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Israel se acerca cada vez más a unas terceras elecciones

El veterano militar pero novato político Beny Gantz se mostró este martes "optimista" ante la tarea de formar el próximo gobierno israelí, que le encargará el presidente esta misma semana. Un optimismo que no comparten los analistas ante el complicado escenario político del país.

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Fotografía: AFP

Gantz deberá hacer grandes equilibrios y demostrar habilidad negociadora para triunfar donde Benjamín Netanyahu ha fracasado. Este informó el pasado lunes al jefe del Estado, Reuvén Rivlin, de su imposibilidad para formar un nuevo ejecutivo, abriendo así la puerta -muy a su pesar- al líder del centrista Azul y Blanco.

Los números indican que la solución más factible es la creación de un gobierno de unidad en el que participen los dos grandes partidos, pero Netanyahu no convenció a Gantz para que aceptase sus condiciones, la más dura: que en el gobierno estuvieran todos sus socios habituales, los partidos de derechas y ultraortodoxos.

Gantz, ganador por la mínima del voto popular de los comicios del mes pasado, recibirá previsiblemente el mandato de Rivlin y tendrá otros 28 días para intentarlo.

Los 33 escaños de su partido, más los 11 que consiguieron los de centro izquierda e izquierda, sus únicos aliados naturales, lo sitúan lejos de los 61 necesarios para una mayoría simple en la Knéset.

Son varias las estrategias que podría intentar este exjefe del Estado Mayor, e incluyen posibles pactos tanto con los partidos árabes como con la extrema derecha.

Una primera alternativa (suponiendo que no llegase a un acuerdo con Netanyahu) podría ser intentar persuadir a la cúpula del Likud de que abandone a su líder y se sume sin él a un gobierno de unidad dirigido por Gantz, que se niega a compartir gobierno mientras sobre el apodado Bibi pese una posible acusación por cargos de corrupción.

«Esta opción es poco probable ya que los miembros del partido insisten en que sólo intentarían reemplazar a Netanyahu como líder en caso de que hubiese primarias, y por ahora no parece que eso vaya a ocurrir», explicó Ruthie Blum, columnista del diario Jerusalem Post.

Durante una reunión la semana, los miembros del Likud se comprometieron a respaldar a su líder, reforzando su legitimidad al frente del partido y acallando dudas sobre posibles disidencias internas.

Otra de las opciones sería conseguir el apoyo del ultraderechista secular Avigdor Lieberman, cuyos ocho escaños le permitirían acercarse a la cifra necesaria y hasta potencialmente formar un gobierno en minoría con el apoyo en el Parlamento de la Lista Unida árabe, que tiene 13 escaños.

«Un gobierno en minoría dependería de las exigencias de la Lista Unida que, de centrarse en cuestiones como el bienestar de sus propias comunidades y no en materia de asuntos exteriores y seguridad nacional, podría funcionar», apunta Amir Oren, columnista del diario israelí Haaretz.

Sin embargo, agrega, «la coexistencia de Lieberman y los partidos árabes parece poco probable, por lo que una buena opción para Gantz sería apuntar a los partidos ultraortodoxos, pero no a través de sus líderes políticos, que ya garantizaron su apoyo a Netanyahu, sino dialogando con sus líderes religiosos, que tienen mucha influencia».

Un elemento que podría ser decisivo es la decisión del fiscal general del Estado de formalizar o no la acusación contra Netanyahu por corrupción, lo que podría acelerar su salida de la vida política y facilitar la conformación de un gobierno de unidad entre Likud y Azul y Blanco.

Esta decisión, no obstante, podría demorarse hasta fines de diciembre y para entonces habrían ya expirado tanto los 28 días que tendrá Gantz para formar coalición como los 21 días posteriores en los que cualquier parlamentario puede intentar conseguir el apoyo de una mayoría y convertirse en primer ministro.

Ante el difícil puzle que se le presenta a Gantz, la posibilidad de que Israel vaya a nuevas elecciones, las terceras en menos de un año, parece cada día menos lejana.

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