En una ceremonia que concitó una inusitada presencia de la prensa internacional, los diputados salidos de las elecciones del pasado 26 de febrero y de la segunda vuelta disputada el 29 abril asumieron sus bancas y formaron el Parlamento iraní más «liberal» en más de una década.
Con 121 diputados, la lista de diputados reformistas y moderados que expresó en las elecciones su apoyo a las políticas de apertura a al mundo, reforma económica y mejora de las relaciones con Occidente del presidente Hasán Rohaní, es la fuerza mayoritaria en la cámara.
Los reformistas, que en la pasada legislatura tenían tan solo 9 escaños y que cimentaron su triunfo con un éxito absoluto en Teherán, la circunscripción más grande y disputada del país, en donde obtuvieron todos los escaños en liza, arrebataron el dominio que los «principalistas» mantuvieron en la cámara en las dos últimas legislaturas.
Éstos perdieron casi un centenar de escaños hasta ubicarse en los 83 diputados que tienen ahora, entre los que se encuentran además los menos radicales de entre sus filas, mientras que el resto de los 290 legisladores de la cámara son de listas independientes de muy variadas tendencias.
Hasta 18 mujeres, todas reformistas, entraron en la cámara como diputadas, el mayor número en la historia parlamentaria iraní, mientras que tan solo 16 clérigos chiíes, frente a los 27 del Parlamento saliente, fueron elegidos diputados en esta legislatura.
Este simbólico cambio quedó empañado sin embargo por los intentos de los sectores conservadores de anular la elección de una de las legisladoras debido a la publicación de unas fotos suyas sin velo durante un viaje al exterior del país, caso cuya resolución definitiva aún está pendiente.
La apertura de esta legislatura implica además que los sectores reformistas y moderados dominan los dos únicos poderes del Estado iraní (Ejecutivo y Legislativo) que son elegidos democráticamente por el pueblo.
Precisamente, la nueva Cámara fue inaugurada en presencia del Gobierno en pleno encabezado por Rohaní, quien a partir de ahora contará con un Parlamento más afín a sus intereses y del que se espera que no torpedeará sus intentos de reforma, particularmente en el ámbito económico.
En su discurso a la cámara, Rohaní recordó que los diputados son los depositarios de la «soberanía popular» y tienen el mandato de la nación «para legislar dentro de los principios islámicos y los intereses nacionales».
Así, recordó que Irán «necesita inversión para obtener crecimiento económico» y apuntó que ningún país puede crecer «a menos que tenga buena interacción con el mundo».
El líder supremo Alí Jameneí, la más alta figura política y religiosa de la República Islámica, envió a la cámara un comunicado en el que también apuntó que su labor principal será también la de impulsar «la economía de la resistencia», así como defender «la cultura islámica».
Además, pidió a los diputados dejar de lado sus «intereses partidarios y personales» y convertir la asamblea en «una sólida fortaleza contra los vergonzosos trucos y las demandas excesivas de los poderes hegemónicos».
«Las tormentosas condiciones tanto regionales como globales, así como las políticas aventureras de los poderes hegemónicos globales y sus aprendices, deja a la República Islámica en una situación complicada. Lidiar con esa situación requiere vigilancia, voluntad firme y brillantes iniciativas por parte de todos», añadió el líder.
El Parlamento iraní tiene la potestad para crear leyes, si bien sus decisiones pueden ser vetadas por el denominado Consejo de Guardianes, organismo elegido directamente por Jameneí que también se encarga de dar la aprobación a cualquier candidato que se presente a unas elecciones.
Además, el Parlamento también tiene capacidad para destituir a los ministros del Gobierno e incluso al presidente, además de ratificar los acuerdos internacionales y aprobar los presupuestos generales.