Economía

Ford Motor deja en mínimo plantilla de trabajadores en Venezuela

El retiro voluntario de un número indeterminado de trabajadores de la planta de Ford Motor en Valencia, no significa que la ensambladora esté evaluando su salida definitiva de Venezuela, al contrario, planifica quedarse y adaptarse al disminuido mercado de vehículos que queda ahora, aseguró la firma a El Estímulo, a través de un cuestionario por escrito.

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Nuestra planta en Valencia continúa operando, adaptando la oferta con la demanda, en línea con los pedidos de nuestros concesionarios. Ford lleva 56 años operando en Venezuela y no tiene planes de abandonar el país”, aseguró la automotriz al salir al paso a rumores en la zona de Carabobo.

Según ex trabajadores, al menos 800 de ellos se acogieron al paquete de retiro desde diciembre de 2018 porque avizoraban un futuro nada prometedor en la planta que, aseguraron, ya ha sido parcialmente desmantelada.

De hecho este año no se ha ensamblado ni un solo carro, y no hay ni siquiera plan de producción, dijeron fuentes sindicales.

Aunque la empresa ha ofrecido, desde 2016, un plan de retiro voluntario, fue a fines de 2018 cuando esta situación se hizo más evidente. La firma ha dicho que la idea es proveer a los empleados, que quieran sumarse, de un capital semilla para nuevos emprendimientos y proyectos de vida.

“Desde principios de 2015, el sector automotriz dejó de recibir asignaciones de divisas, por parte del gobierno, para atender las importaciones de material requerido para la producción de vehículos, por lo que se hizo imperante la necesidad de buscar alternativas innovadoras en pro de la continuidad de la empresa y de los más de 100 mil empleos de la industria automotriz que estaban en riesgo”, afirmó a El Estímulo la compañía.

A partir de esa fecha, Ford asumió el reto de crear un mecanismo alternativo, para autogenerar dólares y asegurar su supervivencia en un mercado decaído como el venezolano, donde pocos reúnen los fondos para cambiar su vehículo, por las condiciones de una economía maltrecha que hoy en día experimenta un proceso hiperinflacionario.

De hecho la marca todavía ofrece al mercado local sus vehículos cotizados en dólares.

“Se enfocó en un proceso innovador a través del cual la empresa podía conseguir, mediante su red de concesionarios, los fondos en divisas necesarios para colocar los pedidos del MEIV (material de ensamblaje importado para vehículos) y así poder fabricar los autos en Venezuela, en la planta ubicada en Valencia, con contenido local, los cuales serían vendidos a los compradores finales bajo un esquema mixto que permita a los concesionarios recuperar su inversión y seguir colocando pedidos para continuar la producción”, informó Ford.

Además esta iniciativa benefició a los fabricantes de autopartes locales y al resto de las empresas ensambladoras del país, agrega.

Durante el resto de 2019, Ford Motor de Venezuela complementará su portafolio de productos con vehículos importados, los cuales serán vendidos a los compradores finales bajo un esquema de pago mixto, en dólares y bolívares.

De la incertidumbre a la renuncia

Angel Pandares, secretario de Capacitación del sindicato de la planta, narró que todo el calvario comenzó para ellos desde la caída de producción de los años 2015 y 2016.

“En vista de la salida del país de la empresa General Motor, donde quedaron en la calle más de 3.500 trabajadores, la gran mayoría de los de Ford Motor, comenzamos a vivir una incertidumbre. En 2016 se ensamblaron 1.050 las unidades; en 2017 fueron 420 unidades y en 2018, 105 unidades”, dijo Pandares.

Explicó además que durante estos tres últimos años, la entidad de trabajo convocaba al sindicato a reuniones para exponerle la imposibilidad de cumplir con lo establecido en el contrato colectivo.

“Se hicieron más de 16 mesas de trabajo en Caracas en el Ministerio del Trabajo, con sus distintos ministros como Oswaldo Vera, Francisco Torrealba, Nestor Ovalles, y Eduardo Piñate”, prosiguió Pandares que laboró en Ford durante 16 años.

