Venezuela

FOTOS | Petare: la realidad más allá de la redoma

Es notable el cambio que muestra Petare en su eje comercial. Aceras más amplias, nuevo asfaltado, negocios recién pintados y hasta unas guacamayas que parecen que vuelan sobre una de las entradas de la calle colonial; sin embargo, Petare no solo es la redoma. Petare es mucho más grande.

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Daniel Hernández
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Petare la grande. El lugar más pintoresco del municipio Sucre, donde están ubicados los barrios más sonados del este de Caracas y donde muchas personas tienen un día a día lleno de altos y bajos económicos.

No se puede negar que la mejor vista que tiene está en la redoma, donde el alcalde José Vicente Rangel Ávalos hizo a un lado lo deteriorado y lo caótico del popular sitio. Pero aún hay mucho por mejorar, como los servicios, por ejemplo. La lista de deseos de sus habitantes es infinita.

El transporte para los cerros

José Félix Ribas, La Línea, Nazareno, Campito, Fechas Patrias, San José, La Bombilla. Estos son solo algunos de los muchísimos barrios que conforman Petare, y su gente, en su gran mayoría, baja y sube el cerro para interactuar con la cotidianidad.

El jeep, la camionetica, el autobús que lleva a la gente a su casa y la baja son de esas herramientas que se agrietan con una economía terrible. El jeep sube por la avenida principal de Mesuca, pero la lata casi se desprende y su motor ya no da más. Para que ese vehículo pueda cumplir el traslado el pasaje de cada usuario está ubicado entre 5 y 8 mil bolívares.

“Solo pa’ ahí mismito”, dice Justino Aponte, quien tiene como chofer 20 años. Pero es cerro arriba y todo tiene un costo, un amortiguador, un caucho. “Cobramos ese monto bajito porque somos pueblo también, pero cuando vamos al que nos vende el repuesto nos cobra en dólares. Así no se puede, mijo”, sigue el conductor de la ruta Petare-Mesuca. “A veces pienso en vender mi carro y no seguir en esto, pero después pienso que es lo único que he hecho durante tantos años y quitar mi jeep de la línea es como negarle el servicio a la gente del barrio que lo necesita”.

Alfredo Gutiérrez asoma su rostro en la conversación y suministra una realidad más dura: “la inseguridad, pana mío”.

“Yo por lo menos trabajo desde temprano. Bajo a la gente del barrio desde las 5 y media de la mañana, es más cómodo y me siento un poco más seguro”, asegura. “Solo ves los policías en la redoma, pero de allí hacia las entradas de los barrios no hay nada de seguridad. Muchos de los choros (ladrones) se han ido para otros países, pero siempre queda alguien que quiere robarle a la gente lo poco que tiene, por eso trabajo hasta las 7 de la noche. Después de esa hora me voy a descansar”.

Al lado de la parada de jeeps hay una línea de mototaxis. Es allí donde entra al traslado de emergencia.

Cándido tiene 3 años como mototaxista y sube a los clientes desde Petare hacia José Félix Ribas. Desde su parada hasta la zona 5 del barrio el costo de su carrera es de 20 mil bolívares. “Si es para la zona 8 o la zona 10 puedo cobrar lo justo que son 30 mil bolívares. Menos de eso no puedo, pero la mayoría de los clientes aparecen cuando los jeeps dejan de trabajar y es allí donde yo aprovecho”, comenta.

“Algunos pagan en dólares, sobre todo si me toca sacarlos del barrio para lugares como La California o El Marqués, donde solo les pido aunque sea un dólar. Al mediodía o después de las 4 de la tarde las colas para esperar los autobuses son largas, esperar bajo el son es un desespero”, agrega.

La crisis hizo que muchas líneas de transporte público perdieran vehículos, cauchos, amortiguadores, tren delantero, elementos que más sufren y que son muy costosos para reponer. Y eso tiene su precio.
Ahora hay menos carros para subir a la gente hasta José Félix Ribas, muchos prefieren irse a casa caminando.

Pedro Salazar vive en la zona 10 y decidió caminar desde la estación Palo Verde hasta donde vive con su mujer y sus cinco hijos. “No me alcanza el sencillo para pagar pasajes diariamente. O pago el jeep o compro comida. El del transporte dice que todo lo sube el dólar, pero yo no recibo esa moneda y cada vez soy más pobre”, denuncia.

