Economía

En Venezuela el pan de cada día también "se bachaquea"

Aquel chiste del pan del humorista Emilio Lovera está más vigente que nunca: Venezuela es “el único país en el mundo donde entras a una panadería y preguntas si hay pan”. La escasez de este carbohidrato esencial, ha dado paso a la aparición de vendedores informales y domésticos del mismo rubro. Aunque estos mercaderes solventen el surtido de pan en las casas, sus mercancías suelen adquirirse a precios más elevados que en las propias panaderías. 

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TEXTO: Pierina Sora / @Pierast | FOTO: Archivo

El reloj marca las 6:00 am cuando Alejandra Pérez se levanta a preparar el desayuno de sus tres hijas: Eliane, Oriana y Elianis. Tiene 40 años, está divorciada y es educadora de profesión. Desde tempranas horas, Pérez sale de su casa en Catia hacia al oeste de Caracas a hacer sus compras. Al volver, la maestra se convierte en panadera artesanal, pues le toca improvisar una venta de pan campesino en la planta baja de su casa.

Sea cual sea la situación, siempre hay una oportunidad de buscar los “churupos”. Alejandra Pérez no peló la ocasión de hacer algo con sus conocimientos de panadería, pues el salario de su profesión no le alcanza para “nada” y esto es una forma de complementarlo.

“Dependiendo de la cantidad de panes que venda al día obtengo una ganancia de cuatro mil bolívares. Vendo entre 40 y 50 panes diario”, relata mientras atiende a su próximo comprador.  “De cada pan yo gano solamente 100 bolívares”. Al preguntársele sobre cómo obtiene la mercancía, indica que debe ir de establecimiento en establecimiento porque no todas le venden al mayor.

Otro comerciante informal pasea las calles de Guatire con varias bolsas de panes debajo del brazo y haciéndose sentir por su grito de venta: “¡Mira que sí llegaron los panes!”, “¡Aprovecha que se acaba el pan y sin número de cédula!”. En cada bolsa que lleva hay cuatro canillas y dice que la “promoción” es a mil bolívares, es decir Bs. 250 cada una y con una ganancia de Bs. 130 por pan. Ante la pregunta sobre cómo obtuvo la mercancía, responde que los hizo él mismo. Luego, en cuánto al cálculo del precio dice que eso no es “problema de nadie” y que no va a dar declaraciones. “No mija, vete de aquí, yo no puedo estar diciendo estas cosas”, grita. Él es uno de varios vendedores que se encuentra en la zona.

El panorama no es el mismo en las panaderías, el precio regulado de la canilla por unidad vale Bs. 120, mientras que el campesino y el sobado oscilan entre Bs. 180 y Bs. 200, todo depende del lugar donde se adquiera.

Angélica, encargada de la panadería Castillejo Plaza, ubicada en el centro de Guatire, cuenta que reciben semanalmente entre 50 y 60 sacos de harina y que para cubrir la demanda de dicho local se necesitan 200. Sobre las ventas informales, Angélica reconoce que algunos compradores son revendedores pero  que ellos no desprecian a ningún comprador que se acerca al mostrador. “Aquí viene el tío, la abuela, la nieta y el perrito a comprar pan y se lo llevan para revenderlos. Obviamente por eso es que el pan no dura mucho”.

Ángela y Tomás Socias, director de Federación Venezolana de Industriales de la Panificación y Afines (Fevipan), comparten la misma opinión al decir que el “bachaqueo” es producto de la regulación de precios. “Si el precio del pan tuviese un precio justo, no hubiese este fenómeno», declara para El Estímulo.

Ángela también comenta que hasta los momentos se vende cuatro panes canilla por persona. A su juicio, los precios razonables de estos debería ser Bs. 300 por unidad, el campesino y sobado a Bs. 450. Sus proyecciones para diciembre son poco optimistas, apunta que no cree que para la época decembrina se haga pan de jamón porque son pocos los clientes que podrán comprarlo. “Es una locura vender pan de jamón y si lo ponen a precio regulado será otra locura más”.

En un recorrido por el bulevar de Caracas y Guatire se comprobó que la mayoría de los bachaqueros ofertan el pan canilla a un precio entre Bs. 200, 250 y 300, mientras que el campesino y el sobado a Bs. 400 y Bs. 500.

Hace falta una cámara a escondidas para registrar la cantidad de hombres, mujeres y adolescentes que se postran en las calles y bulevares para vender los panes, especialmente a las doce de mediodía, puesto que los expendedores comienzan a hacer el pan en la mañana y en la tarde para sacarlos a la venta en dos turnos: 11 am. y 3 pm.

José*, dueño de la panadería Latín Por, en la avenida España de Catia, explica que la venta informal del pan ha incrementado porque las panaderías han comenzado a vender “por detrás” las unidades. “Con mis propios ojos he visto la venta ilícita de los panes y hasta de los propios sacos de harina”, relata mientras sella algunas facturas de sus proveedores. En su local vende pan todo el día. “El precio de la canilla vale Bs. 200 y el campesino Bs. 400 y el pan francés a Bs. 100.

