Papel desperdiciado
Desde pequeña aprendí que la mía debía ser única, original, que nadie debería poder imitarla. Dediqué horas y malgasté páginas de la parte de atrás de mis cuadernos a ensayar distintos modos, a practicarla, cambiarla. He tenido por lo menos cinco diferentes. La última vez que la cambié fue un poco antes de venir a Venezuela. Y fue en este país donde me di cuenta de la importancia que tiene esta pequeña marca: la firma.