Venezuela

Hambre, hacinamiento y enfermedades conviven en calabozos de Polivalencia

La realidad que se observa en el interior de la Policía Municipal de Valencia es la que se repite en casi todos los centros de detención preventiva en Carabobo y en el país. Hay un número muy superior de aprehendidos a los que en verdad pueden tener en sus calabozos.

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TEXTO Y FOTOS: TIBISAY ROMERO

En Polivalencia han tenido que habilitar oficinas policiales, el comedor de los funcionarios y cualquier recodo posible para los 182 detenidos que esperan por el inicio de sus juicios o quedar en libertad, todos permanecen en unos 6 espacios, menos los enfermos con tuberculosis en situación más crítica.

El calabozo de esta sede policial estaba previsto para unas 30 a 35 personas. Hoy en día la cifra de detenidos es de más del 500% de la capacidad.

De acuerdo con las versiones de funcionarios policiales y de familiares, los detenidos padecen por enfermedades como tuberculosis, sífilis, gonorrea, problemas gastrointestinales, desnutrición, escabiosis y  sida. Tres de los más debilitados por la tuberculosis duermen en unos bancos fuera de las rejas, su extrema delgadez y debilidad apenas les dejan fuerzas para pedir que les regalen comida.

Calabozo improvisado para mujeres

De los 182 detenidos hay 10 mujeres, casi todas muy jóvenes. Están presas por delitos diversos. Una de ellas llegó a la policía ya embarazada. Este martes 21 de febrero, temprano en la mañana,  tuvo tres episodios de contracciones que ameritaron su traslado a la Maternidad del Sur para que atendieran su parto. Fue escoltada por funcionarias de Polivalencia.

Se trata de Jaqueline Andreína Rivero Silva, de 20 años de edad, residenciada en la zona de Parque Valencia, al sur de la ciudad. Estaba detenida  por robo frustrado en un transporte público, ocurrido en San Blas. Se encontraba tras las rejas  desde hace 4 meses.

Sus compañeras de celda desconocían sobre los familiares de Jaqueline. Lo que si narraron es que la joven tenía poco con qué alimentarse, como ocurre con la mayoría allí.

“Su salud era frágil, no tenía siempre qué comer. Perdió peso ella, la niña pesaba un kilo”, dijo una de las detenidas, mientras arreglaba el cabello de otra de sus compañeras.

“Hace como tres meses la llevaron a hacerse un ecosonograma y la bebé estaba baja de peso. No le dieron beneficio de casa por cárcel porque ella tenía falsa identidad cuando la detuvieron, eso escuché decir”, agregó.

Leidy  Polanco de 19 años de edad, fue privada de libertad el mismo día que Jaqueline, estaban juntas en la camionetica que fue atracada. Ella niega su culpabilidad. Su residencia también es en Parque Valencia, al sur de la capital de Carabobo.

“Aquí estoy acostada, pensando. Tengo una hija de 2 años y otra de 5 meses. Quiero salir de aquí para estar con ellas. Mientras tanto me las cuida una amiga porque mi mamá no está aquí en Valencia. No estudiaba ni trabajaba, mi mamá me ayudaba. Es horrible estar aquí encerrada, no se lo deseo a nadie. Primera vez que me pasa esto pero me arrepiento”, subrayó.

El calabozo improvisado para las mujeres era antes una de las oficinas de los funcionarios policiales que han visto cada vez más reducidos sus espacios para descansar, comer y realizar sus funciones administrativas. “Nos preocupan las enfermedades que han aparecido aquí y que nos podemos contagiar, aunque han venido médicos a tratar a algunos enfermos y para esta semana se espera nuevamente un equipo médico que vea a los que tienen tuberculosis”, destacó un funcionario policial.

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Desde el comedor

En el comedor de Polivalencia ahora están recluidas 34 personas. Tres de ellos son transexuales. Se hacen llamar Melany Dior, Sabrina y Andrea Faife. El trío se queja porque asegura que otros detenidos las vejan y ofenden. En el ambiente hay una consigna que quien va a ese calabozo queda “rayado” cuando sea trasladado al Internado Judicial de Carabobo, conocido como el Penal de Tocuyito.

A través de los barrotes, algunos muestran sus brazos muy delgados, mientras piden que se diga que hay retardo procesal, que esperan salir en libertad cuanto antes.

Las sábanas sirven como hamacas colgadas en las paredes para dormir. Es la escena que se repite en cada calabozo, menos en el de mujeres que tienen unas telas y colchas en el piso.

Una celda de enfermos

Hay una de las celdas destinadas a los enfermos. Allí permanecen 12 personas que se han contagiado con algunas patologías respiratorias y otras afecciones. De ellos, 5 tienen tuberculosis en una etapa temprana. Los otros 3 contagiados con esta enfermedad están al aire libre por recomendación médica.

Carlos Cordero, director de la Policía Municipal de Valencia, se refirió también al hacinamiento: “Es demasiado extremo, es un problema gravísimo que estamos enfrentando en la Policía Municipal de Valencia. No tenemos los recursos financieros y hay que darle comida a esos privados de libertad; la Alcaldía nos ha dado una ayuda a nivel de salud, de comida y chequeos constantes porque el estado de los privados de libertad es bastante crítico”.

Déficit policial en Valencia

Otro de los problemas que enfrenta este cuerpo policial es la escasez de recursos para dotar de patrullas y motos a los funcionarios, así como para reponer los desperfectos que se presentan en estos vehículos, además de la falta de policías.

El alcalde de la ciudad, Miguel Cocchiola, expresó que en Valencia solamente cuentan con 90 policías en cada uno de los tres turnos para custodiar a la ciudadanía, lo que es insuficiente. Dijo que por diversas causas, como enfermedades y vacaciones, hay otros 200 funcionarios policiales que no están laborando en este momento.

Carlos Cordero dijo que los recursos financieros que manejan no son suficientes para sostener un pie de fuerza automotor. Agregó que por cada 1000 habitantes deberían estar asignados 4 policías, pero esto no se logra.

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