Venezuela

El secreto mejor guardado de Bocaranda

Ha entrevistado a Luciano Pavarotti, tiene fotos con Andy Warhol y casi mata al Papa. Y aunque todos esos runrunes que asedian su profesión dan para unos cuantos libros más, el motivo por el cual el escritor Diego Arroyo Gil decidió recolectar los saberes y sinsabores de la vida del periodista Nelson Bocaranda, fue la eterna incertidumbre que rodeó a la enfermedad y muerte del presidente Hugo Chávez Frías.

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Fotos: Juan Pirela @Oner_wea

Nelson Bocaranda: impredecible, salido, contador de chistes, es como un bochinche ambulante demasiado serio para ser verdad. El humor para él es aquél que abre puertas y lo mantiene conectado a una vasta red de fuentes que protege con el tino de un celador.

«El poder de los secretos”, de 287 páginas, espera contribuir a un mejor entendimiento de “nuestra historia contemporánea”, asegura Bocaranda. El libro presta especial atención a la enfermedad de Hugo Chávez, que el comunicador reveló, etapa por etapa, en redes sociales, portales de internet y su columna en el diario El Universal.

En la madrugada del 25 de junio de 2011, lo llamaron desde Cuba. «Hay una noticia importante que puede cambiar el curso de la historia allá (en Venezuela) porque Chávez tiene un cáncer fulminante». Así comienza el texto en el que Diego Arroyo Gil logra plasmar las anécdotas del veterano periodista. No obstante la decisión para escribirlo no surgió de la noche a la mañana.

La presión era tal que su esposa Bolivia y sus hijos, Nelson Eduardo y Cristina, cada diciembre le regalaban libretas y plumas para que comenzara a contar sus runrunes de una vez por todas. Finalmente, fue Arroyo Gil quien con empatía y sentido del humor, logró lo que otros no pudieron: convencer a Nelson para que contara sus memorias «de memoria», como bromean entre los dos.

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«El criterio era dejarlo hablar, yo hice unas cartulinas inmensas con cronologías», cuenta Arroyo Gil. «Él me hizo la vida, nos organizamos por años. Esto era como si fuera una escena de CSI; sin sangre pero con muertos», interrumpe Nelson, emocionado.

Desde la estadía de Bocaranda en Venevisión hasta su paso por el Canal 8, así como su estancia en Nueva York, Diego iba haciendo checkmarks en un mapa de tiempo en el que iba colocando las anécdotas en su justo lugar. Notables han sido sus encuentros con presidentes de distintas nacionalidades. “De los presidentes de Colombia he tenido trato con todos, desde Guillermo León Valencia hasta el de ahorita, menos a Julio César Turbay, que es el único que no conocí».  Ha tratado también a todos los mandatarios de Estados Unidos que le ha permitido su edad, menos a Obama y al hijo de Bush, “esos todavía me faltan”.

Bocaranda alaba el juicio y la magia que utilizó Diego para que la enfermedad de Chávez, un atractivo para todo el mundo, estuviera presente en cada uno de los capítulos. También de la etapa de Nicolás Maduro, y un mensaje en Twitter que lo llevó a declarar ante el Ministeiro Público.

«Nos enteramos de la muerte del presidente el 5 de marzo. Yo publiqué el tweet  el lunes 15 de abril y la campaña que Ernesto Villegas, Andrés Izarra, Mario Silva, Pedro Carreño (entre otros) emprendieron contra mí, fue tan fuerte que me recomendaron que saliera del país», recuerda Bocaranda.

Se refugió en Miami, y cuando, el 4 de julio, la Fiscalía emitió una citación para interpelarlo, no le tembló el guáramo para presentarse una semana después en Caracas. En el interrogatorio de  cuatro horas, la insistencia por saber la identidad de sus fuentes fue tal, que el periodista, siempre rebasado por un inevitable y salvador sentido del humor, declaró: “Está bien, voy a revelar quienes son mis dos fuentes: mis fuentes son la fuente de la Plaza O’Leary en El Silencio y la fuente de Plaza Venezuela, dos hermosas fuentes de agua».

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El afamado comunicador, no obstante el humor con que asume su profesión, confesó que el miedo estuvo presente durante todo el proceso de informar sobre la agonía del presidente.

“Por supuesto que temor había, por eso me busqué a Simón Alberto (Consalvi) para indicarle de dónde venían las informaciones y que estuviéramos preparados si me pasaba algo o si me querían desmentir. Aguanté a La Hojilla, a Izarra, a Villegas, pero yo me he cuidado mucho de que no haya ningún cuestionamiento en el sentido profesional. Hablé con mis hijos y esposa para que estuvieran mosca todos, y lo enfrentamos así. Bolivia iba para todas partes conmigo. Nunca me quedé solo”.

Hace una semana se bautizó el libro y al presente en muchas librerías el libro está agotado. Y si quiere saber cómo casi mata al papa, busque el libro.

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