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¿Es mejor Kershaw que Randy Johnson, Pedro Martínez, Maddux y compañía?

Los eventos aquí descritos son todos ficticios y forman parte del imaginario de una mente obsesionada con lo que algunos individuos pueden hacer en una lomita de Grandes Ligas.

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— ¡Todos de pieee! — grita una figura sonriente presente en el Tribunal de la Historia. Es de suponer que es el guardia del recinto, pero sus ojos lo delatan. Él, como la inmensa mayoría aquí en el juzgado, busca solo atestiguar un debate que ha incendiado recientemente las calles de la nación del béisbol.

— Frente a ustedes, su señoría «Historia del Béisbol Organizado» — advierte a todo pulmón.Una figura alta y robusta aparece con el anuncio. No parece tener una edad calculable; su rostro es actual y juvenil pero a la vez eterno. Tampoco posee un color de piel específico; solía ser muy blanco sin embargo hoy es multicolor y multiétnico. Tiene, eso sí, una apariencia de afable erudito. Exuda sabiduría, emana conocimiento e impone autoridad con una grave voz hija de James Erl Jones y Morgan Freeman.— Buenas tardes. He sido convocado esta tarde para solventar un caso un tanto polémico — comienza con picardía Su Señoría. — La parte acusadora:  Randy, Maddux, Pedro y compañía, ha venido a demandar al joven lanzador de los Dodgers de Los Ángeles, Clayton Kershaw, por sus recientes actos en nuestra nación. ¿La causa? Intento de usurpación de Títulos de Propiedad. ¿Es eso correcto?

Al frente y a la izquierda del alto estrado decenas de números humanizados se pusieron de pie. Una de ellas, la menos atlética y más intelectual (los lentes de pasta tienden a hacer el truco) respondió.

— Correcto Su Señoría. Estamos aquí para poner freno a esta locura que ronda nuestras calles. Clayton Kershaw debe ser puesto en su justo sitio cuanto antes.

Los números de Greg Maddux hablaban y el salón callaba. Usaba 4 insignias en su traje con las iniciales «CY», en clara referencia a los trofeos Cy Young que había obtenido en sus 23 años de carrera. Lucía, como siempre, en control de la situación.

— Déjenme entender esto bien. — Dijo Su Señoría, — ¿Lo acusan de intentar ser mejor que cada uno de ustedes?
— ¡Correcto!
— ¡Vaya! Había sido citado en el pasado para solventar diferencias con uno o dos de ustedes pero esta situación me resulta, debo confesar, un poco nueva. — dijo mientras volteaba su mirada al acusado.
— ¿Cómo se declara? — preguntó desde lo alto a una fulgurante y solitaria figura que, a todas luces, parecía incompleta.
— Inocente, Su Señoría — respondió. — Me parece realmente absurdo que esté aquí acusado cuando ni siquiera tengo 10 años entre ustedes. Si algo me llegara a pasar mañana no podría ni ser electo al Salón de la Fama. ¿Cómo puedo entonces compararme con mis acusadores?

Los números de Kershaw, a pesar de su naturaleza en construcción, simplemente enceguecían, deslumbraban, hiptonizaban. No importaba que solo pronunciara palabras de humildad; sus actos en la Nación ya habían ido demasiado lejos. ¿Único pitcher con efectividad vitalicia por debajo de 2.50? (Tiene 2.40) y más de 1500 IL desde Walter Johnson hace casi un siglo. ¿Abridor con la mejor efectividad ajustada (ERA+) a su tiempo, por encima inclusive de Pedro Martínez, héroe de la Guerra de los Esteroides? ¿Tres Premios Cy Young y un MVP en sus últimas 5 campañas?

No. No importaba lo que dijera. Todos los presentes sabían que algo raro estaba pasando. Aún así, los registros de Kershaw continuaron su defensa.

— Además, tiene que resultar cómico el hecho de que estén haciendo estas acusaciones cuando el año pasado no gané el premio al mejor lanzador de mi liga— agregó con sorna.

— ¡Objeción! Gritó una joven figura, mucho más incompleta que la que exhibía el acusado. — Yo podré haber ganado el Cy Young de la Liga Nacional el año pasado, pero estoy convencido de que tuvo que haber una confusión. Obviamente tuve una efectividad tipo Bob Gibson (1.77 en 229 IL) pero él no sólo se acercó (2.13) sino que ponchó a 301 con solo 42 boletos. ¡Eso solo lo habían hecho Pedro en el 99 y Schilling en el 2002!

Se trataba, evidentemente, de la representación numérica de Jake Arrieta. Su pequeña figura había sido invitada por la parte acusadora junto a personajes como Justin Verlander y Félix Hernández, testigos claves de los recientes actos de Kershaw. Al vivir con él en la misma época, al competir con él por el título del «Mejor Pitcher del Momento», uno a uno habían sido vapuleados por la bestial actuación de este zurdo texano.

