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"Échale Color", el proyecto que pinta la vida de los barrios caraqueños

Este fin de semana se realiza la 9na edición de Échale Color, dos días en los cuales más de 400 voluntarios visitan barrios en situación de pobreza y pintan una propuesta plástica que revive la personalidad de cada comunidad en sus casas y alrededores.

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Échale Color

“Somos Posibles” es la ONG que, como lo anuncia su nombre, hace posible esta aproximación a las comunidades a través de un largo proceso que tiene como resultado final un fin de semana lleno de color y alegría. Desde el 2011 Échale Color busca disminuir la violencia con su propuesta fomentando la integración comunitaria. En este  proceso que dura siete etapas se realiza desde la  selección de la comunidad hasta la organización del fin de semana donde se pintan las calles y casas del lugar elegido.

Oriana Herrera, encargada de Comunicaciones de Échale Color, sostiene que el proyecto es una excusa para un fin común, “en realidad Échale Color es una excusa, es el ejercicio final de todo lo que la comunidad aprendió durante meses de trabajo en conjunto”.

Estos activistas visitan de cinco a siete sectores a los que llegan por diversos medios, ya sea por recomendación de otros voluntarios, por petición de otras ONG, o por petición de la misma comunidad. La visita se hace junto a los líderes comunitarios, personas que pertenecen al Consejo Comunal o una Asociación Vecinal, y en conjunto se hace un recorrido que identifica a las viviendas del sector.

La selección se lleva a cabo por medio de una evaluación del sector, el tamaño, la delimitación y la identificación propia como comunidad es uno de los factores fundamentales para trabajar en ellos, ya que es necesario que los representantes  de cada comunidad estén en comunicación con los líderes del proyecto. Las viviendas no pueden estar en un estado demasiado deplorable y la comunidad no puede ser de gran tamaño, ya que como explica Oriana Herrera el  programa no está destinado a recuperar fachadas sino a intervenirlas, siempre con el consentimiento de la comunidad.

Una vez que el Consejo Comunal acepta el programa y se decide que la comunidad tiene todas las características para ejecutar el proyecto, se formaliza una asamblea con los vecinos para presentar la propuesta y que sus habitantes se familiaricen con la ONG y su trabajo.

En un esfuerzo conjunto que dura hasta tres meses, los líderes y voluntarios de Échale Color visitan la comunidad prácticamente todos los fines de semana  para librarlos del escepticismo y la desconfianza que esta puede sentir en los inicios del proyecto.

Talleres formativos dirigidos a fomentar el desarrollo personal, el manejo de emociones y la comunicación efectiva, se enfocan en fortalecer el tejido comunitario y en enseñar a sus integrantes sobre la resolución de conflictos y los  acuerdos de convivencia que en toda sociedad debería coexistir.  Además, pinturas Montana, uno de los aliados de “Somos Posibles” dicta un taller sobre preparación de superficies para la pintura y para todo el proceso técnico que implica pintar el barrio.

La respuesta es diversa, los adultos se involucran más en la concepción del proyecto, pero el fin de semana de Échale Color niños y jóvenes salen de sus casas a pintar y a renovar el barrio.

Para la propuesta plástica los arquitectos de la firma VODO conciben una idea adaptada a cada sector; luego de visitar y entrevistar a los líderes comunitarios se hace un recorrido que concluye en una propuesta que “siempre tiene una razón de ser”. En la edición anterior la propuesta se inspiró en la historia de la comunidad y en sus inicios, una caída de agua solía repicar en las calles del barrio y fue esta la que se retrató con colores y figuras parecidas a la cascada.

Esta 9na edición se realizará en el barrio Santa Cruz de Baruta, detrás del Centro Comercial Concresa, una comunidad joven y movida con un concepto que se enfocó en el dinamismo y colorido de la zona.

Al llegar al barrio los colaboradores hacen una actividad “rompe hielo” para darle la  bienvenida a todos los involucrados, luego se separan por cuadrillas y cada zona del sector la dirigen voluntarios especializados que conocen la propuesta plástica y que ya tuvieron una reunión con los arquitectos sobre como plasmarla y como replantearla. Generalmente estos son estudiantes de arquitectura, diseño y urbanismo que manejan las proporciones y los aspectos técnicos de la actividad.

En el primer día se plantea la propuesta  impresa, se replantean y se colocan los diseños para luego comenzar a pintar. Desde las 8am hasta las 5pm la comunidad, aparte de participar en la actividad, tiene varias responsabilidades como: limpiar el lugar para cuando lleguen los voluntarios y cocinar para todos los ayudantes.

“Esto es la puesta en práctica de lo que se aprende en los talleres, es decir: a resolver conflictos y manejar emociones, a decirle al vecino que tiene que limpiar tal esquina o a ponerse de acuerdo para cocinar , este es el verdadero ejercicio final”.

Esta iniciativa que tiene más de cuatro años haciendo vida en las sectores necesitados de la ciudad, continúa fomentando la integración  y rejuveneciendo las comunidades con el color como una excusa exitosa.

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