Crónica

Yerbas, menjurjes y chamanismo para curar la escasez de remedios

En pleno siglo XXI los remedios caseros de abuela vuelven a estar de moda obligada en Venezuela. Pero la sustitución de fármacos por plantas y hierbas supuestamente todopoderosas viene acompañada de ignorancia y desesperación. Ante el padecimiento de enfermedades y la escasez de medicinas para combatirlas, se ha propagado un fenómeno donde cualquier planta con atribuciones mágicas es incluida en el botiquín de primeros auxilios

Composición: Mercedes Rojas Páez-Pumar | Infografía: Andrea Tosta
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Emilia Díaz se levanta a diario con el alba. Cepilla sus dientes y, en vez de aplicar un enjuague bucal, bebe una copita de cocuy de penca. Ha incorporado este trago a su rutina matutina desde hace dos semanas cuando una vecina le aseguró que el líquido mantiene nivelado el nivel de azúcar. Emilia es diabética, solo le queda una caja de Glucofage —el medicamento apto para tratar su condición— y luego de dos meses peregrinando entre farmacias para recibir siempre una negativa, teme quedarse sin él. “Está agotado”, “Tiene tiempo sin llegar”, escucha sin cesar. El reloj conspira contra ella, quien alterna las casi extintas pastillas con cualquier remedio casero que le llegue por vía del boca en boca, consejo para llegar a viejo.

En Venezuela las plantas y hierbas van sustituyendo los botiquines médicos debido a la aguda escasez de medicinas. En 2015, el presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana, Freddy Ceballos, cifraba el desabastecimiento en 70%. Con 2016 en marcha, la situación no ha mejorado. Al contrario, a finales de enero la Asamblea Nacional declaró estado de emergencia sanitaria en todo el territorio nacional, mientras desde el Ejecutivo la ministra de Salud, Luisana Melo, admitió poco más del 20% de inexistencia de remedios, aunque lo asoció al “uso no racional” de las personas.

Pero la indicación de la funcionaria se queda corta ante las estadísticas oficiales o extraoficiales —ante el ocultamiento de cifras por parte del Estado—: 255 personas que sufren el síndrome Guillain-Barré en peligro de muerte por no conseguir inmunoglobulina; para los pacientes que no consiguen medicinas contra el cáncer, cuyas muertes se suman a la proyección total de 24.812 de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela; y los 4.700 casos de posibles infectados por zika registrados sin poder adquirir aunque sea tabletas de acetaminofén que alivien el dolor los síntomas.

Naturalmente peligroso

Ante la crisis y las pocas medidas concretas para solucionarla, hay quienes han optado por las prácticas chamánicas. Algunos confían en la “sabiduría popular” y otros piensan que es su última alternativa, tabla de salvación, antes de la rendición, quizá fatal. “Yo no estoy segura de si sirve o no, pero tengo que intentarlo mientras consigo los remedios. Hasta ahora no me ha caído mal”, expresa Díaz con tono dubitativo.

Alfredo López pasó de ser un yerbatero común a un gurú medicinal. En el mercado de Guaicaipuro de Caracas, en plena avenida Andrés Bello, no hay quien lo desconozca. “En la batea, frente a las papas”, son las coordenadas para ubicarlo en el local 610-611 del sótano. Allí, hace las veces de un médico internista. Diagnóstica y receta la hierba que, a su juicio, sea la indicada para acabar con el mal que corresponda. Su catálogo incluye plantas que supuestamente curan desde la sinusitis hasta el cáncer, y su experticia es demandada por los caraqueños que acuden al lugar. En menos de 15 minutos lo invaden cinco clientes, y la asistencia no para.

“Lo que más se lleva es moringa porque sirve para la diabetes, es antiinflamatorio y las semillas se usan para mejorar problemas circulatorios”. La planta, popularizada por Diosdado Cabello cuando la recomendaba en supositorios a la oposición, y refrendada por el presidente del Legislativo Henry Ramos Allup cuando la recetó a la bancada del chavismo, sí posee algunas propiedades medicinales que han incrementado su consumo. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, las hojas de moringa “son ricas en proteínas, vitaminas A, B y C, y minerales: muy recomendables para mujeres embarazadas y lactantes, así como para niños pequeños”.

