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Grecia cierra 2014 en plena crisis y a la espera de la prometida recuperación

Todo parece indicar que las medidas de ajuste se prolongarán al menos unas semanas en 2015 o incluso algunos meses.

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EFE

Grecia ha vivido en 2014 su sexto año consecutivo de crisis económica y social, un periodo que el Gobierno de Andonis Samarás ve llegado a su fin, convencido de que el próximo año será el de la recuperación y el del fin del programa de rescate.

A punto de terminar 2014, el Ejecutivo heleno sigue enfrascado en las negociaciones con la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) para la revisión del programa de rescate, lejos de poder cerrarlo a finales de este año como tenía previsto.

Todo parece indicar que las medidas de ajuste se prolongarán al menos unas semanas en 2015 o incluso algunos meses.

Con ello, el Gobierno cierra el año sin lograr su objetivo de empezar 2015 con una línea de crédito reforzada de la eurozona, que permita a Grecia financiarse sin estar sujeta a condiciones tan severas como las que implicaría un tercer rescate.

Presionado por la sombra de posibles elecciones anticipadas, el Gobierno del conservador Andonis Samarás prometió que no habría más sufrimiento para el pueblo griego en forma de nuevos recortes, mientras intentaba convencer a los acreedores de que el país podría empezar su andadura en solitario financiándose en los mercados.

En principio, la parte europea del rescate finaliza en 2014 y la del FMI en el primer trimestre de 2016, aunque la intención de Atenas era darlo por terminado antes.

Este es el año en que oficialmente Grecia abandonó la recesión de los últimos seis ejercicios con un incremento del Producto Interior Bruto (PIB) que en el tercer trimestre alcanzó el 1,6 %.

Este dato positivo obedece fundamentalmente a la buena marcha del turismo y a una nueva metodología de cálculo en los países de la Unión Europea (UE) -que incluye actividades económicas ilegales como el contrabando, el trafico de drogas o la prostitución-, pues los datos macroeconómicos de otros sectores clave de la economía no registraron una tendencia al alza.

Grecia despide el año en deflación, uno de los peores indicadores de la salud de una economía con un índice de precios al consumo (IPC) que se contrajo un 1,7 % con respecto al mismo mes de 2013.

Igualmente negativas han sido las cifras de la balanza comercial o de la producción industrial, por poner solo dos ejemplos.

El principal problema sigue siendo la elevada tasa de desempleo que ronda el 25 % y afecta prácticamente a la mitad de la población joven.

Vassilikí Mussakis es un buen ejemplo de cómo las grandes cifras económicas no han mejorado la vida de la mayoría de los ciudadanos.

Con 47 años, ella y sus dos hijas se ven obligadas a vivir con su madre, que les ayuda económicamente, pues tras 4 años en el paro aún no ha conseguido un empleo pese a ser diplomada en Trabajo Social y hablar cuatro idiomas.

«No tengo ninguna esperanza de que esto vaya a cambiar. Lo peor aún no ha pasado», dijo a Efe Mussakis, que se confiesa «totalmente pesimista», al tiempo que busca empleo «en lo que sea».

En su opinión, al Gobierno, al que «no le interesa la gente, ni siquiera los jóvenes», le falta la voluntad política para acabar con esta situación.

Desde 2008, año que marcó el inicio de la crisis económica en Europa, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Grecia se ha destruido uno de cada cuatro puestos de trabajo y el 70 % de los 1,3 millones de desempleados son de larga duración.

De ahí que cerca de tres millones de griegos hayan perdido el acceso al sistema sanitario tras estar durante más de 12 meses en paro y que el 32 % no pueda hacer frente a las facturas de la luz o la calefacción.

En este contexto también el panorama político se vislumbra cada día más inestable, pues la próxima elección del presidente de la República, prevista para febrero, puede hacer caer al Gobierno y anticipar la convocatoria de elecciones generales.

En poco más de dos meses expira el mandato del actual presidente y es tarea del Ejecutivo nombrar a un candidato que sea refrendado por el Parlamento.

Para que la elección salga adelante, el candidato gubernamental necesita el voto de 180 diputados (en una Cámara con 300 escaños) o, en caso contrario, la Constitución establece la convocatoria de comicios generales.

En caso de que se celebrasen elecciones generales, las encuestas apuntan a que el izquierdista Syriza obtendría una amplia mayoría frente a la coalición gubernamental formada por conservadores (Nueva Democracia) y socialdemócratas (Pasok).

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