Opinión

"Huntados"

En una bodega de San Bernardino se lee en un letrero pegado del mostrador: "Hay desodorante detallado. La "huntada" (sí, así, con “H”) Bs. 20".

Publicidad

Lo de «huntada» con «H» ya fue razón suficiente para pararme los pelos de punta. Pero imaginarme una cola de gente subiendo los brazos para que les «hunten» el desodorante al detal, casi que me provoca un soponcio. Otra muestra más de lo empobrecidos que estamos, del proceso de ranchización de la sociedad, del estrepitoso fracaso de un sistema que venía a reivindicar a los renegados, a los ignorados, a los olvidados.

Renegados, ignorados y olvidados estamos todos. Y encima, sudorosos y malolientes, porque el desodorante se ha convertido en un artículo difícil de conseguir. Un pueblo tan limpio como el venezolano, sometido a la humillación de compartir algo tan íntimo como un desodorante… El genio de Giordani puesto en marcha para interpretar los deseos de Chávez…

Cuando fui a Colombia por primera vez, me sorprendió tanto que allá vendieran las medicinas al detal y los cigarrillos por unidad, que, aún cuando tal vez no había cumplido cinco años, todavía lo recuerdo. En Venezuela la gente, incluso la más pobre, compraba una caja de aspirinas. No compraba una aspirina. Igual con los cigarrillos. Se compraban cajetillas. Hoy, es usual que los buhoneros vendan todo al detal. Y no solo aspirinas y cigarrillos. He visto también vender azúcar, harina de trigo, harina de maíz, café y arroz en bolsitas y sin ningún control sanitario, aceite y champú en frasquitos, toallas sanitarias y pañales por unidad… Lo de la «huntada» no hizo más que reconfirmármelo: Venezuela es un país paupérrimo.

Ahora nos anuncian que viene una «revolución bancaria» debido a la preocupantísima baja «circunstancial» de los precios del petróleo y nos aseguran que no faltará el dinero para educación pública, salud y alimentación en el país. Para mí es un síntoma más de cuán mal están las cosas. «Dime de qué alardeas y te diré de qué careces«, reza un dicho muy sabio y la mejor conseja quizás sea prepararnos para peores cosas. Aunque es difícil imaginarse cuán peor se puedan poner la salud y educación públicas y la alimentación.

¿No están ya suficientemente mal los hospitales, tanto públicos como privados? No hay anestesia, no hay reactivos para exámenes de laboratorio, no hay remedios de primera necesidad…

¿Por qué creer que se va a resolver la escasez alimentaria si con los precios del petróleo altos ya la había? Me comprometo a retractarme públicamente si la situación con los alimentos mejora. Destruyeron la industria nacional y ahora no saben qué hacer.

Las próximas elecciones están lejos, lo que hace que el momento sea propicio para tomar decisiones duras e impopulares, que tal vez -dadas las medidas tomadas hasta ahora- no harán más que profundizar la crisis. El viraje que debía haberse hecho hace años seguirá postergándose y mientras tanto nosotros seguiremos «huntados» y «huntando” (y no precisamente de desodorante) mientras salimos de este desastre

Publicidad
Publicidad