Espectáculos

El Rey Tut se convierte en un guerrero para la televisión

A pesar de lo emblemático de su nombre, la historia de Tutankamón no había sido contada por Hollywood. Por primera vez, se asume una puesta en escena épica por encima de la documental para narrar la vida en el trono del niño faraón, novelando su historia y convirtiéndola en el retrato de conspiraciones de poder, alejado de las conclusiones arqueológicas surgidas del descubrimiento de su tumba el 4 de noviembre de 1922.

Publicidad

Si hay algo que la producción audiovisual admira es el relato histórico. Es la oportunidad para destacar en decorados, vestuario, diseños de producción y hasta efectos especiales, y siempre la exquisitez visual será valorada mucho más que en otro tipo de relato. Por eso, es un reto cada vez que se muestran películas o series de trama histórica, como El Rey Tut, la miniserie de tres episodios que transmitirá History Channel entre el miércoles 4 y el viernes 6 de noviembre. Estrenada ya en Estados Unidos en el canal Spike -y habiendo levantado polvo por las decisiones de casting sobre actores negros en roles claves– se trata de la historia de Tutankamón, el niño faraón de Egipto, más famoso en el mundo contemporáneo por su tumba descubierta en 1922 y la «maldición» que acompañó al hallazgo.

Pero la historia que se verá en pantalla es la de un Tut ascendiendo al poder y buscando mantenerse en él, confrontando las intrigas palaciegas, convocando a aliados y a enemigos y hasta amoríos y celos; mientras trata de convencer a su entorno de que ya no es solo un muchacho. La tarea está en manos de Avan Jogia, quien asegura desde Los Ángeles que el reto era producir un trabajo entretenido utilizando cosas que pasaron en la historia «y construir a partir de allí, engrandecer el relato de un chico que está bajo la presión del trono siendo tan joven. Es un tributo a la historia de ese tiempo pero también hay que hacerlo interesante y atractivo», por eso el actor admite que aunque no haya registro de que Tut haya sido un guerrero «yo lo hago así. Hay mucho que no sabemos porque es una civilización muy vieja». Sin embargo, lo que sí se sabe no es vendible en televisión: hasta ahora los arqueólogos aseguran que Tutankamón era un niño rey cojo y enfermizo, incapaz de estar demasiado tiempo de pie y mucho menos de asumir alguna batalla, que murió por causas naturales. En la TV, su historia será otra: será percibido como débil no por su físico sino por ser demasiado «humano», de esos gobernantes que se preocupan por la gente, y deberá sortear los instintos asesinos de terceros.

El oscarizado actor Ben Kignsley interpreta al consejero real Ay, un personaje que se debate entre la lealtad y la ambición de poder, alrededor de un faraón que ya sabemos murió a los 19. Según Variety, la miniserie a ratos se deja llevar por la estética de un comercial de shampoo, pero es el impacto de Kingsley lo que la mantiene interesante, con peso dramático y con cable a tierra.

«Trabajar con Ben fue un susto y un reto. Él me aceptó como su igual para trabajar juntos. Tiene buena vibra y es un profesional consumado. Nos hicimos amigos. Tuve que prepararme para estar en los zapatos de alguien que comparte escena con él que es un actor legendario», dice Jogia sobre Ben Kingley. El veterano actor termina estando al centro del relato por los kilates de su carrera, así lo afirma el Los Angeles Times, cuya crítica resalta la labor del histrión entre tanta «distracción» marca Spike: danzas arabescas, desnudos no demasiado frontales, escenas de sexo suave y guerreros descamisados como de gimnasio.

Las críticas de Variety y del New York Times fueron ásperas con respecto a la puesta en escena. En LA Times y The Wrap valoran mejor el producto dirigido por un experimentado David Von Ancken (Californication, Hell on wheels) aprovechando locaciones en Marruecos. En tres noches por History se tendrá la oportunidad de ver quién tuvo la razón.

Publicidad
Publicidad