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Jorge Botti: Venezuela ya vive una transición económica y hay gente negociando

Jorge Botti, empresario, consultor, activista de la libre empresa, analiza el escenario político y económico en medio de las conversaciones entre el chavismo y una parte de la oposición encabezada por Henrique Capriles.

Jorge Botti: El Estado venezolano está quebrado. Foto: Fedecámaras
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Consultor, empresario y expresidente del gremio privado Fedecámaras, Jorge Botti señala que Venezuela está en una encrucijada histórica y la destrucción de la economía no le conviene a nadie. En medio de la depresión económica y la hiperinflación, es el sector privado y el emprendimiento los que mantienen la actividad a flote, a la espera de algún cambio, que no será fácil ni será rápido.

Si los empleados en el país ganaran el salario mínimo oficial de dos dólares por mes, “estaríamos recogiendo cadáveres en las calles”, dice sobre al activo papel de las empresas privadas.

En medio de la hiperinflación y la depresión económica, que ya han destruido cerca del 80% del tamaño del Producto Interno Bruto (PIB) desde 2013, hay una caída drástica de los ingresos por  exportaciones de petróleo y de la inversión pública. Es el sector privado el que está importando y moviendo lo que sigue en pie, especialmente en el sector comercio. En la industria, la mayoría de las fábricas trabajan en promedio al 20% de su capacidad instalada, en una parálisis agravada por la pandemia del coronavirus.

En este contexto, conversamos con Jorge Botti, defensor de la libre impresa y la apertura económica.

Escenarios probables y posibles

Venezuela ya vive una transición económica desordenada en medio de una autocracia. El país necesita apoyo financiero internacional e inversiones privadas sostenidas, pero nada de eso será posible sin un acuerdo mínimo entre actores políticos para emprender una reconstrucción. El año que viene, de cualquier manera, habrá un nuevo parlamento y ese es un escenario inevitable, advierte.

 ¿Será una nueva etapa de convivencia económica? ¿De adaptación? ¿Ya hay movimientos de empresarios, sectores, buscando cómo será esa normalidad chavista que no necesariamente es la normalidad del coronavirus?

«Aquí quienes están todavía de pie tienen una especie de paradoja porque la economía está paralizada. Nunca estuvo peor que en estos momentos, e insisto, las condiciones objetivas influyen en el desempeño de la política. Aquellos que dicen: “Es que ya hicimos eso, no va a servir”, “si ya marchamos, no, eso no va a servir”, “lo único que queda, entonces, es una intervención”… Eso no es verdad», responde Botti. 

«En política tú insistes una y otra vez y las condiciones van cambiando. Tú utilizas un hecho político, indistintamente de que esto pueda ser una elección o un fraude, como detonante para lograr otros estadios de negociación. Por eso mi posición siempre ha sido pro voto, pero no pro voto por votar sino por protestar. Creo que una población masivamente protesta a través del voto, aun en un ambiente autocracia completa como esta. El voto no pretende elegir. El voto lo que pretende es protestar», agrega. 

«Venezuela está hoy parada sobre unos palillos y esos palillos están sobre los hombros de decenas de miles de hombres empresarios y trabajadores que sostienen el país. Ese mismo poder económico ha ido descartando el tema de la vieja práctica de la vuelta al intervencionismo del chavismo. El día “D” ya no existe en la mente de los empresarios. Existe el día de hoy y están tomando posiciones», agrega.

El dos veces ex candidato presidencial Henrique Capriles rompió recientemente con la tendencia dominante en el resto de la oposición democrática al régimen chavista de Nicolás Maduro. Capriles, de Primero Justicia, tomó la controversial decisión de llamar a votar en el evento electoral del 6 de diciembre, cuando se elegirá una nueva Asamblea Nacional (Parlamento).

«Se siente que la transformación económica ya comenzó. Tiene dos años mandando. El tema de que simplemente tengamos ‘libertad de cambio’ y libertad de ajustar precios conforme a un mercado que está bastante destruido, pero al final es en función al mercado, ha puesto a los actores económicos fundamentales a moverse en esa dirección. Yo creo que eso es importante entenderlo», dice Botti. 

«Ahora, también hay que decir que si aquí algún acuerdo no incluye el levantamiento de sanciones por parte de los Estados Unidos, fundamentalmente; el sueño dorado de poder, aun cohabitando, si es que se puede usar esa palabra, con el chavismo y la oposición, no será posible rescatar la economía. Vamos a seguir transitando una economía enana. Entonces, yo creo que ahí es donde está la clave de la cuestión».

Señala que el tema final es si una porción de la «oposición genuina, como la que está representando Capriles y de Unión y Progreso», decide participar en las elecciones y si consiguen las condiciones mínimas para hacerlo, o logran que se pospongan las elecciones para el año que viene, el juego político podrá haber cambiado».

