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FOTOS| Un duelo de protestas lleva la fractura en Venezuela hasta la Casa Blanca

Cientos de personas se concentraron hoy ante la Casa Blanca en dos marchas paralelas, una a favor de Nicolás Maduro y otra de Juan Guaidó, que trasladaron al corazón de Washington la profunda fractura política de Venezuela y agitaron el debate sobre la postura estadounidense ante la crisis.

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FOTOGRAFÍAS: EFE

Bajo el lema «Hands off Venezuela» («Manos fuera de Venezuela»), al menos 300 personas se congregaron en el parque Lafayette de Washington, delante de la Casa Blanca, para reclamar que EEUU no intervenga militarmente en ese país y rechazar las sanciones que el Gobierno del presidente Donald Trump ha impuesto a Caracas.

Unos metros más allá, otro grupo de personas defendían en una contramanifestación su apoyo al líder del Parlamento, Juan Guaidó, que en enero se proclamó presidente interino de Venezuela y tiene el respaldo de más de 50 países.

El duelo de marchas ilustró el debate generado por la amenaza de Trump de activar la vía militar en Venezuela y el agresivo discurso de su asesor John Bolton, que han llevado a algunos sectores de la izquierda de EEUU a denunciar paralelismos con la invasión de Irak en 2003 o con intervenciones pasadas en Latinoamérica.

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Con pancartas como «Defendemos a Maduro y la revolución bolivariana», muchos asistentes a la protesta contra Trump fueron más allá del mero rechazo a la intervención militar y dejaron claro su apoyo al presidente venezolano.

«Vengo a apoyar enérgicamente al presidente Nicolás Maduro, quien ha sido electo a través de los votos, con una amplia mayoría», afirmó el boliviano Ronald Baldivieso.

«Ya es tiempo de que EEUU saque sus manos y no lleve ayuda humanitaria (a Venezuela) solamente porque tienen petróleo, porque también hace falta ayuda humanitaria en Haití», añadió.

Muchos manifestantes eran jóvenes universitarios, algunos llegados desde distintos puntos de EEUU en autobuses fletados por la organización antibélica Answer Coalition.

«Yo estoy de acuerdo con la revolución bolivariana, y creo que es hora de que la gente defienda lo que es correcto», dijo Jade Ferguson, una estudiante en la Universidad de Georgetown.

La joven de 18 años opinó que en Venezuela «hay mucho sufrimiento» y que eso convierte la respuesta internacional en «un tema complicado, porque hay que apoyarles cuando lo necesiten», pero también «tener en cuenta el dolor que puede sufrir la gente si continúan estos abusos de poder» por parte de Washington.

Algunos venezolanos que participaban en la contramanifestación se acercaron al parque para conversar con los asistentes, lo que dio pie a intercambios calmados, pero también a algún momento tenso.

«¡Esto no lo pueden hacer en Venezuela, porque el Gobierno los mata!», gritaba una mujer a los manifestantes, mientras una decena de agentes de Policía se esforzaban en separar a ambos grupos.

Poco antes, una venezolana pedía a los jóvenes estadounidenses que ubicaran su país en el mapa, mientras que otra trataba de explicar a un grupo que Maduro «mata a niños» en Venezuela.

Con la frase «Pregunten a un venezolano» en sus pancartas, los contramanifestantes se ofrecían para hablar a los estadounidenses sobre su país.

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«Se están dejando manipular por personas que están poniendo esto en el contexto de derecha versus izquierda», señaló Cynthia Cortés.

Por la contramanifestación pasó el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, y también estuvo Francisco Márquez, asesor del embajador ante EEUU designado por Guaidó, Carlos Vecchio.

«Lo que nos gustaría es que nuestros amigos, que están aquí en contra de la intervención (de EEUU), pongan la misma energía en rechazar la dictadura (de Maduro)», indicó Márquez.

«Venezuela ya está viviendo las consecuencias de la guerra, sin tenerla formalmente declarada. Solo en guerra se ve migración masiva de millones de personas, muertes diarias», afirmó.

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Algunos asistentes a la contramanifestación respaldaban sin tapujos la idea de una intervención militar de Estados Unidos.

«Se necesita, porque la gente se está muriendo, y los generales allá están corruptos», opinó la venezolana María Eugenia Valera.

Su amiga, que prefirió no identificarse, aseguró ser consciente de «la represalia que puede tener que Estados Unidos» entre en su país.

«Pero es mejor el remedio que la enfermedad, porque ahorita nos están matando», subrayó.

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