Mercados

Petare es sinónimo de popularidad, pero por estos días también es sinónimo de pobreza.

Pese a la crisis, los mercados se expandieron en Petare. Los que están debajo del puente de Baloa y el mercado de Mesuca son de esos donde los que menos tienen pueden intentar comprar algo de alimentos.

Elvira García trabaja como doméstica, limpiando o planchando. “Me pagan por día”, explica. “Lo que me paga la patrona no es mucho, es lo legal en el negocio. En una de las casas donde trabajo el señor de la casa ya no me paga en bolívares, me paga 5 dólares por todo un día de planchar. Al salir del trabajo me voy directo a la carnicería y compro algo para la cena del mismo día. Otra de las patronas me paga en bolívares, pero de eso no guardo nada porque solo me toca gastármelo de una vez. Gracias a Dios comemos completo, pero se nos hace cansón mantenernos en esa rutina porque ya no hacemos un mercado grande cada quince días, ahora compramos diario lo que necesitamos. Mi marido es albañil, pero tiene poco trabajo y me toca ayudarlo”.

Una de las cosas que Elvira detectó es que cuando sube o baja el dólar estrepitosamente uno de los productos que los comerciantes no ponen a la venta son los huevos.

En las carnicerías del mercado de Mesuca el tema es el proveedor. Ahí algunos son socios, pero trabajan porque ya no tienen para pagar suficientes empleados. Ellos mismo atienden sus locales y manifiestan que los proveedores no quieren recibir bolívares y piden que se les cancele en dólares.

Los productos no se pueden anunciar bajo el cono norteamericano, pero se pueden pagar en esa moneda. Incluso hay negocios que, aunque no tienen el precio de sus productos en la divisa, tienen un indicador de cómo están comercializando las cosas con el costo del día. El dólar también está en Petare.

¿Por dónde pasa la reina?

Es notable el cambio que muestra Petare en su eje comercial. Aceras más amplias, nuevo asfaltado, negocios recién pintados y hasta unas guacamayas que parecen que vuelan sobre una de las entradas de la calle colonial. Un cambio totalmente radical. Parece otro lugar; sin embargo, Petare no solo es la redoma, Petare es mucho más grande.

Esta zona está compuesta por una hilera de barrios que hacen de muro y contraste con toda la urbe que se desarrolló en La Urbina y La California. Los barrios son característicos en un sitio al que le hicieron el amago de una modernidad a medias con un Metrocable.

Uno de los ejemplos que dicen que no todo está bien es la entrada del barrio 19 de Abril. Ante un mosaico que tiene el nombre de la parroquia hay un espacio que jamás deja de tener basura. Una maraña de cables y sus calles rotas son el grito de que no se ha hecho nada por esos lados del municipio Sucre. Todos los buhoneros que ya no están en la redoma aparecen en la calle La Paz.

La basura que ya no se ve en el centro está en otros lugares, pero está.

Lo que la gente pide

La gente en Petare pide muchas cosas, una de ellas es contar continuamente con el servicio del agua. Con el paso de los años la distribución es escasa en las comunidades. Hasta un mes pueden pasar sin el líquido, siendo más castigadas parroquias como Caucagüita, donde a veces un mes es poco.

En Turumo o San Isidro el agua llegaba cada 8 días y sus habitantes llenaban sus tobos y pipotes. Era un ritual que ahora es muy difícil de ver.

“Seguridad nos falta a todos”, grita una señora molesta por su día a día mientras lleva sus bolsas y sube la cuesta que da con el barrio La Línea. “Mira mijo, aquí solo hay policías en el centro de Petare, pero en este barrio y otros no verás jamás a uno”.

“Te tienes que guardar en tu casa más tardar a las 6 de la tarde (…) por un lado tenemos el FAES a la salida del metro, pero no puedes pasar descuidado por allí porque alguien te roba , entonces ¿para qué están ahí?”, se pregunta la mujer.

“Que mejore la distribución del gas doméstico es uno de los clamores de estos lugares. El gas comunal es un desastre. Muchos desean volver al viejo método, cuando Líder Gas y Caracas Gas pasaban casa por casa vendiendo las bombonas y todos podían obtener lo que necesitaban. Ahora todo es una burocracia con los consejos comunales”, lamenta Diego, habitante del sector La Alcabala.

En Petare cada quien apunta a sus necesidades. Pero la respuesta municipal se limita a una redoma limpia y llena de colores.

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