Opinión

Educación, la urgencia de ayer sigue siendo la misma hoy

En educación más que leyes se requieren hombres y mujeres nuevos que lleven adelante decisiones realmente innovadoras, para que la educación pasase a ser una prioridad no sólo para el Estado sino para el conjunto de la sociedad.

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El año 1999 fue pletórico de revisiones y discusiones de fondo sobre los problemas del país y los desafíos que debían afrontarse para solventarlos. Se iniciaba lo que sería el largo gobierno de Hugo Chávez y todo parecía estar sujeto a revisión.

Desde el Centro Gumilla, con las ediciones de la revista SIC de aquel año, se entendía cabalmente que Venezuela, con el gobierno de Hugo Chávez –iniciado el 2 de febrero de 1999-, vivía una suerte de punto de inflexión histórico: se iniciaba sin duda una nueva etapa en la vida nacional y era necesario hacer balance de los 40 años anteriores (1958-1998).

Cuando se revisan algunos de aquellos textos, en la actualidad, salta a la vista que Venezuela sigue adoleciendo problemas de fondo y que algunas de las discusiones, en aquel 1999, sobre cómo afrontarlos, de forma lamentable tienen plena vigencia para el país de hoy, dos décadas después.

Javier Duplá tituló “Retos urgentes de la educación” un aporte suyo publicado por el Centro Gumilla. La segunda mitad de los 90, revisaba el autor, había sido inédita en materia educativa ya que se había convertido este tema en asunto de discusión de buena parte de la sociedad: un año antes se había realizado la Asamblea Nacional de Educación, en enero de 1998, que fue el punto de llegada de un proceso que incluyó la consulta a 60.000 personas implicadas en el tema educativo y que terminó produciendo un Compromiso Educativo Nacional.

El jesuita experto en temas educativos sintetizaba 6 retos que calificaba de urgentes. El primero sin duda sigue siendo de una vigencia alarmante: incorporar los excluidos al sistema. Los niños sin acceso a la educación formal y los jóvenes sin oficio constituían el principal problema que debía afrontar con urgencia el sistema educativo de Venezuela.

Para Duplá, la magnitud del problema convertía a éste en un desafío de toda la sociedad y no sólo en un asunto del gobierno. El segundo reto fue planteado así: Remodelar el sistema educativo de acuerdo con criterios de justicia y atención a las mayorías. El asunto no es sólo discursivo sino político y presupuestario, ya que según el autor era necesario priorizar la educación preescolar y básica, y colocarla en el top de las prioridades educativas. Un desafío que ha estado permanentemente en boca de expertos en educación: extender a 200 días efectivos el año escolar. Ni se alcanzó a fines de los 90, después de todo el proceso de reflexión que hubo, ni en los 21 años de gobiernos de la llamada Revolución Bolivariana.

Asimismo el artículo esboza la necesidad de que haya una mayor inversión presupuestaria en educación y que además el manejo del presupuesto en educación sea transparente. Otro reto planteado, que sigue teniendo vigencia hoy: hacer atractiva la profesión docente, para que “los buenos talentos” se hagan educadores.

El quinto y el sexto desafío, según Duplá, pasaban por contar con una comunidad organizada en torno a la escuela y por la organización de los maestros y profesores para promover discusiones amplias sobre la educación y no exclusivamente para la defensa de las reivindicaciones salariales. En esta visión, plasmada en 1999, era necesario que las organizaciones del sector estuvieran a la cabeza de las discusiones sobre la calidad educativa, por ejemplo, y se entendiera cabalmente su rol en mejorar la educación en todo sentido.

Si bien el artículo reconocía que la aprobación de una nueva carta magna, que se discutía entonces, debía reformular aspectos como la visión de una constitución manejado principalmente por el Estado, el autor sostenía que en educación más que leyes se requerían “hombres y mujeres nuevos” que llevaran adelante decisiones realmente innovadoras y que la educación pasase a ser –efectivamente- una prioridad no sólo para el Estado sino para el conjunto de la sociedad.

Cuando se vuelve sobre un texto como éste, desde este 2020, en el cual además de la crisis estructural e histórica que asola al sistema educativo, se ha sumado la cuarentena por COVID-19 y la suspensión de las actividades educativas presenciales, sin duda nos queda en claro que habrá que hacer mucho y durante mucho tiempo para contar con una educación de calidad. Era un desafío en 1999 y lo sigue siendo, con más urgencia, en este momento.

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