeón de la liga española. De aquel jugador asociado a la soberbia, que en su momento le dio prioridad a La Roja antes que a Venezuela, no queda nada. Hoy es capaz de hacer de conserje, de buscar la bolsa de basura y sacarla de un edificio de 20 pisos por las escaleras. Por lo tanto, una ficha apetecible para cualquier técnico. Fue, de hecho, un gran apoyo para Víctor García, impreciso y fuera de tiempo en los centros, sobre todo en la primera etapa. El lateral falló en un centro que Jota no pudo conectar, cuando apenas habían transcurrido cinco minutos,una tendencia del plan gallego en Riazor.

El 4-4-2 de Venezuela nunca fue tal. Ni siquiera hubo mucho tiempo para experimentar con el 4-3-2-1, que permitiera explotar la velocidad y pegada de Josef Martínez, demostrada en los últimos partidos del Torino. El gol marcado en el descuento fue más por empecinamiento que por elaboración conjunta. Mucho menos tuvo oportunidades Santos para dar alguna muestra de los recursos que le han llevado a contar goles por decenas en los Países Bajos. Cuando la cámara los enfocó, los vimos en su propio campo, echando una ayuda a los volantes de contención.

Para comparar con los otros procesos, Dudamel optó por la dinámica que le dio resultados a César Farías: ceder el balón al rival, esperar al contragolpe y aferrarse a una jugada sacada de otro partido. Y al menos en el conteo de goles le funcionó. ¿Sepultada queda la idea de presionar al rival y aprovechar el talento de los «pequeñitos», como pretendía «Chita»? Pareciera que sí. Una persona que conoce este nuevo proceso por dentro me decía la pasada semana: «Prepárate para los empates, los 1-o y así». De entrada, hoy la pegó.

Al momento de leer estas línea, seguro usted ya sabrá quiénes quedaron en la lista final para la Copa América Centenario. Independientemente del resultado, y de la propuesta de Dudamel, se echó de menos una mayor actitud de los «nuevos» y aspirantes. Los errores en el fondo se repitieron. Joselu (hermosa jugada de autopase en el segundo tiempo), Denis Suárez, Iago Aspas y Lucas Pérez hicieron lo que quisieron en el último cuarto. Si no fuera por lo poco que significaba el partido para ellos, el resultado hubiera sido otro.

Y he allí la crítica, no para Dudamel, quien hereda un proceso traumático, bombardeado desde la propia Federación Venezolana de Fútbol con la pésima gerencia de Rafael Esquivel, sino para quienes pueden empezar a virar esta historia: el relevo. Los problemas de los centrales en defensa se repiten. Los laterales aportan poco y los volantes de contención no funcionan como alcabalas. La tendencia es a resignarse antes que imponerse. Es una dinámica que pareciera provenir de un trauma sicológico. Las malas entregas de Jhon Chancellor, el poco atrevimiento de Mikel Villanueva y Víctor García, y la ausencia de cortes de Arles Flores y Carlos Suárez son ejemplos.

Una alarma mayor para lo que viene: la juventud del portero Wuilker Fariñez. En el gol de Aspas (minuto 37), da un rebote flojo al medio. Sí, la defensa lució lenta, pero también pudo intentar un despeje hacia el costado ante un remate flojo. Peor aún en un tiro de esquina en el minut0 59, que casi termina en gol olímpico para Galicia. Era obligatorio tener un defensa en el primer poste. Son cosas de formación, que tal vez se pierden en la intrascendencia de un partido que no cuenta para la FIFA. Sin embargo, sabemos, el diablo está en los detalles.

El carrusel de cambios no permite elucubrar mucho más de lo ya señalado. La noticia buena para Dudamel es que no dependerá del CNE si su propuesta gusta o no. 

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