Opinión

El Post-sacudón

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Nicolás Maduro
Luis Pedro España N.

Después de lo que fue la alocución de “el sacudón” está bastante claro que lo que ocurrió fue más un reajuste en el mapa de poder del gobierno que, lo que el país en verdad necesita, un verdadero viraje en la conducción económica y social de los asuntos públicos.

Como ya es tradición en la acción gubernamental, primero están los intereses puertas adentro y después todo lo demás. Las indefiniciones que persisten en materia económica sólo prolongan la agonía de un pueblo sin productos esenciales en los anaqueles o con precios desorbitados de lo poco que se va encontrando. La tozudez de quienes llevan equivocados el mismo tiempo que lleva menguando la renta petrolera, nos mantiene en este atolladero de crisis recesiva que cobra sus víctimas en forma de pacientes sin tratamiento, empresas sin insumos, equipos sin repuestos y familias sin bienes con los cuales satisfacer las necesidades más básica.

Todo lo anterior justificado y bendecido con tres o cuatro indicadores, que sin la menor vergüenza argumentativa, quienes las exponen saben que tras esas cifras de desempleo abierto no se puede esconder toda una realidad social que no se corresponde con el supuesto éxito del gobierno que pretendió presentarse a lo largo de toda la cadena oficial de “el sacudón”.

Es un discurso falaz de las cifras de pobreza, concentración del ingreso o cualquiera de las tablas que el gobierno muestra, las cuales, mal explicadas y peor entendidas, tratan de justificar porque todo lo que esperaban los agentes económicos y sociales no era lo correcto, y que sólo son ciertas las interesadas fantasías de un gobierno que se resiste empecinadamente a comportarse de manera responsable y asumir de una buena vez las consecuencias de sus errores.

Luego del anuncio de cambio de gabinete, asistimos a la recaptura del poder por parte del conservadurismo y la tradición dentro del gobierno. Los mínimos intentos de reacomodo frente a la nueva realidad de caída de la renta y de haber alcanzado el límite de tolerancia del intervencionismo estatal, fueron castrados por la definición de una lucha en el poder donde privó aferrarse al pasado que hacerle frente al presente o a los retos del futuro.

El resultado de todo este episodio de “el sacudón” será el tener que anunciar la necesidad de otro nuevo sacudón. Esta vez en condiciones económicas más difíciles, con menos credibilidad y con un saldo social negativo que no sólo se pudo haber evitado, sino que para entonces será parte de la ingobernabilidad con la que tendrán que lidiar los artífices de la inacción que muestra el gobierno. ¿Para cuando? ¿2015? ¿2016?

Lo que si esta claro es que los próximos días serán tiempos para evidenciar como empeorarán los verdaderos indicadores de la crisis del país. Desabastecimiento e inflación, ese monstro de dos cabezas que el gobierno minimiza, ignora o convierte en ilusas batallas contra sus consecuencias, seguirá avanzando y creciendo para el sufrimiento del pueblo. Contra él no funcionan los remedios ideológicos, ni las declaración políticas, son medidas sensatas, esas que el gobierno se empecina en desechar, las únicas que pueden contra estos problemas que nos conducen al atraso y el sufrimiento social.

Siguen los días negros para el país. Los mercados internacionales lo han reflejado con claridad. Siguen las posposiciones y omisiones que nos siguen lanzando al último lugar de todos los rankings internacionales del desarrollo y el bienestar. Siguen las causas de nuestros males.
Debe ser que aún nos falta mucha crisis por recorrer. Por ahora hay que prepararse para tener mas de lo mismo malo, o mas malo.

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