¿Quién era el novio de Sorokin? ¿Realmente la entregó Rachel Williams? ¿Por qué Anna pasó solo cuatro años en la cárcel? ¿Le pagó a la estilista que la volvió una modelo de la corte? ¿Tuvo amigos estafadores? Aquí contamos todo lo que te estás preguntando
¿Cuántos miles de dólares puedes ganar fingiendo ser lo que no eres? ¿Hasta qué punto puedes jugar con la mente de poderosos y celebridades? ¿Es cierta la frase “finge hasta lograrlo”? Solo Anna Delvey, la estafadora de la alta sociedad de Nueva York, podría responder eso sin tapujos ni remordimiento. Toda esa guía hacia el éxito económico y la ruina la retrata la serie de Netflix “Inventando a Anna”, producida por Shonda Rhimes.
A diferencia de Simon Leviev, que timó a mujeres comunes, Anna Delvey – cuyo nombre real es Anna Sorokin – se metió en el mundo de los millonarios de Nueva York y los convenció de ser una heredera alemana con millones en el banco.
Sin cuestionar demasiado sus orígenes, la identidad que Anna creó hizo que varios de ellos se vieran envueltos, por curiosidad o con intención, en el sueño que no hizo realidad: la Fundación Anna Delvey.
A pesar del esfuerzo, hubo procedimientos – y muchos errores – que Anna Sorokin no pudo esconder y una periodista, Jessica Pressler, insistió en revelarlos.
Aun así, en su red de mentiras había una verdad: Anna era una inmigrante con aspiraciones y siempre lo demostró. La serie retrata eso muy bien, pero hay cosas detrás de esta historia que no se aclararon y El Estímulo responde en esta nota.
En la serie, Chase Sikorski (interpretado por Sameer Usmani) es el novio de Anna Delvey (Julia Garner), un joven que llega a la clase alta promocionando su aplicación de sueños Wake y dando charlas TED.
Tras gastarse el dinero de su start-up con Anna Delvey, Chase cae en desgracia y queda frente a sus inversores como un farsante. Tratando de aclarar su vínculo con Delvey, la periodista Vivian Kent (Anna Chlumsky) deja saber varias cosas sobre su vida: está en Dubái, se hace llamar “El futurista”, formó parte del movimiento de TED Talks y el medio The New Yorker hizo una reseña sobre su vida por un proyecto relacionado a la creación de una base de datos de sueños.
¿Existió esta persona en la realidad? Sí, pero su nombre no es Chase Sikorski, sino Hunter Lee Soik, un coreano-estadounidense de 40 años que creó una aplicación sobre sueños y residió en Dubái.
Y sí, The New Yorker escribió sobre él en 2013 y detalló que Soik pasó meses estudiando a “Freud, Jung y Allan Hobson sobre los sueños, ‘solo para descubrir la posición de todos’” y también con investigadores de Japón para aprender sobre los procesos neurológicos de estos”.
Según la revista New York, Delvey y Soik salían seguido: “Aparecían en lugares frecuentados por los ricos itinerantes, vivían en hoteles lujosos y organizaban cenas pintorescas donde el Futurista hablaba de su aplicación y Delvey hablaba del club privado que quería abrir una vez que cumpliera 25 (…)”.
Ese vínculo ninguno lo confirmó al público. Tal como muestra la serie, Anna Sorokin jamás indicó quién era su pareja. En una oportunidad, intentó hacer una “subasta” de su nombre por $10.000, pero no lo concretó. Sin embargo, tampoco hizo falta, ya que Sorokin dejó pistas sobre su relación en una publicación de su cuenta en Instagram.
En 2014, Delvey publicó una foto de alguien descansando en la cubierta de un bote en el mar. En la descripción escribió lo siguiente: “#Ibiza a #Formentera últimos días de verano con @jaymacardoso @hunterleesoik “.
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A pesar de que la prensa ya conoce su nombre, Soik nunca ha dicho algo relacionado con Anna Sorokin ni de su representación en la serie como un empresario con un proyecto fallido. De hecho, aparentemente, Soik todavía busca financiar su app de almacenamiento de sueños «Shadow» a través de Kickstarter, una plataforma de micromecenazgo con sede en Brooklyn, Nueva York.
Aunque en la serie Rachel DeLoache Williams (Katie Lowes) parece ser la mente maestra detrás de la detención de Anna Delvey, en la vida real no fue así.
La editora de fotografía de Vanity Fair y escritora relató en su libro My Friend Anna que su participación en la captura de Sorokin fue una solicitud de la policía de Nueva York luego de que Sorokin no se presentara en tribunales por los cargos de robo de servicios en septiembre de 2017.
La idea de la policía era que Williams restableciera el contacto y descubriera su ubicación con la excusa de verse, y funcionó. Anna Sorokin fue detenida el 3 de octubre de 2017 durante una operación encubierta mientras se dirigía a un restaurante.
Williams describió así su experiencia en el libro: “Nunca fui a almorzar a Joan’s en Third, así que ¿por qué molestarme en fingir que lo hice? (…) ¿Tenía miedo de que ella descubriera mi participación en su arresto? Definitivamente. Pero esa no fue la única razón. Como Anna había hecho conmigo, quería que creyera mi mentira”.
Vale decir que Williams, a quien Sorokin estafó por 62.000 dólares en Marruecos, es actualmente la principal crítica de Inventing Anna. A la revista Time afirmó lo siguiente sobre la serie: “Será vista por más personas de las que conocerán a Anna o harán el trabajo de comprender su verdadera naturaleza, lo que realmente sucedió. Esa es una realidad peligrosa”.