Usuarios que sufren porque “no hay nada de comer”

Ya casi son las 11:30 am y en la panadería Caracolito comienzan las personas a formar una cola para comprar el pan. Allí está Marlene Arias, cliente asiduo que gasta todos los días Bs.720 por cuatro canillas. Tiene dos hijos y vive con su mamá. Es profesora de educación básica y comenta que la situación de la comida cada día es más desalentadora. Su voz se quiebra cuando habla sobre la situación por la que debe pasar a diario.

“Yo salgo todos los días a las diez de la mañana a hacer la cola para comprar el pan a un precio razonable. No tengo harina pan en la casa y, a veces, cuando voy a hacer cola los días viernes me toca estar desde el día anterior. Yo compro pan porque no hay nada de comida en la casa y tengo que resolver el desayuno y la cena con esto, mejor ni me preguntes sobre el relleno”. Para variar el menú, Arias compra yuca, plátanos o pan árabe. “Todo depende, a veces puedo comprar otras cosas por la pensión que recibe mi mamá, sin embargo eso no es mucho porque aquí todo sube todos los días. Hay días en los que hago sopa de sobre, y nos comemos un bollo de pan para no quedar hambrientos, pero cada vez es peor”, confiesa con una mirada atenta para que nadie se colee.

La crisis y escasez en Venezuela no distingue raza o clase social, todos son golpeados ante la situación. Así es el caso de *Katerín nacida en el Líbano pero criada en Venezuela. Sus costumbres de comer pan árabe han bajado un poco debido al aumento que hay semanalmente con este tipo de pan. “Hace dos semanas yo compré en El Arabito en Bs. 700 que es una bolsa que trae cinco unidades, este sábado, el mismo producto me salió en 900”. Sus compras son semanales y se lleva  a la casa cuatro paquetes, pero también suele comprar cuatro campesinos en los negocios, pero nunca por fuera porque su filosofía es “no comprarle a un buhonero”.

Ella, indica que este de pan también lo revenden, sobre todo en las afueras de las estaciones del Metro. “Yo he visto que en las tardes, cerca de las escaleras mecánicas venden el pan árabe en 1200 y 1500 bolívares”.

Según el analista económico y directivo de Fevipan, el consumo de pan ha incrementado en un 10%, pues anteriormente la arepa era leal y fiel compañera del venezolano en los desayunos y cenas. Sin embargo, debido al difícil acceso de la harina de maíz, los ciudadanos han recurridos a estas opciones para alimentar sus estómagos.

Katerín afirma que su sueldo no alcanza para mucho. Semanalmente, destina Bs.2.000 en panes campesinos y Bs. 3.600 en pan árabe. Al mes, este gasto suma Bs.22.400. Su sueldo más el bono de alimentación está por los 35 mil bolívares.  Si sacamos papel y lápiz para las cuentas, 62,95% del sueldo de Katerín es destinado para comprar únicamente pan, mientras que 37,05% sería para sus otros gastos mensuales.

En un recorrido por el establecimiento de El Arabito, ubicado en Catia, hay varios papeles pegados en los vidrios de los mostradores donde indica que desde el 02 de septiembre el pan tendrá un aumento. El Pan normal valdrá Bs. 900; pan integral Bs. 1000; pan shawarma Bs. 1800 y pan pequeño a Bs. 900.

“Balance positivo”

Para los meses de julio y agosto,  el ministro de Alimentación, Rodolfo Marco Torres, junto con Fevipan han venido realizando una serie de reuniones para la importación de harina panadera. Fue el mes pasado que arribaron al país 30 mil toneladas de esta materia prima.

Socias asegura, además, que “si se logran tener 100 mil toneladas de harina de trigo en camino, 100 mil toneladas más en trámite y otras 100 mil en los molinos, no tendría que haber problemas con el pan en el país”. “Lo importante es que hay harina y materia prima, y en eso el ministro de Alimentación ha cumplido. En este sector se depende de la directiva de Marco Torres, y los acuerdos entre ambos sectores han sido productivos”. Sin embargo, no hay 100 mil en tránsito ni 100 contratadas, según Socias.

Mientras este alimento siga a precio regulado, el «bachaqueo» seguirá haciendo de las suyas con el popular bocado. Marlene seguirá haciendo cola para alimentar a su familia. Katerín jugará con los números para cubrir el presupuesto porque gran parte de su salario va destinado únicamente a la compra del pan.  Alejandra dependerá de las ventas para mantener a sus tres hijas. Además, aunque se importe harina, no hay hasta los momentos un plan que soporte la continuidad de este rubro. Y, finalmente, aunque duela, el hambre seguirá acechando en algunas calles caraqueñas como ha venido siendo hábito desde hace más de un lustro en muchos rincones de Venezuela.

* Algunos nombres fueron cambiados por solicitud de los entrevistados

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