Economía

La economía después del 6D: ¿Ajuste en segundo plano?

Los economistas Tamara Herrera, Asdrúbal Oliveros, Ronald Balza y Anabella Abadi ofrecieron sus proyecciones de cómo será la economía en 2016 con una nueva Asamblea Nacional.

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Reunidos en el marco del foro La Política y Economía en 2016, organizado por Prodavinci, los analistas mostraron una preocupación común por la ausencia de una agenda económica clara, independientemente del resultado.

«Las medidas que el gobierno está dispuesto a negociar no son las que van a solucionar el problema. No hay una discusión económica», señaló el también profesor universitario Ronald Balza. Destacó que en el discurso político no hay una postura sobre qué hacer con los controles de cambio y de precios, principales elementos que distorsionan la economía venezolana.

Herrera planteó que las medidas que se requieren para devolver algo de equilibrio a la economía son «muy duras y que ya están estigmatizadas». En este sentido, es necesario inculcar la diferencia entre penuria y sacrificio. «La situación actual ya clasifica como penuria. La diferencia del sacrificio es que se orquesta algo planificado que hace que tengas que pasar un mal rato con la certeza de que después va a pasar», señaló.

Lamentablemente, los escenarios que ella maneja no contemplan un espacio de reflexión por parte del gobierno. Sostiene que el modelo se mantendrá, con algunos márgenes de ajustes puntuales que den algo de oxígeno a ciertos sectores o empresas.

Anabella Abadi es un poco más optimista. Dijo que si se genera un contrapeso dentro del parlamento se abrirá una puerta para contrarrestar ciertas políticas emanadas del Ejecutivo que puedan profundizar la crisis actual. No obstante, hizo la salvedad de que esto se logrará en la medida en que se alcancen consensos. «El escenario está dado para el cambio», señaló.

Para Asdrúbal Oliveros son precisamente estos consensos los factores que más preocupan. Teme que si la oposición gana de forma aplastante, el enfrentamiento entre el poder ejecutivo y el legislativo terminará acaparando toda la energía y el tema económico quedará relegado a un segundo plano, pese a que distorsiones como la inflación y la escasez continuarán agravándose.

«Otro punto es cómo cada uno de los actores va a leer los resultados y cómo esto va a afectar las coaliciones. Estos grupos no son monolíticos ni homogéneos, van a entrar en conflicto y pueden exacerbar la situación de crisis», planteó.

– Repetición peligrosa –

«¿Qué ha hecho el gobierno hasta ahora? Decir que no se ha hecho nada es incorrecto. El gobierno ha escogido un tipo de ajuste, uno que es externo, el que los economistas llamamos en la balanza de pagos», dijo Oliveros. Señaló que la asignación de divisas se ha reducido 60% en 2015 y que por primera vez el Estado supera al sector privado como importador.

Este ajuste ha sido exitoso desde el punto de vista de la balanza de pagos porque el gobierno ha logrado cerrar una brecha entre ingresos y gastos de $21.000 millones. No obstante, estas medidas son ineficientes y han puesto el mayor peso de sus consecuencias sobre los ciudadanos. «Me preocupa que el gobierno intente repetir este ajuste. Al final el temor del gobierno de hacer el ajuste es que no quiere perder el poder», enfatizó.

Herrera coincidió y dijo que un modelo económico como el actual «no puede echar para atrás», pero todavía hay espacio para correcciones. Citó el ejemplo del dólar oficial. «Lo que hemos visto son mutaciones dentro del control de cambio, pero esta política es una decisión tomada a priori. No creo que se produzca cambio sin cambio en los protagonistas», opinó.

Para Abadi, entre las medidas de oxígeno está la de perpetuar las importaciones públicas para atender necesidades puntuales. Destacó el ejemplo reciente de las 5.000 toneladas de pernil adquiridas por el gobierno. «Esos son 155 gramos per cápita», señaló.

Una cosa que para Oliveros resulta segura es que el gobierno no dejará de privilegiar el pago de deuda. Si el barril se mantiene en un precio optimista de $50 el año que viene, el Estado todavía tendría que destinar 25% de sus ingresos a honrar sus compromisos. En su opinión, es factible reperfilar esa deuda para aliviar el impacto de las concentraciones de los pagos. Eso sí, «con otro modelo, otro equipo y otra estrategia».

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