Internacionales

El verano en Nueva York

La gente recibe esta estación con los brazos abiertos, porque es la oportunidad de olvidar el invierno.

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TEXTO Y FOTOGRAFÍAS: ÁNGEL ARRAEZ

En Venezuela muy pocas personas están pendientes del tiempo, no hablo del reloj, hablo de si llueve o no llueve, de si sale el sol o no. Haciendo una rápida evaluación sobre el tema, pienso que en nuestro país los que están atentos al clima son los agricultores, astrólogos y buhoneros, nadie más. Ah, perdón, y el Inameh. Esos son todos.

Cuando salimos de la geografía nacional y estamos en un país como Estados Unidos y en una ciudad como Nueva York, es sorprendente ver cómo muchísimas personas sí están preocupadas. Aquí nadie se mueve sin consultar el canal del tiempo. Es normal oír a la gente decir que hoy la temperatura va a estar en 90 grados Fahrenheit, 80 grados, 67, etc.

O de pronto como hoy, sábado, que escribo estas líneas, amaneció nublado y soplando una brisa fría, y hace unas horas atrás el termómetro iba a reventar. Por esos cambios, es que los habitantes de este país viven pendientes del clima, para que no les pase lo que a mí, que debí entrar a una tienda a comprarme una chaqueta.

La gente de Nueva York tiene una relación de amor y odio con el verano. Primero lo reciben con los brazos abiertos, porque permite olvidar la dureza del frío invierno, pero a las pocas semanas lo odian, porque las altas temperaturas te tienen “sudando más que un cochino”. Debo aclarar que uso la expresión, pero nunca he visto a un cochino sudando. Los habitantes de esta ciudad no lo piensan dos veces para quedarse en cueros y postrarse a tomar sol.

Tal vez, lo mejor de la estación es que permite disfrutar de unos atardeceres extraordinarios. He visto los de Caracas y otras ciudades venezolanas, pero cuando se tiene la oportunidad de ver los de Nueva York te das cuentas que la ciudad es más que rascacielos.

Lo bueno de todo esto, es que brinda la oportunidad de conseguir un sarao en cualquier lugar. La alcaldía o ayuntamiento, organizan eventos culturales y de entretenimiento durante estos meses. La diferencia de Venezuela con Nueva York, y viceversa, es que en el primero hay una pepa de sol que los gobernantes y las instituciones no aprovechan para nada, y en la Gran Manzana, “exprimen” hasta el último rayo.

Me he convertido en un asiduo visitante de la playa de Coney Island, porque desde el viernes hay diversión, sol y arena, claro, también birras. Además, la programación cuenta con multiples cantantes, Djs y otros hijos de vecinos que forman parte del espectáculo semanal. En cada jornada hay fuegos artificiales.

Eso sí, a Coney Island llego cerca de las ocho de la mañana y me voy a las diez de la noche con mucha tranquilidad en el Metro. Nada que ver con un viaje a La Guaira.

Faltan pocos días para que se acabe el verano y los neoyorquinos se están lamentando. Yo me alisto para recibir el otoño del cual tendré oportunidad de escribirles.

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