Espectáculos

Francisco Massiani, los escritores nunca mueren

Todo aquél que pasó por bachillerato en nuestro país ha leído Piedra de Mar, ese texto tan cercano, fresco y vital, que data de 1968 pero que no pierde ni un ápice de contemporaneidad en estas fechas. Su autor es Francisco Massiani, hasta allí suele llegar el conocimiento que tenemos de él, un autor, un nombre en la solapa de un libro que es referencia obligada dentro de la literatura venezolana.

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Titulado “Francisco Massiani, Breve y Arbitraria historia de mi vida” lo primero que llama la atención es que el nombre del film está en primera persona tratándose de un documental. Sin embargo, al mirar esta pieza queda claro que su director Manuel Guzmán Kizer manejó los elementos de la narrativa cinematográfica para que sea una historia contada por el propio Pancho, como le llaman sus cercanos. A excepción de algunos datos en pantalla e intervenciones puntuales de terceros, es él mismo quien se muestra ante la lente sin mayores artificios.

La historia presentada no es la de un autor divo que escribe para masas, tampoco la del autor furtivo que se pierde en su fuero interno y al que todo le es distante. Se muestra la radiografía de un ser humano, con todo lo que ello implica.

“Crecí en un ambiente rodeado de escritores” declara Guzmán, “pero nunca había conocido uno como Massiani”, el entusiasmo por el personaje brota en sus palabras. “me invitó a involucrarme en su vida sin mayor reparo para superar sus limitaciones físicas tras su accidente. El pasó a ser un complemento masculino en mi educación”. Y es que la empatía entre el director y el autor es innegable, se respira en todo el documental, ambos disfrutan las mujeres, la bebida, la literatura, la poesía el sol y la playa.

Al estilo de una road movie, vamos junto al personaje recorriendo diversos lugares físicos donde se dieron distintos hechos en su vida: El Liceo Andrés Bello, la UCV, Sabana Grande, bares, cafés, burdeles, hospitales y la casa donde habitó con la mujer que le marcaría la vida para siempre, Belén Huizi. Y es que el amor de Massiani por su amada se percibe intacto, la pasión y la verdad con la que se expresa de ella hacen de esta mujer una presencia inexorable en el relato.

Técnicamente estamos ante un trabajo de corte académico, pues este documental fue la pieza de una tesis de Comunicación Social de Guzmán en 2010, un proyecto cuyo rodaje se realizó en 2 semanas con las limitaciones presupuestarias y, sobre todo, tecnológicas de un lustro atrás. De anteojo faltó un director de fotografía, pues visualmente se nota la fragmentación en la luz que acompaña a los planos, lo cual hace que el cambio entre una situación y otra pueda parecer brusco e inconexo.

Años después, la tesis llega a manos de Rodolfo Cova, el productor de éxitos como Azul y No Tan Rosa, La Hora Cero, Papita, Maní y Tostón, quien logró en corto tiempo añadir un plano más y llevarla a su estreno en las salas comerciales. “Me gustó la autenticidad con que se presentaba al protagonista, era de verdad, sin poses. Me afectó como olvidamos (…), como sociedad y como país recordamos lo que no debemos y olvidamos lo importante”.

Les garantizo que esta pieza les va a tocar la fibra más íntima de su ser, más allá de presentar al genio, al autor o al pintor, nos muestra al ser humano y es allí en donde recordaremos a un padre, un tío o un abuelo, a alguien en el ocaso de su existencia cuyo apetito por la vida está lejos de mermar.

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