Salud

Hiperreactividad infantil, el trastorno poco conocido que afecta la vida diaria

A los niños con hiperreactividad infantil se les suele tachar de irritables, malcriados o agresivos. No lo son. Simplemente responden a estímulos que ellos perciben de forma magnificada, incluso hasta el dolor. Una neuroterapeuta da pistas para detectar este trastorno

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hiperreactividad
Foto Mohamed Abdelghaffar / Pexels

Exagerado, irritable, malcriado. Estos son algunos de los injustos epítetos con los que califican a aquellos niños que reaccionan alteradamente a ciertos estímulos sensoriales. Puede ser una caricia en la cabeza, el apretón de un compañero, el ruido de la licuadora, el roce del uniforme nuevo… Son niños que padecen de una alteración neurológica, la hiperreactividad y que son mucho más sensibles a algunas cosas que, incluso, llegan a herirlos de una forma invisible.

Rusbeida Agelvis, profesora de Neurociencia y especialista en Trastornos de Desarrollo Infantil conoce bien esta condición que, muchas veces, pasa desapercibida para padres y maestros. Comienza explicando que la hiperreactividad evoluciona diferente en cada niño. Por ejemplo, puede afectarle uno o varios sentidos y el cuerpo entero o solo una parte de él.

«Esta alteración neurológica puede darse de dos maneras. Una muy alta, que es cuando sienten o perciben algo en exceso, y otra muy baja, que es todo lo contrario. Por ejemplo, hay niños que escuchan a diario el ruido de la licuadora y siempre les afecta y salen corriendo. Hay otros que  pueden poner a funcionar un taladro al lado de ellos y ni se perturban», describe.

Da otro ejemplo: en un columpio, un niño pide que se le empuje lo más fuerte posible porque «necesita sentir el movimiento». En cambio otro puede sentir que se va a caer con solo sentarse y pide que lo bajen de inmediato.

hiperreactividad

Por supuesto, los más notorios son los niños que tienen una alta sensibilidad y que suelen reaccionar exageradamente a esos molestos estímulos.

«Puede ocurrir, por ejemplo, que en el recreo un niño que acaba de comer empanadas toque, con la punta de los dedos, a un niño hiperreactivo y este responda bruscamente y grite o lo insulte. Lo que pasa es que esos restos de grasa que el compañerito tiene en sus dedos, él lo siente como si lo bañaran en aceite de motor», comenta.

Los sentidos son 7

Todos sabemos que hay cinco sentidos: olfato, vista, oído, tacto y gusto. Pero hay otros dos que los especialistas llaman «invisibles»: la propiocepción, que es la percepción que cada persona tiene de ella misma y el sentido vestibular, que es todo lo relacionado con el movimiento y el equilibrio.

Cuando hay alteraciones en alguno de esos dos sentidos, no hay rasgos físicos que lo hagan evidentes, sino que se manifiesta en el comportamiento alterado.

Injustamente, dice la especialista, a esos niños se les define como irritables, sin regulación y suelen ser castigados cuando hiperreaccionan. «Esto es porque sus padres o maestros no saben lo que les pasa», dice Agelvis.

Y a los mismos niños les toca luchar contra obstáculos que ni siquiera saben que existen. Por ejemplo, si tienen alta reactividad auditiva, les cuesta mucho concentrarse en el aula de clase pues cualquier ruidito, el que se oye a través de la ventana, el morral que abre un compañero, el sonido de la tiza sobre el pizarrón, se les confunde con la voz de la maestra. «Ellos no saben qué es lo que deben oír entre todo eso», dice la neurocientífica.

La hiperreactividad sensorial suele ser un elemento común en el 90% de los niños con autismo pero no todos los niños que lo padecen están en el espectro autista. Se trata de una alteración neurológica puntual que no afecta otros aspectos pero que sí puede entorpecer el desarrollo y la socialización de esos niños.

Signos de alerta

¿Cómo puede saber un padre que su niño padece hiperreactividad? La lista de signos de alarma puede ser interminable porque en cada chico se presenta de forma diferente. Pero si se percibe que un niño reacciona exageradamente a algo, con mucha irritabilidad, se puede estar en presencia del trastorno.

«La primera infancia es sumamente importante para detectarla», dice Agelvis. Es cuando los pequeños comienzan a manifestar su rechazo contundente a algunos estímulos: les da asco la plastilina, rechazan usar pintadedos y piden un pincel, la goma los altera, detestan los zapatos y apenas pueden se los cambian por crocs, solo quieren ponerse una ropa desgastada y lloran si les ponen ropa nueva, le dicen a la mamá que unas lucecitas lejanas los molestan…

«En el caso de los niños con hiperreactividad táctil es como si estuvieran insolados, es decir, que la piel les doliera si la tocan», explica. «Pero también puede ser solo en algunas partes del cuerpo. Por ejemplo, en terapia tengo niños a los que le pasamos una pelotita con puntitas de goma por la espalda y no les molesta pero, si la pasamos por la cabeza, se sienten agredidos», dice la especialista, que también dirige el Centro de Terapias del Desarrollo, en Chacao.

Esta es una lista de otras manifestaciones que pueden indicar que se está en presencia de un niño con hiperreactividad:

  • Se niega a usar uniforme nuevo
  • Siempre le molestan las medias
  • Tiene problemas en la fila del colegio, porque no soporta que el niño de atrás le toque el hombro al hacer «distancia»
  • Jamás se acerca a cantar cumpleaños porque detesta tener gente que lo toque a ambos lados
  • Pide para comer solo cosas crocantes o, por el contrario, alimentos de texturas blandas porque no tolera el ruido al masticar
  • No se deja cepillar, cortar las uñas ni el pelo sin hacer un verdadero drama

¿Es tratable?

Sí. Los niños pueden mejorar y aprender a vivir con esta condición para que no les afecte su vida y su desarrollo. Eso se logra mediante terapias que le dan información al cuerpo de lo que va a sentir y le enseña cómo manejarlo.

«La información sensorial hace posible que el niño tolere y pueda manejar esos estímulos», dice Agelvis.

«El diagnóstico y tratamiento se hacen en conjunto entre un neurólogo infantil y un terapeuta ocupacional. Es importante acotar que los niños mejoran pero cada uno es distinto y fluctúa», advierte. Lo que quiere decir es que, por ejemplo, un niño puede superar una de sus intolerancias pero, si pasa tiempo sin enfrentarlas puede desarrollarlas de nuevo.

Octubre es el mes de la terapia ocupacional por celebrarse el 27 el día del terapeuta. Por ello, los especialistas buscan concientizar sobre trastornos o patologías poco conocidas pero que pueden mejorar con terapias.

Coordenadas

Centro de Terapias del Desarrollo. @terapiasdeldesarrollo

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