Venezuela

Falta de divisas afecta lucha contra malnutrición infantil

Desde hace 20 años el Centro de Atención Nutricional Infantil Antímano, Cania, reúne a un equipo interdisciplinario de profesionales que bajo un enfoque psicosocial se empeña en erradicar la desnutrición en la parroquia. La sede atiende a un promedio de 3.000 pacientes al año, quienes llegan desde todos los rincones de Venezuela. Su presupuesto proviene de Cervecería Polar, la empresa que tuvo que pedir 35 millones de dólares prestados para seguir funcionando

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TEXTO: Dalila Itriago | @yugoslava21

Quienes me conocen saben que detesto el sabor de la cerveza. Desde que comencé a beber, como gente grande que soy, lo mío es el ron. Sin embargo, mis más cercanos afectos están al tanto de que deliro por una malta desde que era niña. Un amor que se robusteció hace poco más de una semana, cuando me enteré de que gracias a una marca comercial de esta bebida miles de niños con malnutrición, por déficit o exceso, son atendidos anualmente en el Centro de Atención Nutricional Infantil Antímano, Cania.

Probablemente muchos ya conozcan la historia de la fundación de este edificio de ladrillos naranja, ubicado en la Avenida El Algodonal con calle Intercomunal de Antímano: Hace más de 20 años los propietarios de Empresas Polar quisieron agradecer a esta comunidad del oeste caraqueño, pues fue allí donde funcionó la primera cervecera de la compañía.

Consultaron a expertos, hicieron encuestas, estudiaron a la población y concluyeron que lo ideal sería establecer un centro de enfoque psicosocial, integrado por un equipo multidisciplinario de profesionales, que abordara la desnutrición en menores de 18 años de edad así como en las mujeres embarazadas. Así nació Cania, una sede donde cualquier taxista de la zona o peatón de la parroquia sabe llegar sin dificultad.

Desde hace algunas semanas dos avisos colgados a la entrada del edificio rompen la armonía visual del espacio: “Sin producción no hay Centro de Atención”, “Materia prima ya”. Los carteles dan cuenta de una amarga realidad. La mística de sus 116 empleados, miembros del área de Atención a la Malnutrición, Desarrollo Comunitario y Gestión del Conocimiento, no basta para mantener a Cania en pie. El presupuesto de este centro es sufragado en su totalidad por Cervecería Polar, empresa que reinició sus operaciones hace solo unos días, el martes 5 de julio, tras dos meses de paralización debido a la falta de divisas para la compra de materia prima.

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La malta y la cerveza volverán al mercado a inicios de la próxima semana. Esto gracias al préstamo de 35 millones de dólares que obtuvo Polar en un crédito con el BBVA, lo que permitió que el pasado 25 de junio llegaran a Puerto Cabello 19.797 toneladas de cebada malteada. El ingrediente, imprescindible en la producción, se distribuirá a todo el país desde San Joaquín, el municipio del estado Carabobo famoso por sus “panelitas”; calculando que el inventario alcanzará hasta el mes de diciembre.

El presidente de Empresas Polar, Lorenzo Mendoza, ha explicado que se trata solo de una solución temporal y que el préstamo debe ser pagado en seis meses. Necesitan por lo tanto que el gobierno garantice el acceso a las divisas, pero las palabras del empresario aún no han encontrado de un interlocutor.

Trasnochada y sin desayuno

Carla Amador no sabe de préstamos internacionales ni de la dificultad que tiene Cervecería Polar para acceder a las divisas. Ella ahora solo tiene cabeza y concentración para atender a su hija Aura Marina Díaz, de un año y ocho meses de edad, quien evidencia dificultades del lenguaje producto de la malnutrición por déficit que padece.

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El lunes 27 de junio esperaba a las 12:21 del mediodía a la entrada de Cania que le entregaran un envase de proteínas en polvo para su bebé. Había salido a las 4:30 de la madrugada de La Victoria, estado Aragua. Era la segunda vez en su vida que visitaba el centro. Llegó allí por recomendación de un nutricionista que la remitió dos meses antes para procurar que la niña gane peso.

“La primera vez que vine la niña pesaba siete kilos doscientos, ya va por siete kilos ochocientos cuarenta (gramos). Esa vez la midieron, la pesaron, y me midieron y pesaron a mí. Dijeron que los valores de la anemia estaban elevados y que tenían que ingresarla, pero yo no tengo familiares en Caracas. Entonces me comprometí a hacerle su menú en la casa. Hoy la vieron bien”, explica la delgada madre, con cierta pena de reconocer que a esa hora del día no había desayunado y que para llegar hasta Antímano había gastado más de lo que sus ingresos le permitían.

Carla y su hija son solo uno de los 1.293 pacientes que entre enero y mayo de este año han sido atendidos en Cania. Probablemente ninguno de estos beneficiarios que reciben tratamiento de pediatras nutrólogos, psicólogos y nutricionistas clínicos, así como de trabajadores sociales, saben que el apoyo totalmente gratuito que reciben en el centro proviene de una empresa que también lucha por sobrevivir en la Venezuela actual.

