Empresas y Negocios

"Apertura" de Cuba a las inversiones se empastela en burocracia

Hace 20 años una empresa canadiense firmó un contrato para construir campos de golf y condominios a lo largo de unos 4 kilómetros (2,5 millas) de lomas y playas bañadas por las aguas color esmeralda del Estrecho de la Florida a escasos 65 kilómetros (40 millas) de La Habana.

Publicidad

Año tras año, el proyecto quedó en veremos. Hasta que Estados Unidos y Cuba iniciaron un acercamiento, desatando un boom turístico. Hoy, la empresa de Montreal 360 VOX dice que se prepara para comenzar las obras e invertir 1.400 millones de dólares en un campo de golf con 27 hoyos de golf, cuatro hoteles de lujo y 2.700 casas y departamentos suntuosos a ser vendidos a extranjeros.

«Algunos querrán ir a Eagle’s Peak a ver el amanecer, ir a una clase de yoga en un sitio donde pueden saludar al sol», expresó el director del proyecto Guy Chartier mientras observaba extensiones de playa con viviendas de piedra prerrevolucionarias y campamentos públicos de la era soviética. «Otros querrán jugar una ronda de golf».

A escasa distancia hacia el oeste, una firma china se prepara para construir otro hotel con campo de golf en un sector alguna vez prometido a intereses británicos que se tuvieron que ir de Cuba en el 2011 en medio de acusaciones de corrupción. Más cerca de la playa de Varadero, otra empresa británica planea empezar a trabajar hacia fin de año en un complejo con un campo de golf de 18 hoyos y playa con 1.000 departamentos y casas.

Los inversionistas le han puesto el ojo a Cuba y los funcionarios comunistas y las empresas internacionales esperan cambiar la reputación de la isla como un sitio donde los proyectos de inversiones siempre quedan en la nada. Un año y medio después de la normalización de relaciones con Estados Unidos, Cuba se prepara para lo que puede ser una nueva era de inversiones extranjeras u otra tanda de proyectos que no prosperan.

Luego de tomar el control de Cuba en 1959 y de nacionalizar empresas estadounidenses que eran dueñas de buena parte de la isla, Fidel Castro impuso una economía socialista centralizada que dependía de los subsidios multimillonarios de la Unión Soviética. Tras el derrumbe soviético, Cuba reemplazó esos millones con petróleo venezolano subsidiado por el gobierno socialista de Hugo Chávez.

El colapso de la economía venezolana dejó ahora a Cuba tratando de tapar agujeros en su presupuesto mediante una esperada ola de turismo y de inversiones del capitalismo internacional, sediento de ganancias.

Las cosas, no obstante, se mueven a paso lento.

A pesar del detente declarado en diciembre del 2014 por el gobierno de Barack Obama, el embargo comercial estadounidense sigue vigente e impide la mayoría de las inversiones estadounidenses en Cuba, al tiempo que complica las de otros países. A esto se suma una burocracia que hace que tome meses procesar un solo documento, para que pase de un ministerio a otro. Por ello no extraña que pasen años, si no décadas, sin que se registren grandes progresos en los proyectos.

«Oyen hablar de la normalización de relaciones con Estados Unidos y piensan ‘tal vez Cuba esté abriéndose realmente'» al mundo, dijo Richard Feinberg, autor del nuevo libro «Open for Business: Building the New Cuban Economy» (Listo para hacer negocios: La creación de una nueva economía en Cuba). «Pero luego visitan la isla y comprueban que permanecen muchos de los obstáculos que impiden completar los proyectos».

In Jibacoa, 360 VOX espera poner fin a una espera de 20 años y comenzar los trabajos en el segundo semestre del 2017.

«Si hay algo que se necesita aquí es paciencia», expresó Chartier. «Las empresas no deben venir a Cuba si no tienen planes a largo plazo».

Un puñado de firmas pequeñas han comenzado a construir proyectos en la Zona de Desarrollo Económico de Mariel, un puerto de bajos impuestos que Cuba espera atraiga inversión extranjera y comercio. Las autoridades cubanas dicen que más de una docena de proyectos están a punto de ser aprobados.

El conglomerado de artículos para el consumidor Unilever regresa a Cuba luego de una ausencia de cinco años con una fábrica de 35 millones de dólares que producirá jabones, pasta de dientes y otros bienes para el cuidado personal. Cuba está firmando asimismo acuerdos para la inversión extranjera en fuentes de energía limpia, parte de iniciativas que buscan poner fin a la dependencia del petróleo venezolano.

Obama no puede levantar el embargo por su propia cuenta –eso está en manos del Congreso, controlado hoy por los republicanos, que se oponen mayormente al acercamiento a Cuba–, pero ha suavizado las restricciones, permitiendo por ejemplo que la startup Cleber LLC instale una pequeña fábrica en la zona de Mariel, que será la primera fábrica estadounidense que funcionará en Cuba desde la revolución de 1959. A pesar de la cálida recepción que le dieron los funcionarios cubanos, la empresa sigue esperando que se complete el papeleo.

«Es un proceso tedioso, muy vigilado. Entiendo que se tomen su tiempo», afirmó al fundador de la firma Saul Berenthal.

Los nuevos proyectos en marcha no generarían ni por asomo los 2.000 millones de dólares al año en inversiones extranjeras que el gobierno cubano dice necesitar para superar décadas de producción anémica y una exagerada dependencia de las importaciones.

Es imposible saber qué tan lejos está Cuba de ese objetivo. En uno de los países menos transparentes del mundo, datos básicos sobre la tasa anual de inversiones extranjeras son un secreto nacional.

«Tenemos que proteger nuestras estadísticas, nuestra información con mucho cuidado», afirmó José Chaple, director de políticas comerciales para América Latina y el Caribe del Ministerio de Comercio Exterior. «Para defendernos de ataques».

Los proyectos que más se mueven en la isla parecen ser los de GAESA, un conglomerado manejado por los militares que es dueño de más de una tercera parte de las entre 50.000 y 60.000 habitaciones de hotel que hay en Cuba y que planea construir otras 30.00 para el 2030, la mayoría en complejos de playa con todo incluido.

En el principal puerto cubano, administrado también por los militares, el tráfico de barcos con contenedores subió un 40% desde el 2014, en que las operaciones fueron trasladadas de La Habana a Mariel, una pujante ciudad industrial al oeste de la capital.

Se espera que el tráfico naval siga subiendo el año que viene, cuando se complete el demorado dragado del puerto, que permitirá la llegada de los barcos más grandes que se dirigen al nuevo y más amplio Canal de Panamá.

«No hay ningún otro sitio donde preferiría estar en este momento», aseguró Charles Baker, director ejecutivo de la firma operadora de puertos de Singapur PSA International, contratado por los militares para administrar el puerto de Mariel.

El empresario belga Benoit Croonenberghs está invirtiendo 8 millones de dólares en dos empresas basadas en Mariel: una fábrica de controles electrónicos y filtros de agua y un depósito de camiones y maquinaria pesada para alquiler.

La empresa familiar de Croonenberghs opera desde hace 33 años y genera 90 millones de dólares anuales en ventas al gobierno.

Pero su entusiasmo no parece contagioso.

Dice que recibió a casi dos docenas de empresarios belgas desde que comenzó el detente y que nadie ha mostrado interés en invertir en Cuba.

«Con excepción de nosotros, nadie está invirtiendo», dijo Croonenberghs. «Quieren ver que esto funciona».

Publicidad
Publicidad