El Estímulo

Es fútbol y es vida

El fútbol va dejando grandes lecciones que a causa de nuestra testarudez se nos presentan como tonterías sin mayor importancia. Pasan los partidos, los torneos y los años sin que aceptemos que el juego no es lo que queremos que sea sino lo que es: el producto de la interacción entre sus protagonistas.

Publicidad
(EFE)

Edgar Morín, escribió:

«Es necesario pensar en la incertidumbre porque nadie puede prever lo que pasará mañana o después de mañana. Además, ha resultado fallida para nosotros, la promesa de un progreso infaliblemente predicho por las leyes de la historia o por el desarrollo ineluctable de la ciencia y la razón. Nosotros estamos en una situación donde debemos tomar conciencia trágicamente de las necesidades de vinculación y de solidaridad, así como de trabajar en la incertidumbre«.

Más allá de considerar al filósofo francés como un verdadero entrenador de fútbol -algo que seguramente empequeñecería su trabajo pero nos haría comprender que el fútbol no es una actividad banal como sugieren expertos en economía, petróleo y otras áreas-, es imprescindible tomar en cuenta sus reflexiones para adentrarnos en esa incertidumbre que propone y aceptar que nadie sabe nada, menos aún de una ocupación que enfrenta a once jugadores contra once jugadores, y cada equipo (sistema) es afectado por el otro equipo (sistema). De esa interacción nacerán respuestas internas y externas que nunca serán idénticas a anteriores o posteriores manifestaciones.

El fútbol, como cualquier actividad humana, posee una rica historia. Son muchas las leyendas que forjaron el pasado, ese tiempo anterior que algunos, poseídos por la imbecilidad de creerse modernos e interesantes, se empeñan en desconocer. Pero en el fútbol, ya le decía, no pasa lo que queremos ni se repiten escenarios, sucede lo que debe pasar, indistintamente de nuestros deseos o de la voluntad de los protagonistas.

Lo único que puede organizarse en fútbol es su régimen anterior y posterior a los partidos. Lo que ocurre en la cancha… lo organizan las circunstancias y lo decide lo imprevisto”. Dante Panzeri

Venezuela cayó eliminada ante Argentina en los cuartos de final de la Copa América Centenario y las conclusiones son las mismas de siempre, como si nadie atendiese a nuestra condición de individuos, al contexto o tan solo a la realidad. Se reiteran los señalamientos a rendimientos particulares, las frases hechas y hasta excusas, sin reparar en que para competir en un deporte colectivo no basta con la simple acumulación de calidades individuales, ni estas, por sí solas, describen con certeza los comportamientos colectivos. Entiéndase bien: la derrota del pasado sábado no condiciona en lo más mínimo el próximo enfrentamiento ante Argentina, aún cuando la cercanía entre ambos partidos haga pensar lo contrario. Eso es reduccionismo y en esta casa no lo queremos.

Debe revisarse el por qué se perdió (y el por qué se ganó), sin que las conclusiones que arroje ese estudio puedan ser consideradas como verdades absolutas y contundentes.

Las medidas a tomar en los próximos duelos deben nacer de esa incertidumbre que defiende Morín, porque ni la selección argentina que llegará a Mérida será la misma ni la futura versión de la Vinotinto será idéntica a la de la Copa Centenario; por más que se repitan los protagonistas, las condiciones, el contexto y el entorno, la vida no será nunca la misma, y por ende, tampoco ninguno de nosotros lo será. Es la tragedia o el placer de vivir, siempre según el ojo con que se mire esta verdad.

Panzeri lo tenía claro, tanto en referencia al juego como al ser humano:

Ese hombre común, no sólo desigual a todos los hombres sino constantemente desigual para consigo mismo, el que hará desigual dos partidos de fútbol ‘iguales’ pensados de una misma manera; dos viajes en automóvil en una gran urbe a cargo del mismo conductor y bajo el mismo tratado de conducción”.

Y si hiciera falta sumar otra opinión, Heráclito avisaba muchos siglos antes algo similar:

«En los mismos ríos entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos”.

No me crea; arriesgue y reflexione, o si lo prefiere, vaya a Google y escudriñe un poco sobre los tres nombres que acá he citado. Encontrará que no son los únicos en sostener estos postulados, y que quizá, por su ocupación, sea poco lo que tienen en común. Pero aquello que los vincula es más fuerte que sus aparentes diferencias, y no es otra cosa que el respeto por el ser humano, la complejidad y la existencia misma.

Esto es fútbol, y, aunque le pese a algunos intelectuales de botiquín, también es vida.

Todas la cosas ya fueron dichas, pero como nadie escucha es preciso comenzar de nuevo. André Gide

Publicidad
Publicidad