Empresas y Negocios

Servicio de postventa de vehículos está en riesgo por falta de repuestos

El servicio postventa que prestan las empresas del sector automotor en Venezuela a través de su red de concesionarios, corre el riesgo de desaparecer ante en el tiempo la falta de repuestos en el país y la producción casi nula de vehículos en el país.

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Foto: Archivo / Fabiola Ferrero / El Estímulo

“Ya no vivimos de la postventa, traemos uno que otro repuesto”, dijo una fuente del sector que formó parte de la Cámara Venezolana Automotriz (Cavea), desintegrada en 2015.
El costo de los repuestos a la tasa de cambio en el mercado paralelo disparó el precio de los repuestos y en 100% el precio del servicio de postventa.
Como ejemplo colocó un caso en Ciudad Bolívar. Un servicio técnico, que comprende la revisión completa del carro, el cambio de aceite y filtro, para un vehículo Kia Río, modelo Style, cuesta 70 millones de bolívares en un concesionario de la marca, cuando entre los años 2012 y 2013 costaba 700 bolívares, precisó.
Aseguró que el ingreso de contenedores con autopartes al país anteriormente era  mensual y ahora es de uno por año.
Gabriel Briceño, presidente de la Asociación de Distribuidores de Automóviles de Nueva Esparta (Adane), aclaró que el costo del servicio técnico varía según la región en la que este se realice, de la estructura de costo de cada empresario y de cada concesionario.
Difiere de lo expuesto por los importadores de automóviles y asegura que la red de concesionarios a nivel nacional mantiene sus operaciones con este servicio técnico que prestan de manera “precaria a sus clientes porque cada día se nos hace más difícil obtener insumos”, como es el caso de los repuestos y el aceite.
“Para un venezolano hacer un servicio postventa básico, que consiste en el cambio de aceite y filtro, tiene un costo que alcanza los 15 millones bolívares, dependiendo de la cantidad de litros de aceite que requiera el vehículo. Si se detecta alguna falla que necesita el reemplazo de una pieza, eso conlleva a un gasto adicional”, señaló el empresario.
Un litro de aceite se consigue desde Bs 1.100.000, dependiendo de la marca. Mientras que la mano de obra del trabajo puede oscilar entre 400 mil y 700 mil bolívares.
Estima que la importación de repuestos ha caído 98%. “Ni siquiera con el mercado paralelo. El sector automotor no puede importar el volumen de repuestos que necesita para mantener sus operaciones en el país”.
El presidente de la junta directiva de Favenpa (fabricantes nacionales), José Luis Hernández, anunció a finales de 2017 que la producción de autopartes en el país había caído 79,6%.
Recordó que en encuentros con el Ejecutivo nacional se les ha planteado la necesidad de reestructurar las empresas básicas del Estado para el suministro de aluminio y acero a la industria automotriz, unificar el control de cambio, cumplir con el pago de la deuda con el financiamiento de organismos multilaterales y paralizar la importación de vehículos al menos por tres años, pero no han obtenido respuesta alguna.
– ¿Comprar de contado? –
Según las estadísticas de Adane, el parque automotor venezolano no se renueva desde hace aproximadamente 10 años, es decir desde 2008.
De acuerdo con estas cifras, los años más importantes para el sector en la comercialización de unidades fueron 2006, 2007 y 2008. En el año 2007, la industria automotriz obtuvo un récord histórico en ventas cuando logró comercializar más de 400 mil vehículos. Mientras que entre 2010 y 2012 comercializó 160 mil unidades anuales aproximadamente.
Briceño explicó que fue en ese último año cuando se inició la caída vertiginosa del sector, por lo que no hay ventas por parte de las empresas. Son los particulares los que traen los vehículos, pero estas importaciones representan un porcentaje ínfimo, no es referencial, señala.
La industria solo está en capacidad de armar 1.500 vehículos al año entre las dos empresas ensambladoras que producen que son Ford Motors de Venezuela y Toyota –de un total de siete que agrupaba la Cámara Automotriz de Venezuela–, y trabajan a un tercio de su capacidad porque no cuentan con materia prima.
Empresas como Citröen y Hyundai que representan al sector automotor importador en el país lograron traer mínimas cantidades de automóviles hace dos años. De las unidades que logró importar Citröen, aún las está vendiendo porque deben ser comercializadas en divisas. “Ahora un vehículo cuesta 30 mil dólares, ¿qué venezolano tiene capacidad para comprar eso?”, cuestionó Briceño.
«Si ese precio se lleva a bolívares, resulta una situación bastante difícil. Si tienes un vehículo de 30 mil dólares, lo calculas a dólar libre que está en 235.000 bolívares, estamos hablando de 7 mil millones de bolívares. ¿Qué banco te puede financiar eso? ¿Qué capacidad de pago?, no existe, es inviable. Si no lo compras de contado, no lo puedes comprar», afirmó.
– Deudas fatales –
De acuerdo con algunos representantes de las empresas importadoras de automóviles, las licencias de importación de vehículos dejaron de solicitarse en 2016 cuando lo hacían con “capital del inversionista” o lo que se conoce con recursos propios.
Para Gabriel Briceño, presidente de Adane, la mora que mantiene el gobierno nacional con Argentina y Ecuador –países de donde se traían los vehículos por ser países aliados en su momento– no es tan importante como las que tiene con las ensambladoras venezolanas.
Desde hace cuatro años se les adeuda 4.000 millones de dólares, que fueron asumidas mayormente como pérdidas.
La menor importación de repuestos y la casi nula producción de vehículos y limitada fabricación de piezas locales por las adversas condiciones económicas del país, amenazan el servicio de postventa que cada vez se está ofreciendo de manera más precaria a un parque automotor con más de la mitad de sus unidades con su vida útil agotada

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