El Estímulo

El fútbol, para que sea lógico, necesita que primero sea trabajo

La directiva del Deportivo Táchira aguantó contra viento y marea a Daniel Farías. Hoy celebran un título que es hijo de ese respeto a los procesos, pero aún están lejos de lograr la primera gran meta de un equipo de fútbol: ser autosustentable y ajeno a los picos emocionales.

Publicidad
(lapatilla.com)

Antes de la contratación del entrenador oriental, por el equipo atigrado se pasearon directores técnicos de ideas muy pero muy distintas. Es el caso de Carlos Maldonado, Jorge Luis Pinto, José de Jesús Vera, Jaime de la Pava y los varios interinatos de Manolo Contreras hasta la aparición de Farías. Con él llegó la estabilidad al banquillo tachirense, así como un grupo de jugadores jóvenes a quienes mucho les costó comprender que San Cristobal no era Puerto La Cruz. No en vano, a este grupo y al cuerpo técnico se le ha dado el tiempo y el espacio que a otros no.

Ahí fue cuando la directiva hizo click. Convencidos por el proyecto de Daniel Farías se alejaron de sus viejas prácticas y lo dejaron trabajar. Al equipo se le hizo muy complicado establecer un patrón claro de juego, quizá por la juventud de la mayoría de sus jugadores o por algunas dudas de su entrenador. Pero para el Clausura 2014 ya se mostraban como el colectivo que hoy sí emociona a sus hinchas. Un año después, y sin escritorios ni apariciones del Consejo de Honor, Deportivo Táchira es campeón con todas las letras, y principal candidato a llevarse la estrella ante Trujillanos, justamente porque han hecho lo que los guerreros de la montaña no: mantener al equipo. Claro que mucho ayudó la contratación de jugadores con experiencia que quitaran algo de presión a los que ya estaban.

Ahora bien, los dueños del equipo no deben olvidar que cuando sube la marea también lo hace el barco, y que una corona no es más que el primer paso para metas mayores y más importantes. Táchira merece ser un competidor permanente y a la misma vez un exportador de talentos al extranjero, pero además, es necesario que muchos de esos jugadores sean formados y educados en el club. De nada sirve contratar a los mejores si luego estos no dejan más que un par de trofeos a la institución.

Uno, que es pesado y repetitivo, no se cansa de advertir a la dirigencia que cosecharán lo que siembren, y que por cada triunfo en primera deben llegar más y más voces que les recuerden que el futuro es incierto pero hay que trabajarlo abajo, en las divisiones infantiles y juveniles. Ese es el único camino; al fin y al cabo, es mejor que el futuro sea incierto a que no exista como tal.

Publicidad
Publicidad