«Siento que esa Asamblea Nacional nueva pudiera llegar a ser el punto de partida para acuerdos políticos que entonces sí nos lleven a desmontar sanciones paulatinamente y a entrar en otro juego. Pero lamentablemente, tenemos que entender que Estados Unidos no va a aceptar eso mientras Nicolás Maduro esté en la presidencia», aclara. 

Botti se dedica a negocios de ferretería y ahora telecomunicaciones. Ha visto muy de cerca los recientes acontecimientos políticos en Venezuela y observa que todo lo que ha ocurrido recientemente es producto de negociaciones de bajo perfil que se desarrollaron durante meses.

Calificado anticipadamente de fraude por el claro ventajismo oficial, este evento es organizado por un Consejo Nacional  Electoral (CNE) formado por militantes del chavismo, incluidos dos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) designados en cargos permanentes como rectores del proceso.

Esa movida sacudió el tablero dentro de las filas de la oposición.

Mar de fondo y negociaciones

En el mundo empresarial la percepción dominante era que estábamos en un escenario de paralización, con “tal vez las más duras de las posibilidades, que era la prolongación del status quo”, señala Botti sobre el impacto de la movida de Capriles en su sector.

“En la mente del empresario en estos momentos hay dos grandes miedos. El primero es sobrevivir este escenario de pandemia, que tiene ya seis meses. Creo que hemos aterrizado en una nueva tragedia y no una nueva normalidad. Y el segundo gran miedo es que no podamos ser capaces de tener un escenario de crecimiento económico de nuevo”, resume.

La pandemia del coronavirus tomó a Venezuela sumida en la única hiperinflación en el mundo, con una profunda depresión económica que lleva siete años y que ha pulverizado el 80% del tamaño de la economía también desde 2013.

“Yo siento que hay más de los que creemos, porque si no, no hubiera sucedido lo que está pasando. El hecho de que la Asamblea Constituyente termine, que ya no va a haber un cambio de Constitución después de que se nos habían amenazado con que venía un pase de tuerca adicional, implica que aquí hay un mar de fondo que, afortunadamente, está moviendo las cosas hacia el campo de la política. Eso es una buena noticia”, dice.

Fue el propio capitán Diosdado Cabello, el temido número dos del chavismo, quien anunció que la Constituyente terminará en diciembre, sin imponer una nueva constitución.

Ese organismo fue creado por Maduro en 2017 para usurpar las funciones del Parlamento opositor. Con sus poderes «soberanos y originarios», le dio más herramientas al heredero de Hugo Chávez para gobernar por «decretos legislativos».

Mientras, el venezolano común además sufre el colapso de la infraestructura hospitalaria, educativa, de transporte y vial. También una severa crisis de energía con constantes apagones, escasez crónica y aguda de gasolina, diesel y gas natural de cocinar.

Vea también: Jorge Botti: ya Venezuela vive una transición económica y el sector privado se adapta al cambio

Este cuadro es resultado de años de políticas económicas equivocadas, severos controles, confiscaciones masivas de empresas y tierras, quiebra de empresas públicas y una corrupción generalizada, según algunos estudiosos documentados.

A la quiebra de Pdvsa, que era el corazón de la economía venezolana, se sumaron sanciones del gobierno de Donald Trump contra personeros del régimen de Maduro y contra Pdvsa y la República.

Con una deuda en moratoria superior a $160.000 millones, el país tiene cerradas las fuentes internacionales de financiamiento.

Botti señala que en Venezuela predominaba hasta hace poco el «escenario Zimbabue», con una economía enana, aislada y sancionada.

“Aun cuando Juan Guaidó ha dicho que él no quiere la prolongación de la Asamblea más allá del 5 de enero y tampoco quiere estar en el exilio, es otra cosa lo que la realidad lo va a empujar a hacer”, dijo Botti sobre el actual escenario.

El gobierno de Estados Unidos ha dejado claro que no reconocerá los resultados del proceso electoral del 6 de diciembre ya considerados como un fraude anticipado por la oposición y por varios países occidentales.

Razones para dudar

Maduro también rechaza posponer la fecha. Ahora acusa a Capriles y la Unión Europea de intentar sabotear el proceso al pedir una prórroga.

Todo indica que las sanciones se mantendrán el próximo año… a menos que sucediera un improbable acuerdo a última hora en estos tres meses.

El régimen chavista cambió las reglas del juego, nombró un nuevo Consejo Electoral usurpando una función constitucional del Parlamento, cambió direcciones de residencias del padrón electoral y ya inició formalmente la campaña.

Pero las cosas siguen moviéndose y podría haber negociaciones y acuerdos, arriesga Botti, quien tiene información de primera mano.

