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El nuevo escenario Conmebol: Oportunidades para el fútbol criollo

Bajo el nuevo mando del paraguayo Alejandro Domínguez, el ente que rige el fútbol en el sur de América se ha tenido que sanear sí o sí.

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La Suramérica de los noventas tuvo algo muy en común: los sistemas democráticos se estabilizaban en el subcontinente luego de padecer cruentas dictaduras de derecha. El florecer de esos nuevos sistemas, en algunos casos, fue traumático, pero la mayoría de los países pudo madurar el crecimiento político con la participación de la gente. Algo similar está viviendo la Conmebol.

A poco más de un año de la razzia hecha por el FBI en la Confederación Sudamericana de Fútbol, los coletazos aún revientan en un rompeolas bastante fracturado, pero que ha sobrevivido a la vileza de la máxima expresión de la corrupción. Bajo el nuevo mando del paraguayo Alejandro Domínguez, el ente que rige el fútbol en el sur de América se ha tenido que sanear sí o sí.

Es difícil determinar si los privilegios económicos, las coimas y los chantajes han desaparecido en este escenario, sobre todo porque algunos nombres indignos permanecen en la órbita de la CSF, pero los intentos de lavar la cara de Conmebol son evidentes y, poco a poco, van cambiando la imagen y reputación de una casa que albergó una de las mafias más impudorosas del orbe.

La rapidez con la que se acordó la transformación de las competencias de clubes continentales es proporcional a lo caduco que es el actual formato con el que se disputan la Libertadores y Sudamericana. Las nuevas condiciones de los mercados y la necesidad de adaptarse a la realidad competitiva del planeta fútbol, obligó a que en 2017 el calendario sea distinto. Por ejemplo: se dejaría de jugar una Recopa con un campeón de Libertadores cuyo sucesor ya se conoce, los cuadros mexicanos quedarían exentos de participar debido a los desequilibrios con sus calendarios (Aunque en casi 20 años de participación de equipos de ese país aún no han podido obtener un título, lo que haría testimonial su ausencia, más allá de la competitividad que brindan sus poderosos clubes) y aumentaría el atractivo con una final a un único partido en campo neutro.

Los cambios recientes producidos en el formato del campeonato venezolano se ajustan al nuevo fixture de los torneos continentales, incluso, se acopla perfectamente a los tiempos. Sin embargo, hay diversos aspectos en los que los ajustes no serán tan beneficiosos para el fútbol criollo. A partir de las modificaciones, analizaremos la implicación para los clubes nacionales partiendo desde tres puntos neurálgicos:

1. Formato anual de competencia (Libertadores de finales de enero o comienzos de febrero hasta finales de noviembre o comienzos de diciembre. En el caso de la Sudamericana, desde marzo hasta comienzos de diciembre). Desde esta perspectiva, los equipos venezolanos que clasifiquen a la Libertadores disputarán esa competencia una vez finalice cada temporada, situación que no cambia con respecto al nuevo formato.

Que se juegue a la par la Copa Sudamericana de la Libertadores, ampliará las posibilidades de participación de otros equipos “no tradicionales” de Venezuela en competencias continentales, aunque la competitividad se mantendría igual, debido a que no podrán participar equipos que hayan accedido a la Libertadores, una posibilidad que hoy es permitida. Es decir, equipos teóricamente más débiles representarían al país en la Sudamericana, cediendo espacio para alcanzar algún logro importante en dicho torneo.

2. Serán 44 los clubes que participen de la Libertadores, seis más que en la actualidad (38), distribuidos los nuevos cupos así: uno para el campeón de Copa Sudamericana anterior, dos para Brasil y una plaza para Argentina, Colombia y Chile, respectivamente. En este caso, Venezuela no se beneficia, al contrario, se complica más el panorama, debido a que, como se viene haciendo, el tercer clasificado irá a la primera fase de Libertadores, pero en adelante tendrá que sortear dos ruedas para acceder a la fase de grupos (De 16 equipos clasificarán cuatro), cuando históricamente apenas solo dos equipos han podido hacerlo desde que se disputa la modalidad actual, con apenas una instancia de partidos de ida y vuelta. Los ocho equipos que clasifiquen terceros en cada grupo irán a la Sudamericana (al estilo UEFA) más los dos “mejores” eliminados de la primera fase.

3. La obligatoriedad de cumplir con los requisitos de la Licencia Conmebol para las poder participar en competiciones continentales a partir de 2018, obligará a profesionalizar aún más la estructura de los equipos criollos, aunque hay criterios que apurarán a algunos, sobre todo por las exigencias de infraestructura, en los que actualmente ningún estadio del país cumple con todos y cada uno de las exigencias que plantea el reglamento (estadio e instalaciones de entrenamiento propias o rentadas, implementos de seguridad como circuito cerrado de TV en los escenarios, entre otros).

Además, los clubes deben poseer programas de desarrollo del fútbol juvenil (algo aún no muy claro en la mayoría) y comprobar la transparencia en el manejo de sus recursos financieros, realidad que en el fútbol criollo dista de ser público y pulcro, donde la FVF poco coopera en divulgar el manejo administrativo del campeonato que organiza.

Los avances que se puedan lograr en el ámbito continental, solo tendrán contraprestación en el escenario nacional sí y solo sí existe la verdadera voluntad de entender que todos los cambios y obligaciones no son limitantes sino estímulos para fomentar el crecimiento orgánico de cada uno de los equipos del país. Si ese crecimiento no se motiva a lo interno, el tener que ajustarse a lo que exige Conmebol no será menos que un impulso para adecuarse a las realidades internacionales. Recortar las diferencias con el resto a través de la profesionalización de las estructuras y la pulcritud administrativa implicará una inversión económica importante, algo que ya realizan varios clubes en el país, pero con un control externo, que se estima, impida que haya algún tipo de alteración mal habida.

Las condiciones serán más exigentes, pero las oportunidades muchas. Ojalá los dirigentes del país sepan aprovecharlas.

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