Con 17 años de trabajo en el centro, la pediatra nutrólogo Mariana Mariño, gerente de Salud de Cania, asegura que no todo está perdido. Si bien los primeros dos años de vida de un ser humano son fundamentales en el posterior desarrollo de todo su potencial de crecimiento, y al no recibir atención alguna esto pudiera ser irreversible; enfatiza que aún después de ese momento todavía pueden generarse cambios, sobre todo desde el punto de vista cualitativo. De allí que junto a Jacqueline Gaslonde, gerente del área Psicosocial, y María Ignacia Reggeti, gerente del área de Gestión del Conocimiento, hable con tal seguridad del trabajo que desarrollan en equipo. Una labor bastante alejada de ese patrón cultural que supuestamente define al venezolano.

“Somos el único centro del país que desarrolla un programa de Atención a la Malnutrición para niños hasta 18 años de edad y mujeres embarazadas que funciona como hospital semi internado de día, y trabaja de lunes a viernes desde las 7:00 de la mañana hasta las 4:00 pm. Atendemos casos de malnutrición por déficit o exceso (obesidad), así como pacientes de talla baja. También nuestros equipos multidisciplinarios han desarrollado programas especiales para pacientes con malnutrición asociados a patologías crónicas como hepatitis, fibrosis quísticas, autismo o cáncer. De la misma manera hemos adquirido experiencia para recibir a pacientes neurológicos con demandas particulares”, refiere Mariño.

De los 1.293 pacientes que Cania ha recibido en consultas de Triaje entre enero y mayo de este año, 43% (560 pacientes) registran malnutrición por déficit en sus grados leve, moderado o grave. 14% de los pacientes, 177, fueron diagnosticados con malnutrición por exceso, sobrepeso u obesidad; 10%, 124, registran malnutrición secundaria relativa a patología crónica (pacientes con alguna condición u enfermedad asociada como autismo, enfermedad celíaca o fibrosis quística, entre otras. Mientras un 12%, 154 de ellos, son eutróficos. Esto quiere decir que no son desnutridos pero tienen talla baja o trastornos de conducta alimentaria.

Todos ellos son ingresados en Cania y atendidos de manera individual y grupal. Solo un 22%, 278 visitantes de la institución en estos primeros meses del año, salieron de la sede con la seguridad de que no presentan alteración nutricional.

Mariño subraya que la estadística de Cania no se puede generalizar a todo el país, aunque allí asistan pacientes de todo el territorio nacional; así como tampoco pueden hacerse estimaciones o cálculos en función de una data. Asegura que los registros de un mes determinado no tienen mucho que ver con lo que pase en otro periodo del año.

En los primeros cinco meses de 2016 el equipo multidisciplinario registró un total de 2.332 consultas de atención primaria, 1.266 consultas de atención secundaria (pacientes con enfermedad asociada), y 479 aembarazadas. Mientras que 3.383 personas se beneficiaron de al menos 517 actividades grupales educativas relacionadas con charlas y talleres que promueven formación y sensibilización en cuanto a una alimentación balanceada.

Las especialistas insisten en que la recuperación del paciente no solo debe medirse por su mejoría en talla y peso. La evolución de un niño malnutrido también se percibe en aspectos minúsculos como el que su madre aprenda sobre el presupuesto previsto para el mercado, que sepa sustituir un alimento por otro, que el niño adquiera hábitos de salud y que mejore sus conductas a la hora de comer.

El trabajo en Cania apunta a un abordaje familiar donde, para empezar, se comprenda que la malnutrición es una patología y no un rasgo propio del niño: “Es una enfermedad que por ser multicausal se le puede abordar desde varios ángulos para erradicarla, pero por nada del mundo debe ser naturalizada. Como cuando una madre dice: ´Es que él es así de flaco porque yo soy así´; como si se tratase del color marrón de los ojos”, señalan las especialistas Mariño, Gaslonde y Reggeti.

Además del programa de Atención a la Malnutrición, que se ejecuta en la propia sede de Cania, sus profesionales también desarrollan un trabajo preventivo y de diagnóstico en las escuelas y centros de salud de la parroquia, gracias a líderes comunitarios que previamente han formado. En años recientes han preparado a 420 promotores comunitarios de salud, quienes han recibido herramientas de liderazgo y educación nutricional.

Como si no bastase con este aporte, el recurso humano de Cania también se dedica a investigar y es así como desde la gerencia de Gestión del Conocimiento realizan trabajos que luego son publicados en revistas arbitradas. En los años 2005, 2008 y 2012 publicaron el libro Estudio Antímano, sobre la situación alimentaria y nutricional de la parroquia. Así como también han impreso los textos Nutrición en Pediatría yNutrición en el embarazo, ambos utilizados en las universidades del país en la carrera de Nutrición y Dietética.

Si todo esto no fuera suficiente para reflexionar sobre el alcance de una empresa socialmente responsable, bastará acercarse a Cania y escuchar el agradecimiento de las madres para con la institución. Una de ellas, Carla, comentó mientras acunaba a su niña Aura Marina; que estaba muy agradecida de la institución: “Esto es fabuloso. Estoy muy contenta porque sé que ayudarán a mi hija”.

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