Venezuela

El incendio del Nerón cucuteño

Las leyendas, más que la Historia, hablan de Nerón Claudio César Augusto Germánico en su palacio de la colina Palatina, en Roma, tocando cítara y componiendo versos mientras observaba el gigantesco incendio que destruyó cuatro de los catorce distritos de la ciudad y afectó gravemente a otros siete.  

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En aquella época era usual que hubiera incendios en Roma, sobre todo durante el verano. Las casas construidas de madera eran altamente inflamables. De hecho, el único autor que menciona el incendio del año 64 de la era común es Tácito, y hay contradicciones en su testimonio. Haya sido lo que haya sido, el incendio de Roma pasó al imaginario popular como uno de los eventos más trágicos y esquizofrénicos de la Historia y ha servido como punto de comparación para otros eventos igualmente trágicos o esquizofrénicos.
En los anales del siglo XX está Mao Tse Tung, uno de los fundadores del partido comunista chino, presidente de la República Soviética de China y de la República Popular China. No se sabe el número de muertos que causó con su “Gran Salto Adelante” un gran fiasco que intentó sustituir la burocracia gubernamental por comunas. Tampoco se sabe cuántos millones de muertos causó con la llamada “Revolución Cultural” durante la cual reprimió brutalmente a sus opositores.  
También está Pol Pot, en Camboya, jefe del Khmer Rouge o Jemeres Rojos, quien destruyó todo el statu quo para empezar desde el “año cero”. La Kampuchea Democrática, decretada en 1975, escribiría la “nueva” historia del país. Para ello, los jemeres rojos quemaron industrias, escuelas, bibliotecas y laboratorios. Se acabó con todos los medicamentos: los nuevos remedios serían producto de «la sabiduría popular”. Los vehículos fueron también destruidos y se decretó la carreta de bueyes o mulas como el medio de transporte nacional. Se abolió la propiedad privada. Los niños ideologizados denunciaban a sus padres. La orden de Pol Pot de acabar con «todos los elementos subversivos» se ejecutó con crueldad extrema. Previa tortura, fue asesinada la clase media y todos los profesionales. Llegaron a matar hasta a quienes usaban lentes sólo «porque eran signo de intelectualidad». El saldo de muertos, más de dos millones.
En la antigua Zaire (hoy República Democrática del Congo) Mobutu Sese Seko causó una de las hambrunas más espantosas a pesar de tener un país riquísimo en recursos naturales. Su fortuna en Suiza fue calculada en cinco mil millones de dólares.
En Venezuela estamos yendo aceleradamente hacia los niveles de destrucción de Camboya, China, Zaire, por poner sólo tres ejemplos. El país más rico de América del Sur, con la clase media más creciente y próspera en los años 70, hoy es el más pobre de la región después de Haití. Las medidas “económicas” anunciadas por Nicolás Maduro el viernes pasado (“viernes rojísimo”, será) terminarán destruyendo lo poco que queda de la industria y el comercio.
Y no es brutalidad, ni ineficiencia: es a propósito. Ellos esperan que lo que queda de clase media se vaya del país. Así ellos se quedarán con un régimen de terror y el lumpenproletariado como únicos habitantes, igual que en Cuba, contentos de recibir cualquier migaja que les ofrezca el régimen. Es su única manera de evadir la justicia internacional. Quedarse en un ex país donde puedan hacer lo que les venga en gana.
Con lo que no contaban, tal parece, es con la terquedad de tantos venezolanos que estamos dispuestos a que no nos arrebaten el país. Ya veremos a nuestro Nerón cucuteño bailando salsa mientras el país se nos cae a pedazos… Pero no triunfará. Yo estoy segura de que están “incendiando Roma” antes de salir. Nosotros la reconstruiremos.]]>

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