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El Jazz conquista las calles de Panamá con el "Panamá Jazz Festival"

El Panamá Jazz Festival, que culmina el 17 de enero con un multitudinario espectáculo gratuito, arribó a su décimo segunda edición con conciertos, clases magistrales, seminarios, audiciones y becas para estudiar música en conservatorios de renombre mundial.

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 La Ciudad del Saber, una zona que otrora fue de exclusivo uso militar y hoy está dedicada a  estimular el desarrollo humano y la calidad de vida de los panameños, honró su propósito esta semana al consagrar sus espacios a la programación del Panamá Jazz Festival, que se realiza del 13 al 17 de enero.

Empleados de ministerios, organismos internacionales, turistas y vecinos tuvieron la oportunidad de recrearse durante  la hora del almuerzo con la banda del estadounidense Matt Marvuglio y sus invitados en Out of the Lunch Sessions, un espectáculo montado en la feria de comida rápida de un centro comercial.

El Panama Jazz Festival es organizado por la Fundación Danilo Pérez, una iniciativa impulsada por el pianista Danilo Pérez Urriola en 1965 para utilizar la música como herramienta transformadora en jóvenes con problemas de conducta en comunidades pobres de las ciudades de Colón y Panamá.

El impacto del festival se sentía en la calle. En el Terminal Nacional de Transporte de Albrook caminaban decenas de jóvenes ataviados con franelas azul eléctrico, que los identificaba como voluntarios del  evento.

Daniel Arosemena, de 18 años, se veía entusiasmado mientras se dirigía a su trabajo en el festival. «Soy pianista y admiro la labor de la fundación. Quiero ayudar a que el festival sea un éxito».

El interés de los muchachos panameños por esta cita anual no es fortuito. Durante esta semana, al menos mil 500 jóvenes participarán en el proceso de admisión de importantes escuelas de música como Berklee College of Music, New England Conservatory y el Conservatorio de Música de París.

Desde el 2003, cientos de estudiantes panameños y latinoamericanos se han beneficiado con becas valoradas en unos 4 millones de dólares. Este año se presentarán tres nuevas asistencias económicas para músicos sobresalientes: la Beca Wayne Shorter, la Beca Rubén Blades y la Beca Omar Alfanno.

Otra de las aristas del festival se centró en las actividades musicales y la salud. En el Centro de Convenciones de la Ciudad del Saber, expertos analizaron los avances terapéuticos de la música en el III Simposio Latinoamericano de Musicoterapia. El doctor colombiano Juan Pablo Ruiz, aseguró que «las nuevas tecnologías de la neuroimagen han permitido ver que la música es la actividad humana que más actividad neuronal genera”.

El venezolano Pepe Peña presentó un taller de fabricación de instrumentos de percusión afro-venezolanos con plantas y árboles.

«Los humanos nacemos del arte de la percusión, cuando estamos en el vientre desarrollamos el sentido del oído en el cuarto mes, y desde entonces podemos escuchar el corazón, la respiración y el flujo sanguíneo de una orquesta viviente llamada madre», expresó el folclorista valenciano.

Los conciertos del 2015 han contado con la participación de Children of the Light Trio con Danilo Pérez, Rubén Blades, Benny Golson, Claudia Acuña, Mapujazz, Miguel Zenón, Brian Blade & The Fellowship Band, Pedrito Martínez, Phil Ranelin & Matt Marvuglio, Jorge Pérez, Sissy Castrogiovanni, Uwe Kropinski & Michael Heupel, Kevin Harris Project, Orion Lion y Riccardo del Fra.

El cierre del festival se realizará el sábado 17 de enero, a partir de las 3 p.m., en el Cuadrilátero Central de la Ciudad del Saber. Los organizadores sólo adelantaron que participarán «reconocidos artistas nacionales e internaciones» pero se reservaron publicar sus nombres. Será un concierto sorpresa, completamente gratuito, en una extensa área verde de una zona que transformó su pasado militarista a uno humanista.

El músico y político Rubén Blades animó a todos los panameños a apoyar al festival.

«Esto es una contribución a la cultura nacional que debe ser obligatoria», acotando que la ayuda también debería provenir de «los niveles más altos posibles».

Por:  Mariángela Velásquez

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