— Concuerdo, Su Señoría — habló un acento claramente andino. —Como víctima de un robo similar en la temporada 2005 puedo dar fe que el béisbol le debe un Cy Young a Kershaw por lo que hizo en 2015. ¡Y llegó tercero igual que yo!

Quien hablaba, claro está, no era otro que Johan Santana, invitado especial por su condición de zurdo estelar en tiempos modernos.

— ¡Orden, Orden! — exigió la voz desde las alturas. — Yo asumo que ustedes eligieron a sus voceros y que no van a hablar todos los que están acá, ¿no es cierto?
La representación de Maddux asintió.
— Sí, Su Señoría. Nuestro primer testigo es la representación numérica de Roger Clem…

Sin dejar terminar el nombre, la Historia del Béisbol Organizado (no le gusta el acrónimo HBO) se paró de su asiento y con una mano alzada interrumpió la presentación.
— No. El señor Roger Clemens no puede participar en esto por obvias razones. La última vez que estuvo en un estrado jurando decir la verdad ofreció declaraciones bastante dudosas. Además, no le creo.— ¡Pero si salí inocente de toda culpa!. Yo no usé esteroides y no cometí perjurio — aclamó la figura en cuestión. Su apariencia bien pudiera ser la más brillante del salón si no fuera por las letras escarlatas en su pecho «PED».

— Lo lamento. ¡Prosigan! — finiquitó La Voz.

— De acuerdo. Su Señoría — se resignó la figura con gafas — Invitamos entonces a la representación numérica de Randy Johnson y debo aclarar que también hablará en mi lugar.

Se podía debatir cuál de las figuras presentes era la más espectacular. No obstante era indiscutible que la más intimidante de todas estaba haciendo aparición. Alto y espigado como nadie, el currículo de «La Gran Unidad» se paseaba por el salón con 5 insignias «CY» en su traje y un dorsal realmente inusual: 4875.

— Su Señoría, —comenzó — Nunca he sido un hombre de demasiadas palabras pero hoy estoy aquí porque estoy realmente alarmado. ¡Todos estamos realmente alarmados!

Este individuo — mientras señalaba a Kershaw con un dedo acusador — ha tenido el descaro de venir acá, emular mis capacidades para ponchar sin tener que controlar antes algunas características salvajes como lo hice yo. Cuando yo tenía su edad ya tenía tres lideratos seguidos en boletos, mi mayor marca de ponches era 241 y mi mejor relación de ponches sobre boletos era de 3.11. ¡Por Dios, mi efectividad general era 3.95! Claro, este tipo de cosas las he visto en el pasado. Los números de Verlander y Félix — algunos miembros presentes de la Corte del Rey lanzaron vítores — literalmente patearon lo que yo hice antes de los 30. Ellos, sin embargo, ya han frenado un poco su demencial ritmo y al menos a mi, ya no me preocupan demasiado.La figura de Félix Hernández amenazó con lanzarle la corona que reposaba en su cabeza sin embargo una fulminante mirada de la Historia del Béisbol Organizado lo paralizó.— Pero Kershaw no — continuó Randy — Aún cuando ha vivido uno de los mejores períodos para un lanzador en la historia, desde hace unos años para acá ha decidido ser una especie de híbrido entre lo que hacíamos Maddux y yo. Su terreno fue siempre el control y el mío el ponche. ¡Kershaw ahora reina en ambos!

Maddux miró a la voz en las alturas como quien subraya cada una de las palabras de su antiguo rival. Él sabía que Kershaw tenía desde 2014 una relación de ponches sobre boletos de 8.16 (11.3K/9IL y 1.4BB 9/IL) y que había logrado suprimir la aparición de jonrones a niveles como los de él en su época dorada. Peor aún, veía con asombro que en 2016 acumulaba 88 ponches en 70 innings… ¡Con solo 4 boletos otorgados! (22.00 K/BB). ¿Con qué tipo de monstruo lidiaba?

— Suficiente tuvimos con Pedro en el 99 y 2000 — continuaba enojado el registro espigado — para tener que soportar algo potencialmente peor.

Y con esta última palabra los murmullos estallaron en la sala. Acababa de aparece una impensable posibilidad: que alguien pudiera estar amenazando el nivel de Pedro Martínez en las campañas 1999 y 2000.

Entretenido, atrapado por la discusión, la Historia del Béisbol Organizado observó al humilde acusado con la mayor curiosidad. ¿Será posible?, pensó mientras regresaba al juicio de la mano de controladas palabras.

— Por último, llamo al estrado a los registros de Pedro Martínez.

No tenía el tamaño de la «Gran Unidad». Era incluso más baja que aquella que lo había invitado al estrado y tenía sólo 3 insignias «CY» en su traje. Sin embargo, la luz que despedía era diferente. Era como ver una llama azul cuando estás acostumbrado a que sea amarilla. Era simplemente más intensa, más impactante, más compacta.

El salón calló.

—Buenas — dijo sonriendo el pequeño ente. No parecía perturbado como los demás. Lucía, en todo caso, entretenido por haber sido llamado.

