Opinión

En una noche tan ruin como ésa…

“La noche más linda del año” terminó convertida en una noche ruin. En una noche despreciable. En una noche mezquina. El triunfo de Isabella Rodríguez como Miss Venezuela 2018 sacó a relucir lo peor del país en las redes sociales. Los comentarios cuando la joven se alzó con la corona desdecían mucho de la esencia del país más parejero de América Latina. Le dijeron de todo menos bonita. Y cuando digo “todo”, es todo. ¿La razón? Que era niche o “tukki” porque venía de Petare, que encima era negra y por lo tanto no representaba el “prototipo de la belleza venezolana”.

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Fotografía: EFE

Y yo me pregunto… ¿qué tiene de malo venir de Petare?… ¿qué tiene de malo ser negro?… ¿es que caso escogemos dónde vamos a nacer?… Me encantó que Isabella dijera con orgullo-todas las veces que se lo preguntaron- que viene de una de las zonas más pobres del país, la zona 7 del barrio José Félix Ribas. Eso habla muy bien de ella, no sólo es una mujer sin complejos, sino que también resulta admirable cómo se superó. Cuando ganó, sus primeras palabras fueron “¡desde Petare pa´l mundo!”.

Dicen que las redes sociales no representan al país, pero las cifras desdicen esta afirmación: según las arrojadas por Semiocast, una empresa francesa, Venezuela es el noveno país del mundo en el uso de las redes sociales. Tiene 6,4 millones de usuarios en Twitter y 9,5 millones de usuarios en Facebook. En Twven.com califican estas cifras de exageradas por la metodología usada. Entonces seamos conservadores y partámoslas por la mitad: ¡3,2 millones en Twitter y 4,75 millones en Facebook sigue siendo un gentío!

De ese gentío, hubo un gentío que criticó, se burló, despreció, degradó, ofendió y un sinfín de verbos en la misma tónica a la joven de Petare. Yo no podía dar crédito a la sarta de horrores que leí. Y pensé que en veinte años no hemos aprendido nada. Un país donde habitan lado a lado humilladores y humillados es un polvorín. En aquellas humillaciones se apalancó Hugo Chávez para esparcir el odio que creó. Veinte años después, de un lado y de otro, estamos peor, mucho peor. Los humillados porque generalizan al calificar a los humilladores, pues no todos lo son. Y los humilladores, porque son unos imbéciles.

En un país como Venezuela, donde hasta el más rubio tiene ascendientes mestizos, es una estupidez hablar de razas o prototipos. Primero, porque aquí no hay razas puras. Ni siquiera los que vinieron de Europa como inmigrantes. Toda Europa sufrió invasiones de tribus de otras latitudes durante milenios. Segundo, porque lo que mejora una población es la mezcla. Las taras provienen de la endogamia. Tercero, porque aquí nunca había pasado eso. Había racistas y clasistas, claro está. Pero eran una minoría. Hoy dudo que sigan siendo minoría. Y eso me duele y me preocupa.

Yo me siento ajena en un país así, con gente así, con actitudes así. Ésa no es mi Venezuela. Yo crecí en un país amable, donde todos tenían cabida. Tanto los que nacimos aquí, como los que vinieron. Se admiraban las mujeres bellas, fueran catiras, trigueñas, pelirrojas, indígenas o negras. Se compartía con todos. La solidaridad era una de nuestras características principales. Por eso cada vez que leo o escucho algo así como lo de la noche del Miss Venezuela, siento que Hugo Chávez, desde su tumba, sigue triunfando.

Venezuela ha tenido un abanico de mujeres bellísimas como representantes de la belleza nacional. Hoy tenemos a una morena divina que nos representará estupendamente bien en todos los escenarios que le toque ir. Como decíamos antes y hago votos porque lo volvamos a decir, ¡la nuestra es una negra bella!

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