“Todo parecía indicar -y todavía creo que hay un riesgo para ello- que íbamos a terminar aislados”, dice.

“Pero la irrupción de la propuesta de Capriles, que ha sido muy polémica, nos mueve el juego político a todos independientemente de que todavía no están claros algunos puntos”, dice.

La liberación del diputado Juan Requesens, acusado sin pruebas por el régimen como «terrorista» y el “indulto” a varios otros diputados y dirigentes opositores, la inesperada suspensión de funciones de la Asamblea Constituyente sin imponer una nueva Constitución y la promesa de no usar los medios públicos para la campaña electoral, son elementos de esa negociación que llevaron largo tiempo, señala Botti.

“Es evidente que había meses de negociaciones detrás de todo esto y que además no es solo Capriles y quienes lo han acompañado en esta movida localmente. Aquí hay actores de peso que han estado trabajando en este tipo de cosas”, dice.

Iglesia y la vieja Europa

Entre esos actores que buscan una solución negociada al conflicto venezolano,  señaló, está Josep Borrell, el canciller de la Unión Europea.

Pero también vemos que la Iglesia Católica venezolana, a través de la Conferencia Episcopal hace unos movimientos en las semanas previas. Es bien sabida la vinculación muy estrecha que hay entre Capriles y la Conferencia Episcopal, en particular con el cardenal Porras, agrega.

“Fedecámaras hace otro tanto en la Asamblea Nacional, hace un cambio de señas, en el sentido de la necesidad de buscar acuerdos», apunta.

“La pregunta que yo me hago es qué porción, qué facciones dentro de este aparato de poder que llamamos el chavismo, -que nunca un gobierno es monolítico – está empujando la posibilidad de un acuerdo”, dice.

“Yo siento que hay más de los que creemos, porque si no, no hubiera sucedido lo que está pasando”, dice.

“Aquí hay actores de peso que han estado trabajando en este tipo de cosas. Se entrevé que ha sido, además la más pública, la posición de la Unión Europea, particularmente de Borrel, hacia la búsqueda de una solución negociada, algún escenario que permita hacer las elecciones”.

Lea también: Borrell: no hay condiciones para elecciones libres en Venezuela

Capriles se juega el resto

Pero Capriles luce para muchos como un profeta en el desierto y ha empeñado el resto de su capital político en estas conversaciones con el chavismo. Según sus feroces críticos, corre el riesgo de quemarse y de ser un tonto útil que termine de ayudar a lavar la cara del chavismo.

Botti entiende que las rutas de la oposición parecieran ser mutuamente excluyentes, pero lamenta como reaccionaron algunos líderes y militantes, con insultos y descalificaciones.

“Yo estoy convencido de que un hombre como Enrique Capriles, independientemente de que no sea el Capriles del año 2012 y 2013, sí sigue teniendo toda la credibilidad posible de la forma en cómo actúa un demócrata”.

Mientras, el chavismo sigue adelante a trocha y mocha con su elección del 6 de diciembre. Una oposición a la medida de Maduro, con un trencito de pequeños partidos, se suma al proceso pese a la falta de condiciones competitivas. (Todos los grandes partidos y sus líderes históricos están proscritos por los organismos chavistas TSJ, CNE o la Contraloría).

“Es es obvio… ¿qué otra cosa podíamos esperar? Estamos hablando que en lo público va a haber mucha pelea. Y  posiblemente, en lo privado, haya alguna negociación», replica Botti.

“Yo estoy convencido de que, como en todo conflicto de esta naturaleza, públicamente van a vociferar más que nunca unos hombres como Nicolás Maduro o Diosdado Cabello. Eso va a seguir pasando. Ya veremos cómo los acontecimientos claramente se irán alineando”, añade.

Se dice convencido de que independientemente de que la Asamblea fenece el 5 de enero, un escenario es que Estados Unidos solo reconocerá al poder Ejecutivo de Guaidó y preservará los activos que están en el exterior, entre ellos Citgo, la filial estadounidense de Petróleos de Venezuela.

Ese Ejecutivo, que va a seguir afuera, «observando todos estos acontecimientos”.

«Creo además que son muy pocos los diputados de la actual Asamblea que van a aceptar perpetuarse, cada día son menos los que lo van a hacer y posiblemente no se lancen a una opción como la de Capriles, pero no van a estar en esa jugada», agrega.

Analistas políticos observan que en realidad, hace tiempo, la Asamblea Nacional fue liquidada por el chavismo y Guaidó y sus diputados ejercen el parlamento en una especie de «incilio» un exilio dentro del país. La sede física de la Asamblea fue ocupada por la constituyente chavista, y además Maduro impuso una junta directiva paralela con políticos afines al chavismo, que previos pagos, millonarios saltaron la cerca desde la oposición.

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