Economía

Paralelismo de la Rusia de 1917 y la Venezuela de hoy

Con el socialismo en marcha rápida, en 1920 el Partido Bolchevique conducía un violento proceso de expropiaciones, estableciendo controles de precios, todo lo cual produjo una colosal escasez que fue enfrentada por el gobierno revolucionario con un esquema de racionamiento extremo.

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Por Alexander Guerrero @AlexGuerreroE / Foto: Archivo

Los trabajadores del Estado -provenientes de muchas empresas expropiadas- recibían sus salarios en una especie de bolsas, de donde pudiera haber tomado el presidente venezolano Nicolás Maduro el modelo para su bolsa/caja CLAP.
Ese violento proceso de expropiaciones se topó con serios problemas a la hora de afectar a los empresarios medianos y pequeños, particularmente en el área alimentaria. Unidos a las fuertes repercusiones de la Primera Guerra Mundial, en esas extremas condiciones políticas y económicas, Lenin ordenó al Banco de Rusia acelerar el proceso de envilecimiento de la moneda, bajo una expansión del gasto público (léase déficit fiscal).
La masiva monetización los colocaba en medio de una hiperinflación -fenómeno que llamaré ‘envilecimiento” por la impresión de moneda a discreción- de manera de acelerar la ruina y la quiebra de los medianos y pequeños empresas.
Esa orden de Lenin se convirtió en una consigna política: imprimir dinero hasta arruinar a los capitalistas. Parece que Maduro tomó de Lenin esas instrucciones, cien años después.
Ese fenómeno corría a la par de un fuerte control de precios, lo que causó una severa contracción económica que estrangulaba empresas medianas y pequeñas en aquellos sectores donde la expropiación encontraba serios problemas administrativos y políticos, particularmente en la agroindustria.
La liquidez monetaria se expandió bajo ese proceso de debasement (envilecimiento), que derivó en la conocida hiperinflación rusa, fenómeno que precedería a la más conocida hiperinflación de la República de Weimar, y que se unía a las penurias económicas heredadas de la monarquía de los Romanov y de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial en Rusia.
Empresarios medianos y pequeños arruinados y quebrados tuvieron que entregar sus empresas al gobierno en los primeros años de la revolución socialista. De esa manera Lenin, arruinó a los ahorristas, a empresarios y con esas dos condiciones el momentum del socialismo vivía su clímax. Así creció la pobreza, las colas, el racionamiento, fenómenos económicos que conforman el corazón del socialismo: individuos dependiendo del Estado.
La revolución triunfó, el capitalismo murió. El productor del campo no sembraba el trigo, el molinero no podía moler lo que no había, la escasez y el control de Estado era total, pero a cambio del poder político del Partido Comunista, la hambruna se hizo presente, esta vez como consecuencia de la revolución y la extirpación del capitalismo, de la emergencia del socialismo, de la hiperinflación rusa de esos días que fue luego opacada por la hiperinflación de la República de Weimar en Alemania en 1923.
El economista John Maynard Keynes registra parte de estos eventos de los primeros años de la revolución rusa en su análisis sobre las consecuencias económicas de los acuerdos de paz al firmarse el finiquito de la Primera Guerra Mundial.
En 1923, Lenin reunió al Partido Comunista para discutir qué hacer frente al estado de miseria que había provocado y la receta fue “restaurar el capitalismo donde fuese necesario”. Llegó la Nueva Política Económica y con ella las reformas para que el panadero tuviera trigo y así pudiera hacer el pan. Ese proceso político sobre la economía duraría hasta que retornaron las colectivizaciones forzadas de tierra y empresas a partir del 1928, cuando Joseph Stalin tomó el poder.
Ahora amigo lector cierre los ojos y ábralos en 2013 y envuélvase en el “plan económico” de la Patria con el que Maduro sabia que el país entraría en serios problemas de pagos, y eso antes de ganar las elecciones de abril, desde que se encargó del poder por la enfermedad del presidente Hugo Chávez.
Abstrayendo naturales diferencias de época, Maduro hizo lo mismo que Lenin: aceleró controles, expandió el gasto público y ordenó monetizar masivamente el creciente déficit fiscal.
Cálculos del primer trimestre de 2013 colocaban el déficit en 12% del PIB y hoy ronda el 50%. Impuso controles totales y con la impresión de dinero era lógico que Venezuela entraría en hiperinflación.
Pero como el gas en la botella, este conseguirá por donde salir: el dólar paralelo brincó de 8,9 bolívares a finales de 2012 a Bs 24 en febrero de 2013,  y desde allí nadie lo pararía.
El precio del dólar paralelo estaba reflejando la represión de las decretos leyes para los controles, escasez, colas y racionamiento y envilecimiento del bolívar, lo mismo que le ocurrió al rublo ruso en 1920.
Si queremos conocer el precio del dólar en equilibrio en el mercado local hay que regresar plenamente a la libre convertibilidad bolívar/dólar. Suelten los controles y el mercado les dirá el punto de equilibrio del bolívar en términos de su paridad de poder de compra.

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