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El hit del verano en España: más covid-19, variante Delta y Lola Índigo

España flexibilizó y apareció la variante Delta. Y aunque los servicios hospitalarios están a tope, no parece haber intenciones de implementar nuevas restricciones. La vacunación avanza y el verano deja aglomeraciones públicas y dudas entre algunos vacunados:¿qué es esto que siento, síntomas o efectos? Una mirada personal al panorama madrileño

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La quinta ola de la pandemia cayó como un tsunami en España. La llegada de más y más turistas por el verano, la flexibilización de las restricciones, el arribo de la variante Delta y las vacaciones de los sanitarios, coincidieron para aumentar los casos a una velocidad peligrosa. Aunque el Gobierno daba por sentado una mejora de la situación, no ha sido el caso y el caos es evidente. “Estamos como hace un año”, me dice una enfermera del 112 al teléfono. Noto desagrado y confusión en su voz, y espero a que me pase con otro sanitario.

No, no estamos igual. La aparición de la rampante variante Delta del virus generó un fuerte aumento de casos durante el verano, que también ha dado lugar a un incremento de las muertes: mientras entre el 1 de junio al 31 de agosto de 2020 fallecieron 2.025 personas, en el mismo período de 2021 murieron 4.423. Solo en agosto, 2.829 personas murieron por la enfermedad frente a las 680 contadas el mismo mes del año pasado, es decir, cuatro veces más.

Y a un año y medio de la llegada del coronavirus al mundo occidental, la Sanidad Pública no cuenta con protocolos suficientes para atender la expansión de la pandemia, pero tampoco para dar respuestas a los miles de casos diversos: ¿Qué pasa si tengo covid-19, soy asintomática y me vacunan? ¿Cuáles son los síntomas de covid para los vacunados con la primera dosis? ¿Cuál es el protocolo a seguir en caso de que surjan nuevos síntomas tras la vacuna? ¿La vacuna puede propiciar la pérdida olfativa?

Hace justo 7 días que me pusieron la primera dosis de Pfizer, que me corresponde por entrar al grupo de entre 30 y 40 años. Y en apenas 5 días he oscilado intermitentemente entre los efectos secundarios típicos de la vacuna (malestar corporal, astralgia, dolor de cabeza y fiebre), a una tos con flema, malestar en la garganta y congestión nasal. Hoy, ya no huelo ni puedo saborear nada Esto es lo que me dice Ricardo al teléfono, la primera vez que llamo al número de atención a los vacunados de la Comunidad de Madrid:

-No tenemos protocolos para tos y flema, porque no son efectos secundarios de la vacuna. Yo soy un administrador y no te puedo recetar nada, lo mejor será que llames al 112 para que un sanitario te indique qué hacer.

Ricardo es un extranjero amable, preocupado, con un guion en mano en el que no está mi escena.

Con temor llamo al 112, no quisiera crear alarma ni que aparezca una ambulancia en la puerta de casa. Me atiende la enfermera M, con mal carácter, me alza la voz y me indica que llame a mi centro de salud y pida cita. “Las citas las dan para dentro de dos semanas”, le digo. Y eso por ser optimista. La realidad es que en mi Centro de Salud no hay citas para agosto, ni septiembre. Miles de sanitarios se han ido de vacaciones. La enfermera M dice que la única opción es esa, que a emergencias ni se me ocurra ir porque están colapsados. “No es culpa de los sanitarios, no nos pagan horas extras y son demasiados pacientes para tan pocos médicos”, se queja conmigo.

En la Comunidad de Madrid se detectaron 45.847 casos de covid-19 confirmados totales del martes 24 de julio al 6 de agosto, según el Ministerio de Sanidad. Una cifra solo superada por Andalucía con 48.979 casos, seguida de Cataluña con 47.765. En total, en España se notificaron 1.174.121 casos nuevos de coronavirus entre el 1 de junio y el 31 de agosto de 2021.

Al 1 de septiembre, España había vacunado con la primera dosis a 78,2% de la población (36.696.877 personas) y con dos dosis al 72,3% de la población (33.940.053 personas). En Madrid se han puesto 9.115.307 vacunas contra el coronavirus, que representan un 86,9% de las 10.485.779 dosis recibidas en la Comunidad Autónoma.

Espero atenta al teléfono y me pasa con otras enfermeras, cinco en total, hasta llegar a N que me dice que la tos, la molestia en la garganta y la flema son efectos de la vacuna, “sin duda”. “Si te sientes mal, te vas a emergencias”, me señala rápidamente con ganas de colgar. “¿Y lo del olor y el sabor?”, le pregunto. “Ah, no, eso ya no sé, pero es probable que también”.

Desaparece su voz en el aire y con ella mi caso. En breve, hago una búsqueda y una llamada más y me doy cuenta de que ninguna de las personas con las que hablé registraron mi información en mi historial médico o expediente digital. Dudo que haya contado para algún tipo de estadísticas sobre efectos adversos de la vacuna.

Decido acudir a mi médico de confianza B, una venezolana radicada en Ecuador que me dice que lo más probable es que tenga covid-19. ¿Covid? ¿No es un efecto de la vacuna? Corro a revisar el prospecto de Pfizer disponible en la web vacunacovid.gob.es del Gobierno español y nada dice sobre mis síntomas. B me dice que (1) es posible que fuera asintomática y que la vacuna haya disparado la enfermedad; o (2) que me contagié en el lugar de la administración de la vacuna, que en mi caso fue el Wizink Center, uno de los espacios multiusos más grandes de Madrid que ha combinado la inmunización de unas 4.000 personas diarias con las largas colas para ver a Lola Índigo. Una nutrida fila de jóvenes con camisetas y mascarillas rosadas se extiende perpendicularmente a la cola de los postulantes a la vacuna.

