De Interés

Insistir en la palabra para que tenga eco el Día Nacional del Escritor

Establecido como Día Nacional del Escritor, cada 29 de noviembre se agudiza el ojo hacia la creación literaria, algo que debería hacerse a diario. Tres representantes de las letras contemporáneas hablan ─desde sus trincheras─ sobre la herencia que viene en las hojas del país como un punto y seguido.

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Texto por: María Angelina Castillo Borgo

Prólogo

Es una tradición humanista. No solo la intelectualidad, la gramática y la agricultura de la zona tórrida celebran el nacimiento de una figura como Andrés Bello. Esta fecha marca a su vez la conmemoración de la palabra.

Establecido como Día Nacional del Escritor, cada 29 de noviembre se agudiza el ojo hacia la creación literaria, algo que debería hacerse a diario. Tres representantes de las letras contemporáneas hablan ─desde sus trincheras─ sobre la herencia que viene en las hojas del país como un punto y seguido; sobre el mundo editorial que se queda sin papel; sobre las voces que resuenan en la actualidad.

Capítulo I. Natasha Tiniacos con la pulsión de escribir

“¿De qué se está escribiendo en el país? Hay una atención a nuestros fenómenos históricos recientes. Hay otros que simplemente tienen una búsqueda más abstracta, íntima; más personal. La misma poesía que yo hago intento que se despegue un poco, aunque obedezca a la sensibilidad de lo que nos pasa, porque permea todo: aromas, dificultades, los pequeños triunfos”.
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“Cuando me siento a escribir recibo una suerte de dictado y al mismo tiempo hay una pretensión estética. Una búsqueda voluntaria y escogida. En el mismo uso del lenguaje del poema hay una locura, inestabilidad, un caos. Intento que en mi palabra haya una suerte de estridencia, porque así tenemos la cabeza. Así tengo mi cabeza. Pero al mismo tiempo se trata de empujar mi tradición para que venga conmigo hacia estas nuevas búsquedas estilísticas. Mantengo mis referentes: la poeta Anne Carson, que es el norte al que miro; Juan de Mairena, de Antonio Machado, mi acompañante; Shakespeare y sus monólogos; El mito de Sísifo de Albert Camus; John Cage y sus planteamientos del ruido y del sonido”.
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“Yo miro la herencia literaria contemporánea con absoluto respeto. Con el peso propio de una tradición sobre los hombros. Siento en mi proceso una necesidad de crear un lenguaje propio que mucho tiene que ver con la preocupación por el ahora, la circunstancia de tiempo y de lugar; los sonidos que no son los que rodeaban a otros creadores como Rafael Cadenas, Yolanda Pantin. A mí me conducen no a imitar esta tradición ni a rechazarla, no se trata de parricidio, sino a intentar algo nuevo. Y la literatura que quiero intentar tiene incluso búsquedas en el lenguaje, desordenar un poco la sintaxis para refrescar las palabras que damos por sentado. Ahora tengo el corazón pegado al pecho de esto que vivimos y al mismo tiempo preocupada por una escritura inmediata, que se puede quedar en la inmediatez”.

Capítulo II. Palabras sin trasnacionales para Ricardo Ramírez Requena

“Ha sido un año muy particular, diferente. Se están editando menos libros. La salida del país de Penguin Random House y de sellos como Alfaguara nos ha restado la posibilidad de publicar de forma masiva. Monte Ávila y El perro y la rana, que tienen la posibilidad de sacar enormes cantidades de títulos, también publican menos. Incluso se anuncia ya un 2016 mucho más complicado, en el que las editoriales independientes que han surgido de unos cinco años para acá y que sacan una docena de títulos al año probablemente tengan que reducirse a la mitad.
Creo que el esfuerzo de editoriales como Planeta, que tiene un músculo enorme, ha podido continuar con una línea bastante interesante. También Libros El Nacional y el grupo de Sergio Dahbar han contribuido a que haya ejemplares en el mercado”.
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“En otros ámbitos, la poesía siempre ha gozado de buena salud en nuestro país. De manera continua se presentan editoriales que publican autores consagrados y nuevos. Hay muchas apuestas como Kalathos, Bid&Co, Todtmann… y eso se mantiene”.
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“Una de las cosas que uno puede ver en estos últimos años es que hay ciertos libros de narrativa y cuentos que no salen como en la década pasada. Hay una apuesta hacia el periodismo crítico, los artículos de prensa quizás no propiamente de reporteros. Creo que las editoriales apuntan hacia la reflexión en términos periodísticos, de algo que pueda llegar a la gente y a públicos no especializados”.

Capítulo III. Luis Yslas y el (no)vacío bibliográfico

“Hace como unos diez años comenzó a haber un buen momento para la literatura venezolana. Unos usaron el término ‘boom’. La crisis editorial y económica impedía que llegaran cada vez más libros al país, eso hizo que muchas editoriales miraran a la literatura nacional y apuntaran a escritores de la narrativa. A su vez los autores encontraron dónde publicar: Rodrigo Blanco, Fedosy Santaella, Oscar Marcano, Federico Vegas, Juan Carlos Méndez Guédez y la lista es larga. Empezaron a encontrar un público, un nicho, que no habían tenido antes. No hablamos tampoco de números inmensos, pero sí hubo una diferencia y eso creo que se ha mantenido hasta la fecha: los escritores venezolanos han tenido una mayor proyección en el país”.
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“En el vacío bibliográfico, cuando las trasnacionales han abandonado el país y a las editoriales del Estado parece interesarles solo un tipo de literatura, ha surgido una serie de editoriales independientes. Hacen un trabajo con mucho esfuerzo, con las uñas, teniendo todo en contra; trabajan con limitaciones pero con entusiasmo de que los libros circulen. Están Libros del Fuego, Barco de Piedra, Letra Muerta, Madera Fina. En el caso de esta última, en la que estamos Carlos Sandoval, Rodrigo Blanco y yo, hacemos lo posible con un recurso limitado pero cuidando la calidad del material y del contenido. Apostamos al lector”.
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“Creo que sí hay algo que celebrar en el Día Nacional del Escritor, porque hay lectores. Es en ellos donde reside la capacidad de acción y resonancia de la escritura. Eso me parece que es meritorio. Pero cuando hablamos de si los escritores o las obras tienen una repercusión colectiva masiva, definitivamente no. A pesar de que muchos autores han sido reconocidos en el exterior, esa resonancia no tiene la magnitud que uno podría esperar en el país, porque la literatura no pareciera ser de interés colectivo y eso tiene que ver con políticas de difusión, edición y promoción que no se aplican”.

Epílogo
“La palabra no es el sitio
del resplandor. Pero insistimos,
insistimos, nadie sabe por qué”
Rafael Cadenas

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