Opinión

El chavista en la intimidad

¿Qué pasará, se pregunta uno, por la cabeza de la alta dirigencia del PSUV, las ramificaciones conexas del alto gobierno, los diputados de la bancada oficialista, los privilegiados que sí tienen divisas, cuando tienen que comprobar, todos los días, la cota en la cual se expresa la ruina nacional?

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La pregunta parece ociosa, pero no lo es. El chavismo dispuso de todos los recursos que quiso para ejecutar el plan que tenía en la cabeza. Obtuvo tiempo, conquistó neutrales y se metió en el saco a aquellos ingenuos que creían ser muy vivos. Obtuvo un mandato popular claro y reiterado; colonizó todas las instancias del estado con sus militantes y desmalezó las trabas institucionales que tiene todo gobierno democrático fundamentado en un sistema de acuerdos. Durante mucho tiempo tuvo un parlamento a su servicio exclusivo. Desde hace 10 años, el chavismo ha hecho en Venezuela prácticamente lo que ha querido.

Aún cuando era más que notorio, el deterioro del país pudo ser disimulado un tiempo. La violencia desbordada, los apagones y las deficiencias en el sistema de salud eran paliados con programas masivos de transferencias de recursos y subsidios.

Ningún chavista puede decir que el estado de cosas actual guarda relación con un plan de sabotaje o alguna intromisión internacional. El gobierno de Barack Obama, que ya para 7 años, ha permanecido prácticamente mudo frente a los vaivenes de la vida nacional.

El vecindario latinoamericano ha sido también muy indulgente con los excesos de Miraflores, interesado como está en beneficiarse de sus recursos petroleros. Los chavistas han tenido, de hecho, un entorno internacional bastante acogedor. El empresariado nacional está atado de manos, disecándose entre trabas administrativas estúpidas, y la Oposición, una y otra vez acusada de estar gestando conspiraciones, lo único que ha hecho es asistir a elecciones y terminar aceptando las victorias del chavismo.

Estamos surcando la parte final del terrible 2014 para verle la cara a un 2015 que tampoco pinta nada bien. La tesonera fragua del chavismo ha ido, ciertamente, aportando sus frutos. Los chavistas querían demoler el estado burgués: lo lograron. El estado está en ruinas. Desplumadas sus arcas nacionales; destruido su aparato productivo; tomada por el hampa en todos sus rincones.

Como ha quedado dicho, se aproxima sobre todos una durísima travesía en el desierto: unos niveles de escasez de bienes que jamás habíamos conocido, en el contexto de una ausencia total der divisas y una política cambiaria criminal e irresponsable, que alguna vez, el día que la justicia regrese a estar tierras, debería ser el pórtico de un juicio político frente a todo el país.

Para muchas personas, el actual equipo gobernante no tiene mayores mortificaciones respecto a lo que sucede. Hay gente que piensa que el chavismo está seguro de que las leyes del poder popular y el reimpulso administrativo necesario, de la mano del liderazgo de Maduro, nos sacarán pronto de este brete.

Yo pienso que es el contrario. Me parece que los chavistas tienen en este momento una enorme preocupación. Por muy holgada que sea su cotidianidad, diariamente deben llegarles reportes de amigos y allegados que les dan cuenta de la situación miserable que atravesamos, la cual, como ha quedado dicho, no ha tocado fondo.

Los chavistas ven encuestas y saben que nos aproximamos al tramo más duro del desierto, el del año 2015. Su pertinencia social está en un severo entredicho. Lo que pasa es que no tienen las herramientas, ni la convicción para fomentar un debate interno que les permita cambiar de rumbo estratégico. Mientras tanto, ponen el arbolito, arman el nacimiento y se comen sus hallacas hasta el año nuevo.

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