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Ante la duda, me indica que me haga una PCR. Otra odisea en el verano caliente de Madrid, del que hasta los médicos huyen. Es sábado a las dos de la tarde y los laboratorios privados ya han cerrado, el centro médico atiende a partir del lunes. No me queda más que esperar al inicio de la semana, a pesar de que la probabilidad de acierto del test disminuirá pasados los primeros cinco días de síntomas. Ya lo advertía Juan Luis Guerra y su 440: los médicos se fueron. Lola Índigo, en cambio, diría que esta medicina no es adictiva, es pecado mortal. Cada uno con lo suyo.

¿Efectos o síntomas?

Pasados ya tantos días de haber confundido efectos secundarios con síntomas, es normal que cualquiera se deje llevar en los brazos del ARNm de Pfizer con nucleósidos modificados y espere que la vacune lo ampare. Pero Sanidad nos ha hecho saber que nuestro deber como ciudadanos es informar de cualquier eventualidad con la vacuna y, además, es necesario registrar si hemos tenido covid post-vacuna para saber cuándo nos toca la segunda dosis.

De modo que la doctora B me recomienda lo siguiente: hacer una prueba de antígenos. Si sale positiva, tomar las precauciones de la enfermedad. “Si te sale negativa, es posible aun que sea un falso negativo porque han pasado muchos días, por lo que allí sí te puedes hacer la PCR para comprobar si tienes el virus activo. En caso de que te salga negativo, deberemos hacer una prueba serológica a ver si acabas de pasar la enfermedad, puesto que deberás llevar ese registro para tu segunda dosis”, explica.

Descabellado o no. La falta de respuestas y de control sobre los asintomáticos nos lleva a buscar todas las alternativas.

En ese momento recuerdo que el Gobierno permitió la venta abierta y sin receta de test de antígenos caseros en las farmacias locales y llamo para comprar uno. No tengo suerte. “Están agotados”, me aseguran cuatro veces. Agotados a tan solo 3 días desde que se liberara su venta. Abrí los ojos como luna llena y me agarré la cabeza.

Día 8 de mi odisea y 3 con hiposmia, esa incómoda pérdida parcial del olfato. A estas alturas ya he pasado la enfermedad. El test de antígenos responde con doble línea y un gran positivo me llega al correo electrónico. La pérdida del olfato y gusto es uno de los síntomas menos explicables para la ciencia, pero también es un buen pronóstico de la enfermedad, según una investigación internacional liderada por científicos de la Universidad Complutense y el Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Además, esto ocurre principalmente a mujeres, según un artículo de la Journal of the American Medical Association.

Para la doctora Adriana Amaral, residente de 4to año de Neumología del Hospital Universitario Puerta de Hierro, en Madrid, sí es posible contagiarse tras la primera o segunda dosis porque “la protección óptima de las vacunas la tenemos por lo menos a los 7-28 días luego de la segunda dosis”.

“La efectividad de la vacuna es del 57% a partir del día 28 de la primera dosis y a partir del 7mo día tras la segunda dosis la efectividad es más del 88%”, asegura, con lo cual muchos de los afectados podrían confundirse entre unos y otros síntomas.

¿Cómo saber entonces si estoy protegida y frente a qué variante con la vacuna? Amaral afirma que “las medidas de protección son eficaces frente a todas las variantes porque el mecanismo de transmisión es el mismo”.

“En España ha ido incrementando el porcentaje de la Delta, que ha alcanzado el 47-86%. Esta variante es más transmisible y tiene ligera disminución de la eficacia vacunal, mas solo con la primera dosis”, indica y confirma: “los síntomas de la nueva variante son algo diferentes, es más parecido a un resfriado fuerte con secreciones nasales, fiebre, dolor de cabeza y dolor de garganta”.

Así, quienes sufren la enfermedad desde casa no sabrán qué variante tienen y ante el mínimo estornudo deberán acudir al médico o hacerse prueba de antígenos o PCR. En España, la evolución de la enfermedad es registrada por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, no así los casos que son tratados desde casa o con seguros privados, con lo cual no existen protocolos públicos ante la nueva variante. Tampoco existen registros de contagiados tras la primera o segunda dosis.

Por lo pronto, se conoce que la variante Delta ya representa 77% de los casos detectados (solo en hospitalizados o personas tratadas en Emergencias), según la última actualización de los datos del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES). El porcentaje en la mayoría de las comunidades autónomas supera el 80%, algo que aleja la posibilidad de alcanzar la inmunidad de grupo para septiembre, mes en el que toda la peña vuelve a Madrid de sus vacaciones y se abarrotan terrazas y bares de personas que buscan aprovechar los últimos días de calor.

Pese a esto, para las autoridades comunitarias no está en discusión la aplicación de nuevas medidas de restricción en Madrid. De hecho, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, anunció que flexibilizará los aforos en espacios públicos para la tercera semana de septiembre.

Desde un seguro privado al que consulto sobre si debo hacerme otro testeo en los próximos días, dicen: “Sabemos que la mayoría de las personas seguirá dando positivo durante semanas, por lo que no te aconsejo seguir haciéndote pruebas. Lo único que puedes hacer es finalizar el aislamiento una vez terminen tus síntomas, excepto la pérdida del olfato, esto te puede durar semanas y meses también”. ¿Y la vacuna? “Debes esperar 6 meses para ponerte la segunda dosis”.

Sin gusto y sin olfato, solo puedo escuchar a Lola cantando en el Wizink: Yo ya no quiero ná, yo ya no quiero ná”.

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