Venezuela

Funcionarios cambian comida y agua por sexo en cárcel venezolana

En un recinto donde la falta de agua y alimentos es moneda corriente, la prostitución también es una práctica común, según se desprende de la denuncia el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP).

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La ONG Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) denunció una serie de prácticas ilegales por parte de funcionarios del Estado en contra de mujeres reclusas en la cárcel de Uribana, en el estado Lara. Este es otro episodio que desnuda la decadencia del sistema penitenciario venezolano, donde son frecuentes los asesinatos, violaciones, torturas y tráfico de influencias.

En Uribana es frecuente que funcionarios obliguen a las reclusas a mantener relaciones sexuales a cambio de beneficios básicos que deben ser suministrados por el sistema penitenciario, según la denuncia.

“Aunque es consentido, los funcionarios se aprovechan de nuestra situación y vienen hasta las celdas para sacar a algunas compañeras y mantener relaciones sexuales con ellas”, reveló una presa del anexo femenino del Centro Penitenciario David Viloria, mejor conocida como cárcel de Uribana, en el norte de Barquisimeto, la capital de Lara.

Sexo, agua y comida

«El equipo del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) conversó con algunas privadas de libertad de dicho anexo, quienes confirmaron los hechos», dice la ONG. El comunicado difundido este martes para denunciar la situación de este penal que encierra a 176 mujeres.

«Las reclusas explicaron que intercambian sexo por acceso a algunos beneficios como mejores comidas, que sus familiares les puedan enviar un poco más de alimentos, agua potable e incluso permanecer más tiempo fuera de su celda», explica el texto.

No todas las mujeres que se encuentran en el anexo acceden a tener relaciones sexuales con un grupo de funcionarios que trabajan en este penal. Se desconoce si la directiva del recinto penitenciario tiene conocimiento sobre esta situación.

Solo para hombres con poder

Desde hace cinco años están prohibidas las visitas de hombres en el anexo femenino de Uribana, por lo que no pueden ver a sus parejas, hermanos, padres e hijos, según OVP.

Para la visita conyugal les exigen acta de matrimonio y una serie de exámenes médicos que deben costear las propias reclusas. «Muchas reclusas terminan desistiendo por no tener los recursos suficientes para cumplir con estos requisitos».

Las prisioneras también denunciaron a la ONG más irregularidades en el recinto.

«Al momento del conteo diario, los funcionarios de la Guardia Nacional, en su mayoría hombres, ingresan con armas de fuego en mano».

«Aunado a esto, el nuevo director de Uribana, Oscar Briceño, conocido en el recinto como “El Conejo”, y quien está a cargo de la población masculina, también ingresa al anexo sin previo aviso», afirman.

Hombres armados

Las mujeres aseguran que esta acción va en detrimento de su privacidad. En muchas oportunidades el director y algunos custodios las ven cuando se bañan o están en ropa interior.

“No sabemos con qué objetivo ingresa, parece que tiene más poder que la directora del anexo porque no impiden que lo haga y cuando va es para insultarnos y amenazarnos con golpearnos. Esto sin ningún motivo porque nosotras hemos tenido un comportamiento bastante pacífico”, afirmó una de las internas.

Además, agregó que “esto es algo constante y que nos perturba, nos está afectando psicológicamente. Solo pedimos que dejen a las custodias hacer su trabajo. Porque para eso las prepararon a ellas, no queremos hombres gritando y maltratándonos dentro del anexo, sabemos que tenemos derechos y por eso denunciamos”, puntualizó esta fuente.

Irregularidades con el agua y la comida

Además,  las mujeres de la cárcel de Uribana denunciaron otras irregularidades en torno a la distribución del agua potable y alimentos.

«Cada cinco días reciben un tobo (balde) de agua por persona, el cual deben utilizar para consumo diario, además para lavar la ropa, envases de comida y aseo personal».

En cuanto a la alimentación no están variando el menú, solo les dan arepas duras y sin acompañante alguno de desayuno o cena, arroz y frijoles chinos de almuerzo. Las porciones no sobrepasan los 450 gramos.

Es por esta razón que las reclusas deben esperar que sus familiares les lleven alimentos para comer algo más nutritivo. También piden agua para poder rendir el poco líquido que les dan a la semana en la cárcel, agrega la ONG en su comunicado.

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