— Todo esto a mí me causa un poco de gracia. Verá, Su Señoría, el joven Clayton Kershaw y yo hemos sido comparados desde hace unos cuantos años y el resultado siempre ha sido el mismo: Yo soy mejor. Soy mejor porque lancé en el ambiente más difícil que se haya registrado para los lanzadores en la historia. ¡Lancé LIMPIO en la Era de los Esteroides! Además, lo hice en la Liga Americana, con bateador designado, en la división más fuerte del béisbol en su momento. Si bien es cierto que sus números hoy se parecen a los míos, compararlo conmigo es comparar peras con manzanas.

La voz en las alturas se veía confundida.

— Sabe usted que al reconocer la imposibilidad del acusado de superarlo admite la inocencia del mismo, ¿cierto?— inquirió.

— Correcto — respondió con orgullo el registro de Pedro.

La figura con gafas esperaba esto. Pedro siempre había sido el más vanidoso de todo el grupo. Era impensable que admitiera la posibilidad de que alguien lo superara.
— Espera un momento — advirtió el legado numérico de Maddux. — ¿De cuántos años fue tu pico? Recuerda que estás bajo juramento.

La figura de Pedro se arremolinó en su silla. Sí, era claro que había tocado el nivel más alto de un lanzador moderno pero su Talón de Aquiles siempre fue y será la duración de ese periodo.
— Siete años…
— ¿Cuántos?
— ¡SIETE AÑOS!
— Realmente fueron 6 y medio pero vamos a seguirte el juego — corrigió la figura de gafas —¿Estás consciente que este individuo tiene unos 4 años rozando tu tan cacareado nivel? ¿Estás consciente que ha empezado este año con números de control que ni siquiera tú pudiste tocar en el 99 y 2000? ¿Estás consciente de su edad? ¿De sus 28 años de edad?

El registro de Pedro calló. Por primera vez en su existencia la Historia del Béisbol Organizado veía al gran Legado de Pedro Martínez callado… Amenazado.
— Sí… Estoy consciente. Pero también estoy consiente de que nada así puede durar — concluyó la figura de Pedro mientras miraba a los números de Sandy Koufax presentes en el juicio como un mero espectador más.
Analizados los testimonios, la Historia del Béisbol Organizado sonreía a plenitud. Se consideraba afortunado por todo esto; por presenciar tanto brillo junto, tanta excelencia junta. Mejor aún, se consideraba el único apto para solventar este episodio.
— El acusado, que se ponga de pie.
Kershaw, obediente pero ya pensando en sus próximas víctimas el fin de semana, se paró de su silla.
— Resulta evidente que el actual nivel que muestra el acusado es algo único. No sólo lo demostró la ira del legado de Johnson sino el reconocimiento de un ente tan orgulloso como Pedro. No obstante, debo también reconocer que la liga se ha convertido en una máquina generadora de ponches y es muy distinta a la que tuvieron que enfrentar los demandantes. Actualmente observamos el mayor promedio de abanicados por cada nueve innings (casi 8) y suponemos que es la época más limpia en cuanto a uso de esteroides y ayudas ilegales similares, de los últimos 40 años.
Dicho esto ¿está Clayton Kershaw amenazando con convertirse en el mejor lanzador de todos los tiempos? No lo sé. Y como no lo sé, el acusado es inocente.El salón estalló en conversaciones inaudibles. Los registros de Maddux y Johnson alzaron las manos en descrédito mientras que el de Pedro ofrecía la sonrisa de aquel que ve asegurado su legado.
La representación de Kershaw, por su parte, sentía que le quitaban un peso de encima. Aliviado se paró de su asiento con el único deseo era salir de ahí cuanto antes y utilizar sus momentos libres en asuntos más constructivos que ese.
Pero la Historia del Béisbol Organizado no había terminado.
— Lo único que sé— decía mientras levantaba la mano para pedir orden. —Lo único que sé es que no ha habido un pitcher en el béisbol moderno como tú, Clayton. En nueve temporadas has tenido, probablemente, el mejor inicio de un pitcher en la historia moderna. Has ya arañado el nivel más alto que se haya podido alcanzar en una lomita de las mayores, te has puesto a nada de ser un futuro Salón de la Fama sin tener si quiera 30 años y lo mejor de todo es que continúas mejorando. Por ello, los demandantes tienen razón en un punto: intimidas, da miedo lo que puedes llegar a ser. Pero a la vez generas expectativas soñadoras, fantásticas, casi irreales.

La figura de Kershaw asentía con humildad. A su lado ya el palmarés de Koufax se disponía a acompañarlo a la salída cuando escuchó la última frase de la Voz en las alturas.

— Solo espero, Clayton, que la salud te acompañe para que cuando regreses acá, completo y retirado, podamos admirar tu obra sin preguntarnos ¿Qué hubiera pasado si?
Yo, en el personal, estoy cansado de eso — confesó mientras le hacía un guiño al acompañante del zurdo texano llamado terminar lo que ése individuo inició hace ya tantas décadas atrás.
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