Economía

Comercios cobran hasta 25% por “raspar” el cesta ticket socialista

Aunque este tipo de transacción está prohibido, cada vez son más los usuarios que tienen que recurrir al leonino canje para completar gastos tan comunes como pagar el transporte público, comprar alimentos a ‘bachaqueros’ y los CLAP, o completar la inscripción de los niños en el colegio.En toda crisis hay formas de hacer buenos negocios y el canje del bono de alimentación o cesta ticket por efectivo ha resultado una mina de oro para los comercios que ofrecen este “beneficio”. Las ganancias de esta transacción ilegal que la inflación ya ha convertido en cotidiana, dependerán de la cantidad que se solicite.

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Punto de venta
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“A todos los desangran pero hay que hacerlo para poder tener algo de efectivo”, dice María Matute, profesora jubilada que no recibe el bono alimentario pero cuyos tres hijos tienen que recurrir a la leonina transacción, quienes viven en una zona popular de Maturín, estado Monagas, donde asegura que en los últimos dos meses se han multiplicado los locales que hacen este tipo de operaciones, y que van desde comercios de ciudadanos chinos hasta panaderías y polleras.

Y es que la actividad deja buenos resultados. Aunque no existe data alguna sobre la cantidad de clientes que reciben los “raspadores”, las aproximaciones dan una idea: “A ese local pueden llegar hasta 100 personas o más en un día los finales de mes y principios del mes siguiente, que es cuando por ley se cancela el cesta ticket. Y hay cola”, dice la vendedora de una tienda vecina donde funciona, en pleno centro de Caracas, un punto de canje. Según sus cálculos, cada mes llegan más de 500 personas.

El tendero –que no vende alimentos- cobra 15% por transacción, lo que significa que si 100 personas cambian el valor total de su cesta ticket socialista (Bs 42.480), puede obtener 637.000 bolívares en una sola jornada si la comisión a cobrar es de 15%. Pero puede dejar una suma de 7 dígitos dependiendo de si tiene un buen mes y atiende a un mayor número de personas.

“Aquí no hay un monto fijo. Cada local cobra diferente y depende de la tarjeta”, dice la profesora Matute, agregando que si se trata de tarjetas de bancos del Estado, el monto va entre 5% y 15%, mientras que si son plásticos de Todoticket o Sodexo los porcentajes varían entre 10% y más de 20%, respectivamente.

“En el mercado de Guarenas cambian a 16%. El monto ha ido subiendo”, dice Ingrid Rosales, quien asegura que ante el colapso de los bancos y la imposibilidad de obtener efectivo a través de cajeros automáticos ha tenido que optar por una salida donde reconoce que la usura campea.

“En Valencia varía de 12% a 15%, pero en Güigüe cobran 7%”, refiere desde la capital carabobeña Carolina Valera, empleada de una dependencia pública cuyos compañeros de trabajo cambian regularmente su beneficio alimentario para adquirir otros insumos esenciales.

En medio de la mayor crisis económica que haya vivido el país y con la mayor inflación del mundo, por decreto presidencial el bono alimentario que reciben los trabajadores venezolanos casi duplica el salario mínimo nacional. Mientras el salario es de Bs 22.576,60, el cesta ticket socialista no imputable a las prestaciones sociales es de Bs 42.480.

– Ilegales y usureros –

Afirman los comerciantes dedicados a esta ilegal pero cotidiana práctica que el porcentaje cobrado al cliente varía en atención al monto que debe pagar al banco por cada transacción, cifra que difiere según se trate de la entidad emisora de la tarjeta.

Pero Juan Plaja, director ejecutivo de la Cámara Venezolana de Empresas Administradoras de Beneficios Sociales (Cavedebes), asegura que eso es totalmente falso. “El porcentaje cobrado por el banco a las empresas emisoras no llega ni a 1% y no es imputable al cliente”, dice.

En concreto cuando un cliente quiere canjear efectivo, el banco dueño del punto cobrará a la empresa emisora de la tarjeta menos de 1% de la transacción, monto que es cargado al comercio receptor. Eso significa que el “raspador” se queda prácticamente con la totalidad del monto cobrado en la comisión al usuario por el supuesto recargo bancario.

Se trata de una operación completamente ilegal. “Este cestaticket socialista es intransferible y está destinado exclusivamente al pago de alimentos. Está prohibida y sancionada por la Ley su negociación total o parcial por dinero u otros bienes y servicios”.

