Opinión

Gabriela, clavo y canela

Como siempre, la ronda anual de demagogia en la Asamblea General de la ONU, en la que el populismo global suele montar su show. A pesar de que la generalidad de los expositores son mandatarios democráticos y decentes, y sus palabras se amontonan con el polvo del olvido, siempre hay extravagantes que se comportan ante el mundo como tratan a sus pobres paisanos. Una vez el primer ministro ruso Kruschev se quitó el zapato y golpeó la mesa, en desacuerdo con el Canciller filipino, que pedía fin no de uno sino de dos tipos de imperialismo. En una época fue Castro el dueño del circo y asumía claramente la actitud de “soy un patán…y qué?”

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Eso enloquecía al progresismo mundial y mató de éxtasis a escritores como Richard
​Wr​ight, Jean Paul Sartre, Waldo Frank, García Márquez, y tantos otros.

Sobrecogimiento anuente cuando un perturbado como Guevara defendió los fusilamientos en Cuba y anunció más. Luego vinieron los imitadores, como el «Galáctico» venezolano. Demasiados mandatarios dedican el grueso de sus intervenciones a insinuar-afirmar que la organización no sirve para nada, que es un derrelicto de otras épocas y que debe reformarse, cosas que podrían ser razonables, tal vez. El punto es que las reformas subyacentes no apuntan a mejorar la eficiencia en el uso de los recursos.

Tampoco a fortalecer la defensa de los Derechos Humanos o las instituciones democráticas, sino a vulnerar el derecho de veto, uno de los factores que proporcionan racionalidad a ese monstruo de infinitas cabezas. Hasta ahora el mundo evitó el Holocausto nuclear con el modelo actual del Consejo de Seguridad de 15 miembros, en el que 5 son permanentes con derecho a veto (EE.UU, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China), pero siempre las apariciones tercermundistas, irresponsables, quieren poner el dedo de todos en el gatillo. A eso se refiere cuando hablan de “democratizar la ONU”.

Brasil pugna por una reforma que le permita acceder a la condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad, aunque varias otras grandes potencias se mantienen fuera. Y en algún momento se habló de que entraría al grupo escogido, pero al parecer su comportamiento en Suramérica hizo cambiar de opinión.

Por el momento Venezuela aspira a una de las 10 sillas no permanentes del Consejo de Seguridad y va a buscarla con el poderoso apoyo del GRULA (Grupo Latinoamericano en las Naciones Unidas)  en los próximos días. Desde allí María Gabriela podrá enterarse bien del devenir mundial y convertirse en estadista. @CarlosRaulHer

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