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Estudiantes campeón: cuando el merecimiento triunfa

En el fútbol, muchas, muchísimas veces, el merecimiento no corresponde con los títulos, con el éxito. Hay muchos reclamos que el fútbol le hace a la historia de ejemplos de quienes mostraron muchas credenciales para ganar y no lo pudieron hacer. Con Estudiantes, el merecimiento, la justicia, por fin, ha llegado

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Fotografía: Cortesía

En Mérida, como pocas ciudades del país, celebran el título del Torneo Apertura con muchísima alegría. 18 años después de su último lauro, mucho tiempo y agua ha pasado debajo del puente. En ese camino, episodios de crisis, impagos, descenso a Segunda División y otros dolores llenaron de llagas la inmaculada camiseta rojiblanca.

La salvación llegó mucho después. Aquel equipo de Chuy Vera que fue juez del campeonato en 2009 y que en 2012 coqueteó con el título de Copa Venezuela, seguía sobreviviendo en medio de vicisitudes. Las alegrías eran pocas, a pesar de contar con un escenario nuevo y extraordinario como el Metropolitano. Los éxitos quedaban muy atrás, en los vetustos camerinos del viejo y abandonado Soto Rosa pero la supervivencia demostraba que este equipo es capaz de resistir las malas administraciones y a aquellos que con sus descuidos y uso inadecuado de los colores, pusieron en riesgo la existencia del decano del balompié venezolano.

La familia Toni llegó para hacerse cargo del club. Mecenas que tienen una diferencia con respecto al resto: el apellido es de linaje futbolero y muy merideño. Hicieron depuración en cuanto a deudas anteriores y pusieron orden administrativo. Sin distracciones negativas, con refuerzos adecuados y ajustados a las posibilidades del club, echaron a andar el carro y de nuevo el equipo se acercó al protagonismo, quedando cerca de disputar finales y obteniendo un cupo a la Copa Sudamericana.

De nuevo en el escenario internacional y siendo competitivos, Estudiantes nunca sacrificó su esencia futbolística. Apostó siempre al juego asociado, preciosista, al toque, propio del merideño. Pasaron técnicos como Nabor Gavidia que nunca traicionó esa identidad, pero todo quedaba a punto, nunca se concretaba. Así, la directiva confió en un ídolo como Martín Eugenio Brignani para hacerse cargo del banco. Con un pasado corto como técnico, el argentino llegó para concretar lo que tanto se anhelaba.

La conformación del plantel partió siempre de la premisa de tener mucha pierna merideña. La columna vertebral del equipo se hizo con partidas de nacimiento registradas en la Ciudad de los Caballeros: Alejandro Araque, William Díaz, Christian Rivas, Jesús “Chiky” Meza y el adoptado Jesús “Pulga” Gómez significaron la raza de quien siente los colores de un equipo en el que soñó con jugar. Un punto que no tiene forma de medir pero cuya intangibilidad no es impedimento para determinar que es fundamental en un equipo ganador.

¿Por qué? Porque son merideños y en sus venas corre sangre de fútbol bueno, de fútbol elaborado, de una idea que además crece con la lucha y brega que implantó Brignani. Y es que salvo el pie de un fuera de serie como “Pulga” Gómez, es un equipo de destacados obreros que sirven con su desempeño a una idea colectiva que funcionó con precisión, y que supo adaptarse a las circunstancias cuando la cumbre del campeonato exigía cambiar las formas por el desgaste.

Estudiantes fue cara a cara con Carabobo y Mineros en la semifinal y la final tanto en casa como fuera, pero con la prudencia de saber que no había que arriesgar a partir de sus principios. Los fallos de cara al arco rival de sus delanteros hicieron que se tuviera que sufrir más de lo esperado y los fallos arbitrales ante los de Puerto Ordaz, lo hicieron apretar más para levantar el título. Y como la justicia y el merecimiento no podía ser tan cruel otra vez con Estudiantes, apareció la figura del mejor arquero del Apertura, Alejandro Araque para detener tres penales en la decisión desde el punto de castigo. Todo tenía que salir y salió.

El fútbol se reivindicó con este título de Estudiantes. Con fieles seguidores que nunca faltaron a la cita en el estadio pese al drama de la escasez que se vive en Mérida, el equipo marcó ya una época que hará recordar a este Estudiantes de Brignani, quien sabe que el buen pie debe ser la base de la construcción del juego, pero logró que el grupo adquiriera una capacidad de sacrificio n el terreno realmente impresionante.

Recordamos lo que opinamos en mayo, luego de aquella victoria en Maracay en el inicio de la Liguilla: “Todos, absolutamente todos agregan otra faceta a su posición literal en la cancha. Correr para cubrir, correr para presionar, apretar para recuperar, arrancar para contragolpear. Estudiantes llegó (…) a su mejor estado de forma, físicamente hablando, lo que da un reconocimiento especial al trabajo de su preparador físico, Douglas Pirela. Se vacían en cada partido y el rendimiento siempre tiene la misma regularidad”.

Capítulo aparte lo que representa “Pulga” Gómez para este equipo. Todos los rivales le cayeron a patadas y nunca se ausentó por lesión. Aguantó la felpa y generó todo el fútbol posible para que este equipo alcanzara el objetivo. Un tipo de esos que no abundan en nuestro balompié: de los que sienten los colores de su equipo, que volvió a Mérida con ilusión y que hoy debe celebrar como nadie el campeonato. Está en el Olimpo de las glorias académicas, un equipo y una gente que sí sabe reconocer a sus ídolos.

¡Celébralo, Mérida! Todo el tiempo que quieras porque lo mereces, porque por fin el fútbol es justo.

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