Espectáculos

¿En qué se parece La Habana a un menor mala conducta?

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Toda película cubana que llegue en este momento en Venezuela será examinada con lupa, fotograma a fotograma, por aquello de soy mi destino, como cantaba Mayré Martínez (¿qué será de su vida?). Vivimos virtuales y muy peculiares versiones de la libreta de racionamiento y del peso convertible cubano, y ya vamos para 17 años de desaparición de aquello que mentaban “alternancia”; no obstante, siempre es conveniente recordar que la historia nunca se repite de manera exactamente igual en el tiempo y el espacio. En Conducta (director: Ernesto Daranas Serrano,. 2014), en la cartelera por estos días, amparada por el loguito de sus premios en Málaga o Lima, está siempre ahí como un personaje más la grandiosa decadencia de esa especie de Venecia llamada La Habana, corroída más por casi seis décadas de castrismo que por la pudrición del agua.

Por cierto, que a nadie se le olviden los resultados de la reciente “encuesta secreta” en Cuba, en los que el gobierno no sale tan mal parado como algunos desean: 47% de respaldo para Raúl Castro y 32% para el Partido Comunista, reconocimiento casi generalizado de los logros de salud y educación. Así es Cuba: muchas sombras de gris, nunca en blanco y negro. El que quiera ver en ese espejo deforme, que recuerde que la percepción de un sistema como el cubano o venezolano puede variar muchísimo según el lente óptico de la clase social a la que uno pertenece.

No compre entradas de Conducta esperando ver unas colas larguísimas. Es una variante del tema típico del “profesor que redime a alumno(s) que era(n) una causa perdida”. ¿Qué películas se le vienen a la mente? ¡Vamos, le doy cinco segundos! Al maestro con cariño, Mentes peligrosas (uno se acuerda más de de “Gangsta’s Paradise” que de cualquier otra cosa), Con ganas de triunfar, en cierto modo La sociedad de los poetas muertos… ¡Tiempo!

Lo que puede ser original en el filme de Daranas Serrano es que el preadolescente con problemas de conducta, Chala (Armando Valdés), una especie de integrante del grupo Menudo en versión pionera y vinculado al submundo de las peleas de perros (sustituto insular de diversiones como el Parley), es al mismo tiempo el único sostén de su hogar disfuncional (la mamá es adicta a todo lo que le atraviesan y entiendo que loba, y no la de Shakira), y la maestra redentora, Carmela (Alina Rodríguez), se ha convertido en sí misma en un problema: con un infarto encima y a tiro de jubilación, constantemente desafía las normas del sistema. Por decir algo, en Cuba colocar una estampita de la Divina Misericordia en la cartelera del salón puede convertirse en un asunto bastante delicado.

Uno de los diálogos que más hizo emocionarse a las viejitas en la sala semivacía del Trasnocho Cultural, palabras más, palabras menos:

—Maestra veterana resteada: Yo doy clases aquí antes de que tú nacieras.

Joven y fastidiosa supervisora educativa comunista: Quizás ya ha sido demasiado tiempo.

—Maestra veterana resteada: Habla con los que gobiernan este país, a ver si es demasiado tiempo.

Conductaes ese tipo de películas en español que deberían exhibirse con subtítulos y hasta con glosario.La barrera idiomática puede convertirse en un grave inconveniente, al menos hasta que uno deja de tratar de entender cada palabra y se concentra en captar el sentido general de lo que se observa. Algunas palabras de utilidad:
Asere: el equivalente cubano a “pana”

Guataca: algo así como “jalabola”

Palestino: no debe entenderse en sentido literal. En Cuba, se refiere a los inmigrantes ilegales que se han ido a trabajar sin permiso en La Habana, sobre todo de la parte oriental de la isla (sí, no solo está restringida la migración externa)

Yeni: la niñita palestina bellísima que le gusta a Chala, y a la que en países normales le podrían “Jenny”, pero en Cuba todo se escribe con “Y”.

Máquina de escribir: artefacto que todavía se observa en una escuela cubana.

En Conducta no hay críticas abiertas al sistema. El cine cubano no funciona así, Cuba no funciona así. Las denuncias se meten como de medio ladito, en el mercado negro de lo equívoco. No voy a decir que es una película que hay que ver antes de morirse, pero sí una bastante decente. Alina Rodríguez está fuera de lote, más cálida que celular de jeva, Armando Valdés es un recordatorio de que tener personalidad importa más que sacar buenas notas (¿valdrá lo mismo para La Habana y los medidores de calidad de vida?) y Amaly Junco, la muchachita que hace a Yeni, hubiera sido la perfecta para el videoclip de “Eres” de Café Tacvba. Por ella, quise tener 11 años.

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