Sí, y en la serie lo vemos en el capítulo 4 titulado Una loba vestida con elegancia, donde Anna mantiene una conversación con un chico llamado Billy que planea un festival que nombraría Fyre. Esa persona es Billy McFarland, un estafador que vendió entradas por 1000 dólares a influencers y celebridades para que asistieran a un evento musical exclusivo que terminó en fraude.
McFarland, quien actualmente está en la cárcel, afirmó que conoció a Sorokin antes de estafar a los inversores del «Fyre Festival«. En 2018 dijo a The New York Post que Anna le debía dinero por el alquiler de un loft en Soho en el que se había alojado cinco años atrás.
De acuerdo con New York Post, Anna se mudó a la sede de la compañía de tarjetas de crédito de McFarland, Magnises, en 2013 y no pagó el alquiler: “Anna conocía gente en el equipo de Billy (…) Ella solo pidió quedarse unos días… luego no se fue”.
Una fuente dijo al mismo medio que Sorokin duró allí cuatro meses y solo se retiró del lugar cuando la empresa se mudó a otra oficina. La estafadora no ha respondido a las acusaciones.
Sí. Anastasia Walker, la estilista encargada de vestir a Sorokin, afirmó en una entrevista con Elle que su trabajo fue remunerado, pero no indicó cuánto dinero recibió. Además admitió que en el futuro esperaba colaborar con Anna, ya que le agradaba su equipo.
Cuando se le cuestionó sobre su apoyo a Sorokin, Walker indicó que lo hizo para ayudar a su amiga Nefftari “Neff” Davis (Alexis Floyd en la serie).
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Además lo vio como una oportunidad para dejar su marca: “Seleccioné algunas piezas atemporales, dado que todo es tan público hoy en día y las fotografías [de prueba] se pueden guardar, potencialmente, para siempre”.
Vale decir que Todd Spodek (Arian Moayed), abogado de Sorokin, afirmó a la revista GQ que no todo vino del apoyo de la estilista, sino que hubo un benefactor que prestó piezas de Victoria Beckham, Miu Miu y Saint Laurent para que el juzgado viera la “fuerza impulsora de su negocio y su vida”.
No. La familia Sorokin solo sabía que su hija tenía una obsesión con el mundo de las celebridades y la moda, producto de su personalidad egocéntrica.
La realidad sobre lo que hacía Anna Sorokin en Nueva York la conocieron cuando la periodista Jessica Pressler – Vivian Kent en la serie – publicó el reportaje de Anna Delvey en 2018.
Vadim Sorokin, su padre, se dedicó a atender las solicitudes de la prensa tras el escándalo que destapó Pressler y afirmó en varias ocasiones que él desconocía sus movidas.
A The Daily Mail dijo: “No tengo ninguna influencia en su vida y en lo que hace. La criamos bien. Depende de ella lo que ha hecho”.
Esa declaración hizo ver a los Sorokin como unos desinteresados, la serie también lo retrata así, pero la familia intentó intervenir varias veces aun cuando no pudieron asistir a las audiencias.
En una oportunidad enviaron una carta a la jueza de la Corte Suprema de Nueva York, Diane Kiesel, que decía: “Nuestra hija es joven, tomó una serie de decisiones incorrectas para lograr sus objetivos, pero Anna no es una persona que deba estar tras las rejas”. Sin embargo, no sirvió. Anna Sorokin fue igualmente a la cárcel.
Si bien parece que el destino de Anna Sorokin luego de su sentencia fue absolutamente solitario, ella misma afirmó a The Insider que mantenía contacto con su familia: “Hablo con mis padres un par de veces a la semana y supongo que están aprendiendo a lidiar con toda la situación”.
Anna Sorokin fue condenada el 25 de abril de 2019 a 4 y 12 años de prisión por ocho cargos relacionados con hurto mayor, hurto en segundo grado y robo de servicios.
Para el momento de su sentencia, ya contaba tres años en la cárcel. Ese tiempo fue considerado por la justicia estadounidense como parte de su condena y tras evaluar su buena conducta, el 21 de febrero de 2021 quedó en libertad.
A Sorokin esa dicha dicha le duró poco, ya que seis semanas después el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas la apresó por quedarse más tiempo en Estados Unidos con la visa vencida.
En una carta a la que tuvo acceso The Insider, Sorikin escribió: “Mi liberación anticipada de la prisión por méritos no significa nada para ellos y, a pesar de ser perfectamente autosuficiente cuando me dejan a mis propios recursos (legales), de hecho, presento ‘un peligro continuo para el comunidad’”.
Además resaltó que haberse quedado más tiempo en EE.UU no fue una decisión, sino que debía resolver unos asuntos. Actualmente, Sorokin lucha por su deportación a Alemania, donde viven sus padres.
Sí, de hecho Netflix compró a Sorokin los derechos de la serie por 320.000 dólares. De acuerdo con The Insider, $199,000 los usó para pagar la restitución a los bancos, más otros $24,000 para liquidar las multas estatales.
Esto lo hizo apenas salió de la cárcel y no antes debido a que el estado de Nueva York invocó la ley del hijo de Sam, la cual consiste en congelar los fondos de delincuentes para evitar que se beneficien de sus delitos.
Según The Insider, Sorokin no ha visto Inventando a Anna y no está en sus planes: “No parece que vaya a ver “Inventing Anna” en el corto plazo. Incluso si tuviera que mover algunos hilos y hacer que sucediera, nada de ver una versión ficticia de mí mismo en este entorno de manicomio criminal me parece atractivo”.
Igualmente, no hay señales de que se haga una segunda temporada. Shondaland y Netflix han calificado Inventando a Anna como una serie limitada basada en lo que escribió Jessica Pressler en 2018. Toda su vida ya está presentada y así concluye el arco de la producción.
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