Venezuela

El diosdadismo y el allupismo siguen negociando

La propuesta es concreta: no hay duda que el diálogo debe avanzar a negociaciones y acuerdos en función del bienestar de las mayorías, pero como hemos dicho en otras oportunidades, este proceso debe ser transparente.

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Acuerdo
Foto: Pixabay

Nada sorprendente la develación de las cúpulas de la polarización sobre el hecho de que se está negociando, y de los avances más recientes de reuniones efectuadas en secreto. Esto lo habíamos advertido con bastante proximidad a la realidad, como consecuencia un par de evidencias:

1.- EL acuerdo del “polvo cósmico y la arena de playa” anunciado por Ramos Allup en los primeros meses del 2015, y 2.- Por la imperiosa necesidad de los sectores políticos del entorno madurista de intentar preservar su integridad  a través de un pacto de “borrón y cuenta nueva”, basado en la impunidad que debe garantizar la sobrevivencia de algunos a cambio de “las cabezas” de otros.

El problema fundamental de por qué se cae nuevamente la negociación en bloque, tal como ocurrió en República Dominicana, es uno: preservar los intereses de sectores parciales del entorno madurista en el gobierno conducidos tras bastidores por el cabellismo y del entorno adeco de la MUD, con el fin de poder lograr quedarse con todos los beneficios de un pacto en construcción, que pretende excluir a los demás actores de la polarización y exterminar a aquellos que están fuera de la misma.

Es sencillo, todo gira en torno a la utilización del referendo revocatorio como herramienta definitoria del proceso de negociación, para, sin llegar a él, se pueda lograr el reparto de las nuevas cuotas de poder y definir el destino del país, de espalda al pueblo, y sin duda alguna, a la democracia participativa y protagónica.

El problema no es que dialoguen, negocien, acuerden o pacten, eso es parte de la Política, el problema es que además de hacerlo de espaldas a la gente, confundiendo lo secreto con lo privado y discreto como si estuvieses en la “guerra fría”, lo peor es que lo que negocian no es cómo salir de la crisis, sino como repartirse el poder, dejando de lado los verdaderos problemas del pueblo venezolano.

La propuesta es concreta: no hay duda que el diálogo debe avanzar a negociaciones y acuerdos en función del bienestar de las mayorías, pero como hemos dicho en otras oportunidades, este proceso debe ser transparente, de cara a la opinión pública y con la gente, junto a otros actores fuera de la polarización, con acuerdos que puedan ser legitimados democráticamente, lo demás, de manera inevitable está destinado al fracaso rotundo, tal como ha sucedido hasta ahora, y solo servirá de base para que los sectores cabellistas y/o allupistas terminen de consagrar un pacto de espaldas a los intereses de la mayoría.

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