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El 6D: entre la catástrofe y un éxito más allá de lo esperado

Por: Benjamín Tripier/Economista y asesor gerencial @BTripier - El triunfo de la oposición no fue una sorpresa, sino mas bien algo que muchos sabían (dentro y fuera del país) y todos esperaban. Las dudas que existían tenían que ver sobre si el gobierno reconocería el resultado. Pero privó la línea del reconocimiento con una influencia muy fuerte de los gobiernos de EEUU y de Brasil, este último presionado a su vez por el presidente electo de Argentina.

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Entonces, el presidente Nicolás Maduro reconoció el resultado “adverso” como gesto a la comunidad internacional, mientras que su discurso se dirigió solo a su propia gente (que es su fuente inmediata de gobernabilidad), indicándoles que esto era transitorio y que había ocurrido por «la guerra económica» que los empresarios golpistas tenían contra el pueblo.

Sin embargo, la lectura del evento indica que no es una situación transitoria sino que es un paso más en la tendencia hacia transformaciones importantes: el pueblo habló y dijo que quiere cambios. La respuesta del gobierno no fue la esperada, pues, al mantener argumentos y explicaciones que no responden a verdaderas necesidades, mostró que no recibió el mensaje y que de alguna manera seguía de espaldas a la gente.

El resultado se consolidó esta semana, para asignar los 22 escaños que aun no estaban definidos anoche, y de esta forma la oposición ganó la mayoría calificada de los 2/3 de los 167 escaños de la Asamblea Nacional. O sea, 112 curules parlamentarias.

Un contrapeso

Esto convertirá a la AN en un poder autónomo capaz de compensar el peso del poder ejecutivo y reorientar las políticas públicas. Esto, en el entendido que la población votó mayoritariamente a favor de representantes que no piensan como el gobierno y que no comparten su modelo socio económico y político. Por consiguiente el pueblo de Venezuela votó mayoritariamente por representantes que cambien la situación de deterioro del país. Y eso es lo que se intentará que ocurra. O sea que el gobierno ya no podrá operar sin controles, al contrario de lo que  venía haciendo con una AN totalmente alineada.

El primer paso que debería dar la oposición debería ser la organización de la AN, pues podrá elegir al presidente y los dos vicepresidentes entre los diputados, con lo cual podrá iniciar negociaciones para que la conflictividad que caracterizará a esta etapa no sea tan frontal. Es posible que se le permita al gobierno tener al 2do vicepresidente. Y, dentro de la línea de cambios que los votantes esperan, debe estar el inicio de procesos consultivos, así como lo necesario para la aprobación del referéndum revocatorio al presidente de la República.

Podrá además interpelar y aprobar moción de censura y hasta destituir al vicepresidente y a los ministros, así como podrá nombrar y remover a los miembros del CNE, el poder ciudadano y el TSJ. También podrá desaforar diputados para que puedan ser detenidos y se sometan a juicios por delitos. Y podría llegar, entre una lista de atribuciones, a autorizar el enjuiciamiento del presidente de la República y convocar a una Asamblea Nacional Constituyente.

En definitiva, será una manera de cogobernar contando esta vez la oposición con la mayoría del pueblo a su favor, mientras que el poder ejecutivo estará en minoría y con una popularidad muy baja.

Como reacción a esta derrota que podría decirse que alcanza niveles catastróficos para el chavismo, lo más probable es que el gobierno se radicalice como medio para mantener la gobernabilidad y que esa radicalización (la cual podría llegar al grado de represión) no alcance solo a opositores, sino también (y principalmente) a disidentes internos, como ya los hay, los cuales inclusive deben haber votado por el chavismo.

Este nuevo sujeto de la radicalización podríamos llamarlo «Oposición Ampliada»,  compuesta por opositores, independientes y un ala del chavismo tradicional, además de los pragmáticos, los cuales tienen como elementos en común la necesidad de una rectificación orientada al cambio. Eso es lo que las encuestas indicaban que se esperaba del presidente Maduro, no su salida, sino que rectifique.

Pero dadas las circunstancias, por el hecho de  que no haber rectificado los llevó a tamaña derrota, se puede esperar que el tema de la renuncia sea la opción de gobernabilidad que emane del propio chavismo, y así evitar la represión que se sabe como comienza pero que podría terminar en una guerra civil.

En realidad, no se trata de la gobernabilidad por la gobernabilidad en sí misma, sino una orientada a salir de la situación económica tan crítica que está llevando a afectar la paz social y poner mayores demandas sobre la clase política que ha recibido un mandato claro. Necesariamente debe haber cambios pronto.

