Venezuela

¡INSTITUCIONES!

Así como la corrupción es corrosiva para la libertad y la democracia, la institucionalidad fuerte, sana, respetable y responsable es su mejor defensa.

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Torpedo al cuarto de máquinas

Forma muy perversa de privatización de lo público, la corrupción que erosiona la confianza en el orden democrático no tiene una sola dimensión. Hay corrupción política, por desvío en el uso del poder para fines propios y corrupción económica, soborno o cohecho para beneficio privado. Puede ser la corrupción del poder y la corrupción de los particulares y sus intereses cuando el ambiente es propicio a la discrecionalidad y al abuso. También puede corromperse la lucha contra la corrupción al convertirse en espectáculo, ajuste de cuentas o medio para quitarse adversarios que significan obstáculos en el camino.

También hay que decir que en América Latina han abundado las muestras de acciones judiciales contra la corrupción y eso, de por sí, es una buena noticia, porque al perder el velo del secreto los escándalos ya no son sotto voce y disminuye la impunidad. Pero es muy necesario que se fortalezca en la opinión pública la importancia de aplicar la ley, de que nadie esté por encima de ella, así como de los dispositivos preventivos democráticos, el más importante de los cuales es la separación de poderes en una institucionalidad fuerte.

Para dar respuesta a las demandas sociales y generar los cambios que hagan sostenibles las soluciones políticas a los problemas, hacen falta instituciones. Una estructura que garantice la vigencia de la legalidad para todos y ofrezca formas eficaces de participación. Institucionalidad que funcione, donde cada órgano cumpla su tarea, los ciudadanos puedan contar con ello y existan los mecanismos transparentes y expeditos para corregir las fallas y enderezar las desviaciones que se presenten, porque la perfección no es esperable ni exigible.

Revalorizar la importancia del poder público limitado y distribuido, tanto en lo  funcional como lo territorial. Sincerar la participación como ejercicio de responsabilidad ciudadana de gobernantes y gobernados.

La gobernanza, como ecuación de gobierno más confianza, es un tejido de instituciones, reglas e interacciones entre gobernantes y gobernados, tanto para solucionar problemas como para generar oportunidades.

En la valorización del eficaz y equilibrado funcionamiento de los poderes públicos, adquiere singular importancia la administración de justicia cuya independencia, autonomía, idoneidad será clave para la garantía de los derechos y para evitar ese corrosivo del orden que es la impunidad. Es tarea del poder formal no permitirla y no debe haber poder fáctico capaz de posibilitarla.

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