Venezuela

George Orwell, entre la Constituyente y Rebelión en la Granja

Un 25 de junio de 1903 nació en la India del Imperio Británico Eric Arthur Blair, más conocido como George Orwell, uno de los autores que más encarecidamente denunció el totalitarismo, el pensamiento único, la falsedad ideológica y la injusticia social atada a regímenes que se venden como salvadores de la Humanidad y de los panas de la esquina. (NDLR; Este artículo fue publicado originalmente en junio de 2017).

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FOTOGRAFÍA: ADRIANA CUBILLOS | AP

Entre su vasta obra, dos novelas le han consagrado la posteridad: «1984», un retrato futurista de una sociedad distópica y oprimida, donde un «Gran Hermano» vigila y controla todos los movimientos de las personas; y «Rebelión en la Granja», una sátira acerca de los derroteros del poder de las revoluciones y cómo al final se impone la realidad y la codicia personal por encima de ciertas utopías labradas con sangre.
Lejos en el tiempo y el espacio, los motivos que inspiraron la obra de Orwell han retoñado en esta Venezuela de comienzos del siglo 21, por una carambola de la historia: de alguna manera hoy sufrimos los nietos del estalinismo y sus desmanes.
Esta forma de ver el mundo, de mandar y hacerse obedecer, con sus variantes, ha sido inculcada en el poder en Venezuela vía la Cuba de los Castro, donde a su vez fue trasplantada desde la Unión Soviética en tiempos de la Guerra Fría.
Es todo un estilo que tiene plena vigencia. Si no, dese una vuelta cuando pueda por los personajes en las circunstancias actuales.
“Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros» es el único mandamiento que queda escrito en la pared del granero de la Granja, al final del cuento.
Los demás mandamientos de esta Constitución, escrita al comienzo de la revolución de los animales para expulsar al cruel granjero, (anterior propietario) fueron tachados, borrados, por orden de los cerdos gobernantes.