El enunciado corresponde al artículo 11 de la Ley de Cestaticket Socialista (ley que por cierto usurpa un nombre comercial), en el que explícitamente establece la ilegalidad de “raspar”el bono de alimentación, una violación a la que cualquier comercio se arriesga a contravenir dado que no existe organismo alguno que vigile su cumplimiento.

“La gente lo hace porque necesita el efectivo para hacerle frente a la inflación”, dice Cipriana Ramos, presidenta de Consecomercio, quien si bien señala la ilegalidad de la práctica, afirma que desde el propio gobierno se auspicia esa violación al no permitir, por ejemplo que los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) no aceptan ni siquiera las tarjetas emitidas por los propios bancos del Estado.

Ramos, quien reconoce que el organismo cúpula no ha tomado cartas en el asunto para advertir a los comerciantes sobre la ilegalidad y consecuencias que puede tener esta actividad, agrega que también los vendedores informales han encontrado mecanismo para “raspar”.

Eso lo sabe Verónica Palencia. “El local donde vamos es una zapatería y venta de ropa. Tienen varios puntos y algunos de ellos pueden que estén registrados como una compañía de alimentación”, dice, opinión que es secundada por otros entrevistados, quienes afirman cambiar en comercios de toda índole, incluso en ventas de loterías.

“Todos los instrumentos de pago tienen que pasar por la red alimentaria, el beneficio es solo para comprar comida, no es para comprar zapatos ni licor”, insiste Plaja, quien agrega que la mayoría de los puntos de ventas de alimentos del país reciben las tarjetas y tickets.

“Las personas naturales tampoco pueden cambiar el monto por efectivo, tiene que ser una empresa y afiliada al sistema”, añade Plaja, quien añade que en el país existen 15 empresas emisoras de este tipo de beneficio. De ellas cinco están afiliadas a Cevdebes y acumulan 86% del mercado.

No obstante, las afirmaciones de Plaja contrastan con la realidad, pues muchos comercios no aceptan las tarjetas y ticket bien porque no están afiliados a una determinada empresa, para evitar cancelar el porcentaje exigido por los emisores, o debido a los retrasos para cobrar el valor de la venta, pues pese a que Cavedebes asegura que en dos días se hace efectivo, algunos comerciantes señalan que pueden pasar varias semanas antes de recibir el pago.

– Abanico de necesidades –

El “raspado” del bono alimentario es una práctica de vieja data, pero lo que ha variado en los últimos tiempos es el destino dado al dinero obtenido.

“Todo el mundo lo hace porque necesita el efectivo para poder pagar compras diarias”, dice la profesora Matute, agregando que se trata de gastos tan comunes como el pago del transporte público o la compra de una empanada en un puesto ambulante sin punto de venta. “Ahorita la gente lo hace para comprar uniformes y útiles escolares, ya es no solo la comida”, agrega.

Alude con ello a lo que es el común denominador entre los usuarios: obtener dinero para comprar alimentos e insumos básicos a comerciante informales, quienes en su mayoría solo reciben efectivo. “Yo los cambio para poder comprar comida a los ‘bachaqueros’ (revendedores en el mercado negro), ellos no aceptan tarjeta ni ticket”, dice Darwin, vigilante privado y habitante de El Guarataro, donde asegura que todo se paga billete sobre billete.

Pero las necesidades son múltiples. “La primera vez fue para comprar en los camiones de frutas y verduras que no reciben tarjeta, pero en otra oportunidad necesitaba comprar un repuesto del carro y era en ese momento o nunca”, dice Palencia, comunicadora social cliente de un local en La Candelaria donde le cobran 15% de recargo.

También los hay de otra índole. “Cuando voy con mis compañeros de trabajo a cambiar hablamos con la gente y los más jóvenes nos dicen que lo hacen para completar el alquiler de la habitación o pagar la mensualidad de la universidad, otros para pagarle a los bachaqueros”, dice la periodista.

Compra de insumos de limpieza o aseo personal, medicinas y gastos médicos, zapatos, ropa y hasta el pago de la cuota del colegio aparecen en el catálogo de necesidades que buscan cubrir los clientes con el efectivo canjeado, quienes ven mermar su asignación alimentaria hasta en 10.620 bolívares (al cambiar el monto total del cesta ticket pagando una comisión de 25%) en manos de comerciantes que le ayudan a obtener efectivo por los caminos verdes, con pingües ganancias para ellos y con un negocio que prospera al amparo de la crisis.

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