Venezuela

Gracias, pero no, gracias, Su Santidad

Su Santidad, Papa Francisco:

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FOTOGRAFÍA: AFP

Le escribe una venezolana que vive en Venezuela, que quiere a Venezuela y que le duele Venezuela.

Cuando a Vuestra Santidad lo escogieron Papa me sentí feliz: estaba segura de que como jesuita era la persona idónea para llevar al catolicismo al siglo XXI y no dejarlo estancado como estaba, en el siglo XIX, donde cada día perdía más adeptos. Lo creí capaz de tocar y cambiar-con éxito- posiciones sobre el celibato sacerdotal, la homosexualidad, el divorcio y otras tantas que demandan de la alta jerarquía católica más que evasivas o palabras. Me conmovieron su cercanía y su sencillez. Como muchos, le extendí un voto de confianza… el mundo lo necesitaba.

¡Pero qué decepción, Su Santidad! Un año después de su ascensión al trono de San Pedro, en una entrevista a The Economist, usted dijo: “yo digo sólo que los comunistas nos han robado la bandera. La bandera de los pobres es cristiana. La pobreza está en el centro del Evangelio. Los pobres están en el centro del Evangelio”. ¿Qué quería decir con eso, que los comunistas y los cristianos son la misma cosa?… ¡Si el Cristianismo está basado en la premisa de amar al prójimo como a uno mismo y el comunismo en el mundo, en contraposición, ha traído más pobreza, más muertes y más miseria que cualquier otro sistema! Las cúpulas comunistas son las más hipócritas y corruptas del mundo, porque con un discurso a favor de la pobreza se hacen multimillonarios a costa de los más desfavorecidos. En contraste, los países que han adoptado el liberalismo económico, aplicado con sentido social, han podido superar la pobreza, crear condiciones que favorecen la igualdad de oportunidades y una sólida seguridad social que es sólo un engaño más en países comunistas.

Pensé que usted estaría en contra de los Kirchner… demasiado daño le hicieron a la Argentina. De hecho, Néstor Kirchner, al mejor estilo de su amigo Hugo Chávez le dijo a Vuestra Santidad cuando era cardenal primado de Buenos Aires que “llevaba a Satanás debajo de la sotana”. Sé que es de cristianos perdonar, pero sus fotos complacientes con una ladrona como Cristina Fernández de Kirchner dejan mucho que desear. Lo mismo digo de las que le tomaron abrazando y besando a Hebe de Bonafini, otra ladrona perseguida por la justicia. Ni hablar de Alejandra Gils Carbó y Milagros Sala. Todas exhiben los rosarios que usted les regaló… y todas están siendo perseguidas por delincuentes.

El régimen asesino de los hermanos Castro Ruz en Cuba también recibió su bendición. No sólo son las fotos, que hablan por sí mismas, sino su mensaje cuando murió Fidel Castro, uno de los asesinos más sanguinarios y despiadados que ha conocido América Latina. Todavía retumba en mi memoria su ofrecimiento de plegarias “al Señor por la intercesión de la Virgen de la Caridad del Cobre”, cuando usted bien sabe cómo el régimen cubano ha perseguido al clero y a los disidentes. ¿Era necesaria tanta obsecuencia?… Espero que sus abrazos con Raúl Castro sirvan para acercar a Cuba con los Estados Unidos y no que hayan sido una patente de corso para que sigan delinquiendo a sus anchas.

Además de Papa, Vuestra Santidad es un Jefe de Estado. ¿Cómo separar al Papado de la Jefatura de Estado? No debe ser fácil, pero la Iglesia Católica lleva 2000 años de existencia, de manera que se las han arreglado.

Pero quiero centrarme en el tema de mi país, Venezuela. Conocí a Monseñor Pietro Parolin, su Secretario de Estado, cuando era Nuncio Apostólico aquí. Me consta que, si alguien conoce de primera mano nuestra situación, es él. Sus antecesores también: Monseñor Dupouy y Monseñor Berlocco, a quienes también conocí, respeté y admiré. Sin embargo, todos sabemos que Vuestra Santidad ha optado por cambiar mensajes sobre Venezuela emitidos por la Secretaría de Estado Vaticana, por mensajes de un vacío de contenido abrumador. Aquí en Venezuela los prisioneros políticos -y cualquiera que decida protestar en contra del régimen, aunque no sea político- son sometidos a torturas y hasta asesinados. La última Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi) realizada por investigadores de tres de las más prestigiosas universidades del país, la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Simón Bolívar y la Universidad Católica Andrés Bello, arrojan resultados del 87% de pobreza crónica y extrema en 2017. Cuando Nicolás Maduro ascendió al poder en 2014, esos mismos números estaban por el 51,6% y ya eran altos.

¿Cómo el jerarca máximo de una iglesia no se conmueve ante los muertos de inanición, por falta de medicamentos o como víctimas de la inseguridad? ¡Si Vuestra Santidad viera los hospitales públicos! ¡La gente comiendo de la basura! ¡Ya esto no es cuestión de sentarse a dialogar, esto es que se vayan y punto!

¿Será que usted decidió hacer como su predecesor Pío XII -a quien espero JAMÁS consagren santo- que primero como Nuncio en Alemania y luego como Papa se mantuvo “imparcial” -seguramente rezando como usted- ante los crímenes del nazismo?…

En Venezuela circulan cadenas explicando y “defendiendo” su posición ambigua ante las atrocidades del régimen de Nicolás Maduro. Si Vuestra Santidad hubiera hecho lo que como católico practicante y jefe de estado ha debido hacer, no necesitaría que explicaran nada y menos aún que lo tengan que defender. Nuestra Conferencia Episcopal ha demostrado una contundencia que es imposible creer que provenga de órdenes vaticanas. Son obispos resteados con sus feligreses.

Gracias, pero no, gracias, Su Santidad. No necesitamos ni su blandengue apoyo ni su tibia intercesión.

Se despide respetuosamente, una venezolana que alguna vez fue católica,

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