En medio de esta circunstancia, aproximadamente el 70% de los trabajadores permanecían en sus casas, unos convocados y otros no convocados, eran llamados cuando se requería de su conocimiento en la automotriz. “Era intermitente el trabajo”, afirmó Pandares.

Sin embargo, este panorama cambió, según relataron varios ex empleados, cuando a fines de 2018 la empresa los convocó para informarles que en 2019 iba a estar inoperativa la planta.

“Ya viendo la tragedia del sector automotriz, la empresa estaba ofreciendo paquetes pero dando la información que no había plan de producción y la imposibilidad de cumplir con el contrato, como comedor, cesta navideña, planes recreativos, entre otros, la nómina diaria que éramos unos 1.100 trabajadores tomamos la decisión de irnos”, confirmó Pandares.

Los trabajadores comenzaron a ver cómo renunciaban sus supervisores y aquello encendió aún más las alarmas.

“Se fue la gerencia de Ingeniería, de Producción, de Mantenimiento, Dirección de Planta, de Pintura”, refirió Ángel Pandares que ahora trata de levantar un pequeño negocio en la zona de Güigüe, en el municipio Carlos Arvelo de Carabobo.

También Juan Rojas, que trabajó por 10 años en la planta de la ensambladora en Valencia, contó que en su caso la decisión de renunciar vino luego de evaluar la inestabilidad que le producía estar de manera intermitente en sus labores.

Rojas además recalcó que el sueldo que devengaba le era insuficiente.

«Teníamos más de un año con el contrato colectivo vencido y el sueldo estaba por debajo ya del salario mínimo”.

Adicionalmente ya en el comedor solo les ofrecían dos de las cuatro comidas que podían hallar hace unos meses atrás. En los cajeros automáticos que funcionaban en el interior de la empresa tampoco podían hacer ya muchas operaciones porque las máquinas permanecían fuera de servicio.

Juan Rojas, que laboró en el área de Motores, ahora se desempeña como jefe de almacén de una tienda de artículos del hogar en Valencia.

Elianne Alcalde, secretario de Organización del sindicato, narró con nostalgia que estuvo trabajando en la empresa por 20 años. Primero estuvo en el departamento de Manejo de Materiales, luego fue delegado de Prevención por ocho años y los últimos tres años estuvo en la directiva sindical.

Alcalde señaló que vio cómo la planta empezó a ser desmantelada, poco a poco. “Antes de que nos dieran un madrugonazo, preferí renunciar y tomar el paquete. No era sencillo tener el recuerdo de lo que ocurrió en General Motor”.

Ahora Elianne Alcalde se dedica a conducir un transporte, tratando de superar la situación.

Algunos de los que se fueron de Ford decidieron emigrar hacia países de Suramérica, en búsqueda de nuevas ofertas de trabajo, señalaron los consultados.

Números en rojo

Los últimos informes corporativos de Ford Motor que mencionaron a Venezuela lo hicieron en el año en 2016, cuando fue reportada una pérdida de $477 millones de dólares en el flujo de caja relativa al ejercicio de 2014.

En los resultados corporativos mundiales de 2015 y 2016, no hay mención alguna a la existencia de Venezuela. Los estados financieros locales fueron desconsolidados de los resultados corporativos de la fabricante, tal como hicieron también otras trasnacionales, como Coca Cola, Pepsi Cola y la automotriz FCA, antigua Chrysler de Venezuela.

Valencia era considerada por muchos como la Detroit de Venezuela por las pujantes plantas ensambladoras ubicadas en su zona industrial. Hoy en día, muchas de ellas están sin producir y otras como General Motor cesaron por completo sus operaciones, desde 2017.

La imposibilidad de conseguir divisas para importar los materiales requeridos en la fabricación de los autos; la caída en las ventas y ahora las fallas eléctricas, hacen cuesta arriba la recuperación del sector automotriz, en medio de un ambiente de hiperinflación, inexistencia de créditos financieros y bancarios, caída vertical del consumo interno y el colapso general de la economía de este país, que llegó a ser el cuarto mayor ensamblador de vehículos de América Latina.

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