Cultura

Festival de Lectura de Chacao: un oasis con cada vez menos agua

“No debo buscar mi dignidad en el espacio, sino en el gobierno de mi pensamiento. No tendré más aunque posea mundos. Si fuera por el espacio, el universo me rodearía y se me tragaría como un átomo; pero por el pensamiento yo abrazo el mundo” Blaise Pasca.

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Desde hace ocho ediciones, la Alcaldía de Chacao, a través de Cultura Chacao, le regalan a la apaleada y castigada Caracas y a sus habitantes un oasis (en el que ya casi no hay agua, ni crece tanto la vegetación) cultural. No puedo ni imaginar el gran esfuerzo que realiza la Alcaldía, editoriales, universidades, libreros, escritores y hasta embajadas, en esta edición la de España,  para seguir manteniendo vigente ese espacio, mientras muchas de las áreas restantes de la ciudad siguen cediendo ante el abandono y el hampa.
La Alcaldía organizó una programación de primera, trayendo invitados nacionales e internacionales, como Fernando Mires y Juan Arnau, entre muchísimos otros.  
Visitar un Festival de Lectura, no se trata solamente de ver, conocer y comprar libros (sobre todo novedades), sino también participar en otras actividades culturales. Sin embargo, entrar en contacto con las novedades editoriales y sus autores, es la principal razón de ser de muchas de las Ferias de libros más importantes del mundo.
Con tristeza he podido ver cómo año a año, y especialmente en este último, muchas de las editoriales que quedaban en Venezuela se terminaron de ir. Novedades, muy pocas, poquísimas. Libros usados, muchísimos, hasta el punto que sentí varias veces un Déjà vu con los libreros del puente de la Avenida de las Fuerzas Armadas, que visité infinidad de veces.
Recuerdo los tiempos de las Ferias del Libro de la Zona Rental de Plaza Venezuela vs las que habían en Bogotá, y las que hay hoy en el espacio de Corferias en Bogóta (Feria Internacional del Libro) con lo que con mucho esfuerzo se puede lograr aquí, hoy en día, en el medio de un entorno gubernamental hostil al papel, los libros, las editoriales, la lectura, y la diversidad de ideas, etc., y siento un ligero escalofrió.
Por ejemplo, en España se publicaron en  2014, 226.590 libros / 1 libro nuevo por cada 205 habitantes con una oferta total al público de 553.884 libros. Solo en 2014, se vendieron 153.620.000 libros editados en España (Federación de Gremios Libreros de España). Sin ser España el país más importante en edición de libros, ya que Estados Unidos, Alemania, China, Japón, Francia y el Reino Unido, tienen el 60% del mercado mundial de publicaciones.
En el caso de América Latina todavía no se tienen cifras actualizadas, pero la realidad para 2013 era más o menos la siguiente: En América Latina se publicaron 194.009 libros. Brasil lideró la publicación de libros (85.809), seguido de México (29.974), Argentina (27.757). Venezuela ocupó la novena posición de 19 países con 3.614 libros publicados, algo así como un libro nuevo por cada 8.428 personas.
En adición a las pocas novedades los precios para los habitantes de Venezuela se dispararon, aun cuando comparativamente con otras partes del mundo los libros siguen siendo económicos, sin embargo, el mermado poder adquisitivo de los venezolanos los convierte en joyas.  En España, el promedio de costo de un libro es 15 euros. El salario mínimo interprofesional en España en 2016 es de €  764. Eso implica que si alguien se gastara todo su salario de un mes en libros, podría comprar 50 libros. En Venezuela el salarió mínimo a un precio promedio de Bs 7000 (libro nuevo) solo permitiría comprar un 1,6 libros al mes. Lo concreto del ejemplo es que mientras en otros países del mundo un ciudadano puede dedicar parte de su sueldo a comprar libros, en Venezuela, tendría que dejar de comer para poder comprar un libro editado en Venezuela, ni hablar de uno editado en otros países.
¿La explicación? No se trata solo del entorno económico y de sus realidades en un país donde falta la comida y las medicinas, con mucha más razón los libros, sino que en donde se le dan más importancia a los panfletos (que siempre se los lleva el viento) que a los libros (que siempre permanecen), no hay incentivos para revertir esta realidad.
La lectura no solo permite conquistar espacios autónomos, sino que permite formar y definir lo que somos ante nosotros y los demás, contribuyendo a liberar y no a esclavizar a los seres humanos del pensamiento único y obsesivo, y como decía Blaise Pascal, abrazar al mundo.]]>

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