La revolución, con sus primeros años de prosperidad (recordar aquí el petróleo por encima de $100 y los repartos en la piñata populista); luego la crisis por incompetencia y corrupción, y la imposición de una nueva casta en la cúpula del poder, apoyada por mastines fuertemente armados, sintetizan el resto de la historia.
Hay hasta una Pdvsa, digo, un molino que es construido por los animales en trabajo entusiasta y comprometido, pero donde unos trabajan más que otros. También se derrumba el molino, pierde capacidad de producción, se torna ineficiente y faraónico.
De estos estragos habrá varios culpables, según la retórica de los cerdos en el poder. Pero estos culpables siempre serían otros, saboteadores, inadaptados. Inclusive se señala a uno de los cerdos ya expulsado de la granja.
Los días de penurias, de colas, de raciones compartidas, de escasez, de duro invierno en la Granja, los sufre la plebe, la masa, pues. Mientras, la casta de animales más diferentes vive en lujo y comodidades dentro de la casa expropiada a los humanos del régimen anterior.
Sobre los personajes, intente usted armar el rompecabezas. Y como la opinión y la expresión son libres –todavía- ármese su propia mini novela barajando nombres y circunstancias. E aquí algunas sugerencias, a partir de una recopilación comprendida en monografías.com: (Ojo, cualquier parecido con hechos y personajes de la vida real, es pura casualidad de la historia).
• El Señor Jones: original propietario de la granja. Representa al antiguo régimen zarista (puede ser lo que la neocultura política chavista llama “la cuarta república”).
• El cerdo Mayor: en la novela representa a Lenin, el impulsor de la revolución con su mensaje llamando a la rebelión. Muere antes de ver completada la revolución. (Por aquí siempre habrá alguien que diga que El Galáctico nunca pudo ver terminada su obra en favor de los desposeídos y que las penurias actuales se deben a que al socialismo no le han dado tiempo de instaurarse). Si nos sintonizamos en la época actual, el jefe de los cerdos podría ser su heredero. Un animal que engorda a medida que va alimentando su poder.
• El cerdo Napoleón: representa a Stalin o a cualquiera que le guste la forma estalinista de gobernar: desde su propio ego, escondiendo sus debilidades con la fuerza y sin paz con la miseria. No cede espacio para negociar con nadie y trabaja al estilo Jalisco: si no gana arrebata. Su dominio sobre la masa se fundamenta en invocar su don de heredero, en acusar a los «traidores»  y en reafirmar que su mente es preclara: sin él, la nada. Cualquier parecido a cierto militar retirado que chilla ante las cámaras de TV es un programa nocturno semanal, lanzando amenazas, es pura coincidencia.
• El cerdo Snowball: aunque representa a León Trotsky el estratega militar de la revolución bolchevique que curiosamente cuestionaría los excesos de la fuerza por parte de Stalin y las desviaciones personalistas de la Revolución, por estos pagos de la Venezuela actual puede encarnar a cualquier chavista disidente de renombre.
• El cerdo Squealer: “representa al aparato de propaganda de la URSS y de la Granja y daba explicaciones al resto de los animales convenciéndolos de que las decisiones de Napoleón era para el bien de todos ellos”, nos recuerda el autor de esta monografía.
Por aquí Squaler es todo un sistema de medios públicos, que se despliega a cada hora para promover desde el luminoso futuro que nos espera con la Constituyente, hasta para armar historias enrevesadas, falsos positivos y atacar a los rivales, adversarios o simples críticos. A veces se arman de una sonrisita cínica para aparentar empatía con la audiencia.
• Las ovejas y las gallinas: en la novela de Orwell representan al campesinado de una Rusia bolchevique que apenas salía del feudalismo. Con el mundo de hoy tienen en común que no critican al régimen y le dicen amén a todo lo que decreten los gobernantes y están obligados a conformarse solo con unas bolsitas de comida y muchas promesas (según encuesta, están menguando cada día en cantidad).
• El caballo Boxer: “representa al proletariado, siempre dispuesto a trabajar”. Tuvo un final trágico, cuando ya no pudo ser útil a la revolución y sus duros músculos se entumecieron de tanto cargar peso desde la primera línea, fue enviado por los gobernantes a un matadero para que su carne fuera vendida. A las gallinas y las ovejas les aseguraron que en realidad había sido premiado con un asilo para trabajadores retirados, de modo que pasara sus últimos días feliz, en un merecido descanso reconocido por la Revolución.
Boxer recuerda de un modo a los trabajadores el Estado venezolano, desde profesores, médicos y empleados públicos hoy jubilados con un sueldo que no les alcanza ni para pagar las medicinas, mucho menos para pasarse un fin de semana en Machurucuto.
• Los perros: los dientes más perversos del poder. Eran unos tiernos cachorritos cuando los cerdos los recluyeron para adoctrinarlos y convertirlos en su guardia a prueba de infidelidades. Aunque en la novela original representan a la policía política NKVD, estalinista, por aquí pueden ser comparados con varios personajes, desde los Colectivos civiles armados, hasta policías y guardias nacionales que andan repartiendo gasecito del bueno, aderezado de balas de plástico y de plomo.
“Inmediatamente se levantó Napoleón y, lanzando una extraña mirada de reojo a Snowball emitió un chillido agudo […] Acto seguido se escucharon unos terribles ladridos que llegaban desde fuera y nueve enormes perros que llevaban puestos unos collares tachonados con clavos irrumpieron en el granero”, así narra Orwell la acción comando de los perros contra el disidente mayor del régimen, Snowball, expulsado a la fuerza de la Granja.
Tal vez un día se le pueda preguntar a Baduell o a otros notorios chavistas “originarios” si leyeron esta novela.
Se nos quedaba por fuera la yegua Mollie, “presumida, superficial”, le encantaba colgarse lazos y odiaba las discusiones políticas. Un día desaparece para irse a vivir a otra granja, donde la vieron copiando su modo de vida de la era pre revolucionaria.
Ahh, hay también una palomas, convertidas en el lleva y trae de la propaganda oficial…hoy serían electrónicas, y azules, como el pajarito Twitter.
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