Venezuela

El pueblo no estuvo invitado al Palacio Legislativo

Pese a las restricciones a la movilidad, como la sorpresiva suspensión de servicio de Metro en varias estaciones, algunos esperanzados seguidores del chavismo se acercaron al centro caraqueño para tratar de ser testigos de la instalación del nuevo parlamento de Maduro. Pero se quedaron con las ganas de que los diputados escucharan sus problemas

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La mañana de este martes 5 de enero, las calles del centro de Caracas amanecieron tomadas por funcionarios de la policía, de la Guardia Nacional, del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) y de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), y todo por el acto de juramentación de las autoridades de la nueva Asamblea Nacional, AN, recinto en el cual no se le permitió la entrada del pueblo.

Aurora Martínez vive en el municipio Independencia, en la comunidad de Santa Teresa del Tuy, del estado Miranda. Tiene una discapacidad visual y este martes 5 de enero salió de su casa a las tres de la madrugada, rumbo a Caracas para asistir al acto de los nuevos diputados del parlamento de Maduro.

Aurora hizo el viaje con su amiga Liseth Cañongo, quien también tenía la esperanza de entrar a la sede de la AN, pero no pudieron cumplir su meta. Les negaron el acceso a la sede del Palacio Legislativo: “Allí solo pasan las personas que están acreditadas, que hayan resultado negativos en la prueba de covid-19”, les informó uno de los funcionarios que custodiaba la Plaza Bolívar.

“Yo quería pedirle personalmente a los diputados que mejoren la atención a las personas con discapacidad, que continúen en contacto directo con el pueblo, así como lo hicieron en la campaña buscando los votos para ganar esos cargos”, dijo Aurora Martínez.

En otra esquina de la plaza, Domingo Ramírez tuvo que conformarse con ver a los diputados desde lejos, pues no se le permitía el paso a los espacios en donde se le rendían honores al Libertador Simón Bolívar.

“Yo venía a pedir a estas autoridades que ofrezcan mayor atención a los pensionados y jubilados, a los abuelos, ya que esa pensión que nos pagan mensualmente no sirve para nada. Ni medio cartón de huevos podemos comprar, tampoco medicinas. Nosotros estamos pasando hambre, estamos padeciendo muchas necesidades”, dijo Ramírez.

En la esquina de San Francisco se encontraba otro grupo de personas afectas al Gobierno de Nicolás Maduro, que también se quedaron con las ganas de entrar a la Asamblea Nacional: funcionarios policiales los obligaban a que se mantuvieran en la acera e impedían que se le acercaran a cualquier autoridad que por allí pasara.

Shirly Rincón, con las fotografías de Hugo Chávez y de Simón Bolívar en sus manos, también se quedó con las ganas de entrar al Palacio Legislativo: “Yo quiero pedir que esos nuevos diputados legislen a favor del pueblo. Tienen que buscar las soluciones al problema de la comida, de los altos precios, que es lo que más nos afecta. Hay que hacer cumplir las leyes”.

Solicitando se legalice el aborto, así como sucedió en Argentina, también se presentaron los grupos feministas. A su lado estaban los representantes de la comunidad LGBT, quienes exigían se respeten sus derechos.

En otra esquina, los llamados grupo de pobladores y las trabajadores residenciales, solicitaban el beneficio de una casa propia.

Enrique Infante, habitante de Petare, se encontraba acompañado de vecinos de otros sectores populares: “Estamos aquí exigiendo que se mejoren los servicios públicos. No es posible que pasemos hasta tres meses sin servicio de agua, no hay distribución de gas doméstico y el servicio de electricidad es de mala calidad, situaciones que desmejoran nuestra calidad de vida”.

En los alrededores solo se encontraban dos vendedores que ofrecían gorras tricolores a razón de 5 dólares; chaquetas a 15 y banderas en 1 dólar. Al final, no lograron hacer ni una sola venta.

Otros vendedores ofrecían caramelos y helados.

Alrededor de las 2 de la tarde, cuando se anunció la culminación del acto protocolar, la gente rompió el cordón de seguridad con la esperanza de poder entrar al Palacio, pero no se les permitió el acceso.

Varios de los diputados salieron custodiados por escoltas hasta sus lujosas camionetas, que arrancaron su marcha deprisa para evitar el contacto con el pueblo.
Una señora, que había permanecido a las afueras durante todo el acto, se quejó: “Bueno, cómo es la vaina, esos diputados están allá adentro, gracias al voto del pueblo y ahora el pueblo no puede tocarlos, no puede hablar con ellos… Es un mal comienzo”.

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