El rol militar se clarificó, de alguna manera, con las declaraciones del ministro de Defensa, general en jefe Vladimir Padrino López, manifestando su apego institucional, y desmarcándose en la noche del domingo de los grupos que se negaban a reconocer la derrota. Esto podría llevar a pensar que los movimientos civiles para buscar reordenar la institucionalidad del país cuentan con la no oposición del sector militar, el cual en este momento, aunque tiene niveles de rechazo relativamente altos, es la única institución tipo columna vertebral, capaz de mantener la República organizada.

Hoja de ruta

Se podría separar el futuro en un bloque inmediato que duraría hasta el 5 de Enero, de reacomodo de fuerzas internas para saber con qué lealtades se cuenta alrededor de Maduro, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez, en el cual habrá radicalización, especialmente en lo económico, para compensar la escasez y la inflación. Es poco probable (aunque no imposible) que esa experiencia radical lleve a que el gobierno rectifique.

Si la oposición mantiene la línea no confrontacional, de bajo perfil que la ha llevado al éxito, entonces se puede esperar que no haya ningún hecho disruptivo que extreme la situación. Más bien debería ser un período para la negociación por los cargos en la AN, tal vez indultando algunos presos políticos, de forma tal de alejar la atención pública de los problemas económicos y de inseguridad. Tal vez lleguen algunos inventarios importados que no lo hicieron a tiempo para el periodo electoral y se pueda “correr la arruga” hasta el año siguiente.

El otro tema que tendrá relevancia el día 22 de Diciembre será la reunión de Mercosur donde Argentina pedirá por los presos políticos y servirá (si no los soltaron antes) para distraer la atención interna.

El siguiente bloque arrancará el 5 de Enero de 2016 con la toma de posesión de la nueva AN y allí comenzará un período de tensiones interinstitucionales donde el poder ejecutivo buscará maniobrar vía el poder popular y el TSJ, y la AN buscará hacer valer sus fueros con objetivos que deberían estar muy claros. Es de esperar que los liderazgos opositores trabajen organizados en los diferentes frentes que les tocará manejar y que comprendan que estamos ante una situación nacional, regional y global novedosa y que las viejas prácticas de la política tradicional ya no tendrán utilidad y que por el contrario resultarán contraproducentes.

Es importante colocar autoridades que no reflejen el pasado sino que con su solo nombre ya signifique frescura y dinamismo.

La reaparición de HCR asumiendo el liderazgo de la oposición es un indicativo de que se están preparando para una elección presidencial en un plazo no muy largo, ya sea por el revocatorio o por la renuncia, o por algún otro medio constitucional que las capacidades de liderazgo legislativo le puedan dar. Este bloque se extenderá hasta que se logre al menos reactivar la economía en lo táctico (sin considerar los problemas de fondo de PDVSA, empresas básicas, infraestructura, salud y educación, entre otros problemas muy graves) con unificación cambiaria, acuerdo con proveedores, flexibilización de controles y algunos cambios legislativos que le den previsibilidad a la inversión extranjera, única fuente genuina de crecimiento y desarrollo con la que se podrá contar.

Las charreteras

Un impulsor favorable de este bloque serán las elecciones de gobernadores de diciembre de 2016, para las cuales los actuales militares chavistas al frente de gobernaciones querrán haberse desmarcado de la derrota parlamentaria, tratando de que no los alcance a ellos. De esta forma, entre la institucionalidad militar activa, mas los militares retirados gobernadores, le darán viabilidad a un proceso de cambio que ya luce irreversible para Venezuela.

No hay que perder de vista el caso argentino como una referencia de cómo migrar de una economía deteriorada con inflación, control de cambios y un intervencionismo estatal distorsionante, hacia una de corte más liberal pero con inclusión social.

Una vez más, como ha venido ocurriendo, pero esta vez por razones diferentes, volveremos a los paralelismos desfasados entre nuestros dos países. Lo que vaya ocurriendo en uno servirá para alimentar y ajustar estrategias en el otro. La necesidad de mayor participación de la empresa privada en Venezuela debe administrarse con racionalidad y dejando de lado las comparaciones de otras épocas y circunstancias que de una u otra forma nos están coartando la posibilidad de evolucionar.

Estrategia de cada lado

· Chavismo: Evento catastrófico. Se radicalizará primero, luego habrá pase de facturas interno y es posible que en negociación con la oposición y militares termine saliendo el presidente, y encaminándose a una elección con Rodriguez Torres o Arias Cárdenas como candidatos

· Oposición: Exito mas allá de lo esperado. Evitará confrontar y tratará de lograr sus propios objetivos de política. Buscará revocar al presidente y llegar a nueva elección para presidente con Capriles como candidato.

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