Jorge Torres sufre de diabetes II. A sus oídos también llegó una supuesta cura milagrosa: té de cundeamor. Tres veces al día bebía infusiones de la planta para equilibrar el estado de azúcar, pero en menos de una semana su organismo le reclamó por aquella práctica. “Yo noté que mi absorción de glucosa disminuyó rápidamente, pero sentía leves mareos hasta que un día en ayuna empecé a convulsionar”, cuenta Torres, quien fue hallado por su hijo en el piso de la cocina

El cundeamor, o momórdica como también se le conoce, tiene propiedades que aumentan la secreción de insulina, pero produce varios efectos secundarios. Entre los más comunes está el dolor abdominal y las convulsiones. Jorge Torres fue víctima de la ignorancia. “Yo no pensé que un guarapo pudiera causarme daño. Hace tres meses que no consigo Glucofage y tengo que resolver mi enfermedad de alguna manera. Antes me lo enviaba mi hermano que vive en Panamá, pero está de viaje por trabajo y me ha tocado resolver aquí con lo que me recomiendan y lo que hay”.

No todo es té

Medicarse mediante el método naturista causa estigma y polémica. El exministro de Sanidad, Ángel Rafael Orihuela, aclara que “casi todos los medicamentos se generan a partir de plantas, ese no es el problema. El problema es que se necesita darle un perfeccionamiento farmacológico. Primero, para que no sean tóxicas y, segundo, para utilizar aquel componente que sirva de aquella planta que es una cosa gigantesca compuesta por muchos elementos”. Orihuela destaca que las hierbas no están exentas de efectos secundarios. “Las creencias populares dicen que la yerba mora cura la culebrilla y es falso. Tiene una propiedad astringente que ayuda a cicatrizar pronto, pero eso es todo. Hace cuatro años vi a un niño que por el uso excesivo de la planta contrajo dermatitis”, cuenta.

La excandidata a la Asamblea Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) Rona del Valle Gómez se convirtió en una impulsora de la medicina popular –naturista, dirían algunos- cuando instó a la población a “sembrar su matica de acetaminofén” para acabar con la escasez del medicamento. El exministro de Sanidad José Félix Oletta indica que la planta —también conocida como boldo paraguayo— es altamente tóxica y no posee propiedades antipiréticas como el fármaco que lleva su nombre. Además, la “mata de acetaminofén” contiene ascaridol, “que es el principal componente del aceite de quenopodio, prohibido desde hace años por los riesgos de toxicidad. Su sobredosis puede provocar calambres, reflejos exagerados y convulsiones”, señala.

La Sociedad Médica de Salud Pública emitió en marzo de 2015 un comunicado donde consta que “no podemos acostumbrarnos a aceptar como normales, la sustitución de la farmacoterapia moderna, cuya responsabilidad de prescripción y dispensación, indelegables, es de los profesionales de la salud, por brebajes, infusiones, té, polvos de corteza, de raíces y de hojas, cenizas y mezclas de dudosa procedencia y composición, cuya toxicidad, efectos indeseables e interacciones, no haya sido descartada y son amenazas a la salud y a la vida de las personas”.

Orihuela, quien también es profesor jubilado de Medicina Tropical, asegura que “la realidad es que aparte del efecto testimonial, es una acumulación de información que trasciende boca a boca sin fundamento científico. Si no existiera la farmacología uno pudiera justificar esas prácticas, pero en un país del mundo occidental, medianamente moderno que está incorporado a la cultura urbana desde hace mucho tiempo, eso no tiene ningún sentido. Forma parte de una manifestación de atraso cultural muy grande y casi prehistórico”.

Aunque la incultura de una población del mundo moderno puede ser un argumento válido, en Venezuela este fenómeno es más complejo. La deuda que mantiene el Estado con los proveedores de medicinas supera los 6 mil millones de dólares. Solo se invierte en salud el 4,3% del producto interno bruto (PIB) nacional. La asignación de divisas para importar medicamentos es arbitraria e inconstante. Se paralizan las pocas plantas surtidoras, como Quimbiotec que no opera desde agosto de 2015. Es una ola de agravios para el sector salud. Una persona aquejada por algún padecimiento y sin la esperanza de conseguir el tratamiento adecuado es capaz de probar supuestas soluciones alternativas.

Con respecto a la práctica de la medicina naturista, la Sociedad Médica de Salud Pública explica que además de ser común en sociedades tribales, también lo son “en las que se propicia la automedicación y se tolera el intrusismo profesional; o en aquellas con grave pérdida de la institucionalidad, sumidas en la confusión y primitivismo, cuyas autoridades no velan por la calidad de los medicamentos, no protegen el derecho a la salud, no garantizan el acceso a los medicamentos esenciales, ni cumplen ni hacen cumplir la Ley del Medicamento”.

Fármacos antipilépticos, digestivos, antihemorrágicos, cardiovasculares, multivitamínicos, respiratorios, antibióticos, analgésicos, antiinflamatorios y un sinfín de géneros más están ausentes de los anaqueles y laboratorios. Mientras tanto la medicina popular aumenta en un país que, con prisa y sin pausa, es conquistado por las creencias mágico-religiosas.

Infografía-MdFinal

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