Opinión

El Kirchnerismo, Venezuela y el verbo disipar

Argentina tratará de ser interlocutor directo con el chavismo y al mismo tiempo acercar posiciones con Estados Unidos, que en un cambio de estrategia ahora aboga por el diálogo entre oposición y gobierno de Maduro

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La decisión no es sorpresiva. Ya el gobierno de Argentina venía dando señales diversas de que dejaría atrás la política hacia Venezuela que heredó de Mauricio Macri, en 2019. Lo llamativo, en verdad, ha sido el uso del lenguaje.

El presidente Alberto Fernández, en la justificación pública que hizo de su decisión, usó el verbo disipar. Dijo que muchos de los problemas de Venezuela, en la agenda de derechos humanos, con el paso del tiempo se han disipado. Muy particular el uso de este verbo para definir una problemática compleja, que como bien le ripostó la directora de Human Rights Watch, Tamara Taraciuk, aún está lejos de haberse resuelto.

“Venezuela ha pasado por tiempos difíciles. La alta comisionada de los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, ha tomado cartas en el asunto y trabajó con el gobierno (de Nicolás Maduro). Muchos de esos problemas se han disipado con el tiempo y estamos viendo cómo los acuerdos hicieron que avance en su proceso electoral. Creemos que es momento de ayudar y que en el diálogo recupere su normal funcionamiento como país y como sociedad. No lo vamos a lograr si la dejamos sola, sin embajadores y sin nuestra atención”, justificó el presidente argentino.

Fernández confirmó este 18 de abril su decisión de reestablecer de forma plena las relaciones diplomáticas con el gobierno de Maduro. Esto da pie para la designación de embajadores entre los dos países, tras varios años de tener embajadas con encargados de negocios.

¿Se evaporaron los problemas?

El diccionario de la Real Academia Española de la lengua define al verbo disipar de estas formas: “esparcir y desvanecer las partes que forman un cuerpo” y en una tercera posibilidad habla de “evaporarse, resolverse en vapores”. Particular manera de enmarcar una crisis compleja. Es como si los problemas de Venezuela se hubiesen evaporado, según el presidente Fernández.

Sí se cuidó el mandatario argentino de señalar que los problemas se superaron por obra de la gestión de Maduro. Más parece adjudicarle el paso del tiempo a todo esto.

Hace un mes el diario La Nación de Buenos Aires no sólo había adelantado esta jugada diplomática de Fernández, sino que también asomó el nombre del futuro embajador argentino en Venezuela. Se trata de Oscar Laborde, quien en el pasado militó en el Partido Comunista pero que desde hace años se identifica con el Kirchnerismo. Su nombre, para lo que será una delicada gestión diplomática, fue acordado entre Fernández y su vicepresidenta, la dos veces jefa de Estado, Cristina Fernández de Kirchner.

Laborde actualmente se desempeña como vicepresidente del Parlasur. Tiene canal de comunicación directo tanto con el presidente Fernández como con CFK, el acrónimo con el que es conocida la figura poderosa de la vice presidenta en Argentina.

Posiciones ambiguas

La política exterior del gobierno de Fernández sólo es comprensible a la luz de la coalición de gobierno. Muchas de las iniciativas se toman para satisfacer al ala dura del Frente de Todos, el kirchnerismo, esto me lo comentó Ignacio Labaqui, profesor de las universidades católica y del CEMA (Centro de Estudios Macroeconómicos) desde Buenos Aires.

En 2019 siendo presidente de Argentina, Mauricio Macri decidió sumarse a la ola de desconocimientos diplomáticos que se juntaron entonces contra Maduro. En aquel momento Buenos Aires le dio estatus de “embajadora” a Elisa Trotta Gamus, designada por Juan Guaidó.

En enero de 2020, entre las primeras decisiones tomadas por el recién estrenado gobierno de Alberto Fernández, fue quitarle el rango de embajadora a la representante opositora. Sin embargo, el kirchnerismo evitó designar un embajador en Caracas, pese a que la embajada está sin titular desde 2015. 

En los últimos dos años, entre tanto, el gobierno de Fernández ha tenido posiciones ambiguas y a veces contradictorias. Ha respaldado al régimen de Maduro en el seno de la Organización de Estados Americanos, pero en la Organización de Naciones Unidas o ha votado en contra o se ha abstenido.

Según perciben analistas, el tema de Venezuela entró en la interna del kirchnerismo, propio de las tensiones entre el presidente y la vice presidenta. Eso explica una suerte de esquizofrenia en los pronunciamientos sobre el chavismo en los organismos multilaterales. La designación de un embajador con un perfil claramente político, y con acceso directo a la Casa Rosada, podría ayudar a tener cierta coherencia, en una tónica que podría ser más de conexión con el chavismo, en lugar del aislamiento.

Por otro lado, Argentina tratará de ser interlocutor directo con el chavismo, con la designación de Laborde, y al mismo tiempo acercar posiciones con Estados Unidos, que en un cambio de estrategia ahora aboga por el diálogo entre oposición y gobierno de Maduro, así como de un canal directo de negociación entre Caracas y Washington.

“Muy desafortunadas declaraciones del presidente Fernández sobre Venezuela. Si el gobierno argentino no parte de un diagnóstico real sobre lo que ocurre en Venezuela, sus gestiones sólo servirán para legitimar al régimen represivo de Nicolás Maduro”, puntualizó la directora en funciones de HRW para las Américas, Támara Taraciuk.

La crisis de derechos humanos que vive Venezuela sigue viva, no se evaporó. 

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